El jardin de las estrellas.

Hueles como el.

Erimor

Ella no daba crédito a lo que escuchaba; Erion su hermano, lucia aterrado, no es para menos, no debió arrastrarlo hacia adelante, si no lo hubiera hecho, nunca hubieran visto ese horrible escenario.

Esa mañana estaba feliz porque su madre ya le había retirado el castigo de no salir de casa por 2 días, (fue su castigo más considerado, su madre se estaba ablandando). A ella no le gustaba sentirse encerrada pero viendo el lado bueno solo iban a ser 2 días, pudieron haber sido más. Lo que si le molestaba es que Pietro siempre se las arreglaba para hacerla quedar mal, cuando él es quien siempre se mete en la vida de todo el mundo, sin arrepentimiento ni castigo alguno. Que Arios la perdone, pero lo odiaba demasiado.

La felicidad que sentía tras su liberación, se había esfumado con todo lo que ocurrió; Un vigilante había muerto a manos de un oso, o eso es lo que todos afirmaban. Ella al principio pensó que había sido un sombraestra el causante de eso, (Porque los osos le parecen demasiado lindos y tiernos como para algo tan feroz, aunque si sean capaces de hacerlo)

Pero no había forma de que pudiera ser uno de ellos. Ya que los Sombraestras, si bien solo se manifestaban de noche como al momento del ataque, era bien sabido que los vigilantes no temían a ellos pues estaban benditos bajo el manto sagrado de Arios (O eso es lo que todos decían). Además y mucho más importante, los Sombraestras no tenían la capacidad para poder dañar el cuerpo, más bien entraban y se comían tu alma, dejando el cuerpo vacío como un cascaron. ‘’Que miedo, no quiero quedarme sin alma’’, siempre pensaba. Aunque si soñaba con ver a un sombraestra, por mera curiosidad.

Pero el tipo estaba desmenuzado de forma aterradora y grotesca. Todo se lo atribuían a un animal salvaje, como un oso, y no cabía duda de que fuera uno.

No obstante, su hermano afirmaba que la muerte de ese vigilante no fue ocasionada por un oso como todos decían.

No sabía que creer, pues los sanadores profesionales dicen que un oso lo hizo y los santos lo respaldaban. Pero por otro lado, Erion temblaba, horrorizado y afirmaba con toda seguridad que esa tragedia no había sido a causa de ese animal.

—No fue un oso, no fue un oso. —Repetía constantemente mientras se sujetaba las ramas de su cabeza, solía hacerlo cuando estaba nervioso.

Desde que era pequeña, Erimor se dio cuenta de que la gran mayoría de niños no solían tener ningún tipo de responsabilidad: No trabajaban como sus padres, no arriesgaban su vida como los protectores, no sacrificaban su reposo como los vigilantes y no se habían dedicado única y enteramente a Arios como lo habían hecho las santas hermanas y los santos del templo.

Eso era con el resto de los niños porque mientras iba creciendo empezaba a comprender cosas, cosas que no le gustaban, cada mirada de odio, cada palabra de desprecio, todo el aislamiento y rechazo social, cada miedo y horror colectivo. Todo estaba centrado en Erion. Su hermano.

No sabía si era por las ramas que tenía en su cabeza, (que a ella le encantaban) o si era el hecho de que originalmente pertenecía a Tenebrae o quizás las mil y un predicciones de mal augurio que los santos no temieron soltar acerca de él y como traería dolor y sufrimiento a Viena. Que los demás no dudaron en creer.

Todo eso la hizo darse cuenta que si tenía una responsabilidad y era cuidar de Erion. Porque él no era ese monstro que todos decían, no. Él era inocente, torpe, hasta algo tímido a veces, incapaz de hacerle daño a alguien apropósito.

Su hermano estaba completamente indefenso.

Como en este preciso momento.

—Cálmate Eri—Lo tomo del brazo. —Todo está bien, solo respira con calma.

Ella respiraba profundo y exhalaba a la vez, de forma exagerada, esperando que su hermano hiciera lo mismo. En un par de minutos el empezó a imitarla y Parece que surtió efecto. Se había tranquilizado.

Un poco.

Pero lo suficiente para que le preste atención.

—¿Puedes contarme con calma lo que pasa? —Sonrió a su hermano, esperando que esa sonrisa le trasmitiera paz.

El la miro con sus ojos color miel, su mirada dulce, inocente, aterrada e indefensa, como la de un bebe asustado. Respiro profundo y luego.

Lo soltó.

—Anoche cuando dijiste que yo flotaba, en realidad en mi c-cabeza pude ver al vigilante. —Caminaba en círculos sin mirar a Erimor. Se iba alterando más con cada palabra— La cosa lo perseguía por t-todo el bosque en la noche, l-luego lo tiro al suelo y el tipo grito, su grito sonó t-tan real que yo no pude soportarlo y desperté.

Erimor se acercó y lo sostuvo para que ya no siguiera dando vueltas.

—¿Me estás diciendo que viste lo que ocurrió anoche mientras dormías? —Ni siquiera le dio tiempo de responder. —¿Sabes lo que eso significa?

—No tengo idea de que significa. —Aun lucia horrorizado, su voz lo delataba.

—Significa que este es otro de tus poderes, no es solo flotar, es como si viajaras entre tiempo y espacio, puedes espiar a las personas con eso. —Estaba muy emocionada.

Su hermano nunca tuvo la capacidad de portar un anillo divino, la gente vería como sacrilegio que un ‘’demonio’’ como ellos lo llamaban, portara la bendición de Arios. Por lo que él nunca pudo desarrollar ningún tipo de arte divino como Erimor y los demás. Aunque él decía que no le importaba, ella podía leerlo como a un libro, Erion anhelaba tener poderes.

Bueno, esos poderes.

Porque él tiene los suyos propios.

Solo que; No le gustan.

Nunca le gustaron, porque no los comprendía ni sabía cómo usarlos, pero ella estaba consiente ¿Cómo podría amar Erion sus propios poderes? Los santos siempre los determinaron como maldiciones y actos del mal. Lo dicen tanto que todos lo creen y mucho más después de lo que ocurrió aquella vez. Hasta Erion lo cree.

—¿Cómo puedes estar tan feliz por eso? Un vigilante murió y-y yo fui testigo de su muerte y n-no pude hacer nada y-y tú solo piensas en mis estúpidos poderes. —Estaba confundido y algo molesto. Pero sobretodo nervioso.




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