Erion
Erion no solía disfrutar los paseos por en medio del pueblo. Claro le gustaba caminar con su hermana Erimor y su rubio amigo Derien. Esos eran sus momentos favoritos del día, cuando se reunía con sus amigos, allí en esos momentos de simpleza: Comiendo, jugando, hablando, entrenado o simplemente sentados haciendo nada. Era cuando verdaderamente agradecía el estar vivo y el a ver llegado a Viena.
Pero solo podía disfrutar esos momentos con verdadera alegría; Los otros había tenido que aprender a tolerarlos y vivir con ellos.
Y este sin duda era uno de estos momentos.
Mientras caminaban por el pueblo Erimor no paraba de hablar, siempre lo hacía hablaba sin parar, Derien le prestaba suma atención a lo que la chica decía pero Erion simplemente no podía hacer lo mismo.
Estaba más concentrado en las miradas acusadoras que estaban sobre ellos, más bien: Sobre él.
Sabía que la razón por la que los habitantes de Viena solían mirarlos con desprecio cada vez que pasaban, era única y exclusivamente su culpa.
¿Su culpa? A diario solía culparse por eso. Pero no sabía de qué tenía la culpa exactamente ¿De nacer con 2 ramas pegadas a su cabeza? ¿De lo que les paso a los exploradores aquella vez? ¿De ser un mal presagio para Viena como todos decían?
Nada de eso lo había decidido él y sin embargo, no podía dejar de sentirse culpable.
Su atención se dirigió hacia su hermana. El cabello castaño de Erimor, se movía bastante, era un cabello muy largo y salvaje, ella siempre intentaba peinarlo, pero sin importar que peinado utilice, al final se terminaba liberando y quedando suelto, era como si tuviera vida propia, como si fuera un espíritu libre, igual que su hermana. Eso era lo que más le gustaba de ella.
A los ojos de Erion ella era todo lo que él quería ser; No parlanchina y de cabello salvaje. Si no más bien: Valiente y libre.
La joven iba saltando de emoción todo el camino y Derien hacia lo mismo que ella. Erion solo podía observarlos, con detenimiento.
—Veamos quien llega primero al rio. —Erimor lucia emocionada, siempre lo estaba.
—Ya veras, yo llegare más rápido que tu mi Lady. —Derien se preparaba para la carrera.
—¿En serio van a correr? — La voz de Erion salió más como suplica que como pregunta.
El no solía jugar tanto como ellos ni mucho menos involucrarse en sus muchas competencias. Podrían hacer hasta de la cosa más insignificante una competencia. Unas en las que Erion no podría participar ni aunque quisiera.
—A la 1, a las 2 y a las 3.
Ambos salieron corriendo, como si sus vidas dependieran de ello. Erion intento seguirles el paso con dificultad, No era solo más pequeño de edad si no de estatura y su condición física no era la mejor, no solía ejercitarse mucho.
—Chicos espérenme.
Corrieron por los verdes campos de Viena, era un lugar lleno de vegetación, había arboles por todas partes, con razón la brisa vivía allí. Mientras corrían Erion se sintió menos juzgado, quizás ya no lo estaban viendo o tal vez, él estaba más concentrado en alcanzarlos; No quería caminar solo.
Corrieron tanto que se alejaron un poco del pueblo, casi ni se podían ver las casas desde donde estaban, pero si el gran templo del centro, que era tan grande que sin importar cuanto se alejen, no dejarían de verlo, pero los ojos color miel de Erion estaban mucho más centrados en la santa ciudad, sabía que los de su hermana también hacían lo mismo.
¿Y cómo no hacerlo? Es una ciudad que flotaba por encima de Viena, en el aire, adornaba al cielo haciéndole compañía al sol ¿Cómo? No lo sabía, nadie lo sabía, solo los santos y los 5 protectores tienen esa respuesta.
El observaba la santa ciudad con un atisbo de curiosidad, le llamaba la atención, el hecho de que pueda flotar y el preguntarse ¿Cómo es que llegan ahí? Hasta la fecha no conoce ninguna de las artes divinas que te permitan volar.
Sin embargo Erimor, la observaba con anhelo, sus ojos se iluminaban cada vez que la veía. Erion sabía muy bien que ella soñaba con llegar a ese lugar y convertirse en la nueva portadora de la espada blanca. No podría juzgarla todos los chicos de su edad soñaban con convertirse en un protector y portar un arma celestial, todos menos el y siendo honesto, nunca le permitirían convertirse en guardián ni aunque quisiera.
—Bueno Erimor ganaste esta vez. —La voz de Derien salía sin aire, aún seguía cansado.
Erion miro a Erimor, esta se estaba quitando sus zapatos violetas y los había dejado a un lado del rio.
—¿Me los cuidas un rato? —Pregunto a Erion. —Ya sabes lo que paso la última vez, perdí mis hermosos zapatos color rosa, aun los extraño. —Eso último lo dijo con un toque de dramatismo.
El asintió, él nunca le negaría nada. Podría ser incluso la cosa más loca del mundo y el aceptaría en el momento en el que ella lo convenza con su sonrisa, esa que siempre tenía en el rostro.
Ella metió los pies en el agua. Y al juzgar por su expresión, parecía ser la mejor sensación de la vida.
—Hay no lo puedo creer, chicos tienen que probar esto. —Su voz cargada de emoción, era muy expresiva.
Derien la imito, se quitó sus botas y también su camisón.
—Tienes razón mi lady el agua esta riquísima.
Erimor miro a Erion. La sonrisa que siempre adornaba su cara desapareció por un momento.
—Desearía que tú también pudieras sentir esto.
Derien también dejo de sonreír mientras lo observaba.
—N-No chicos, no se preocupen…Y-yo estoy bien, me gusta estar aquí sentado viéndolos a ustedes. —No paraba de tartamudear, solía hacerlo cuando sentía que la atención se posaba sobre él. Su cara se puso roja de vergüenza.
No negaba que si quería entrar al rio, pero tenía miedo. No quería arruinar las cosas, no de nuevo. Lo había prometido.
De repente una voz familiar los acompañaba.
—Pensé que veníamos a pescar no a nadar.
Erion podía reconocer esa voz a donde fuera, aunque no era de mucho hablar, cuando lo hacía decía algo que siempre lo hacía sentir que su amigo tenía la razón ¿Amigo? Su mejor amigo.
#2067 en Fantasía
#374 en Magia
amistad amor perdidas dolor y venganza, magia astral, misterio amor sangre paranormal terror
Editado: 16.06.2025