Capítulo 7: El sol hace que las flores estén felices.

Ross entregó su tarea primero que todos. Había tomado el valor suficiente para alejarse de su lugar. Parecía más brillante su rostro y sonrió cuando depositó el cuaderno frente al profesor. Jacinto aprobó su expresión y tomó su cuaderno para colocarlo del otro lado del escritorio, donde se iba formando una pila conforme llegaban las demás flores con su tarea. Lalea fue la última, tenía los ojos enrojecidos. En su cuaderno había algunos rallones y roturas en la hoja debido a la fricción del borrador. Las flores pueden ser lindas pero temen a las reprimendas.

Jacinto se dispuso a revisar los cuadernos. Había puesto a leer una lección a las florecitas y las tenía muy entretenidas. Se escuchaban parloteos por todo el salón pero cuando él levantaba la vista todas guardaban silencio y continuaban leyendo. Pudo observar cómo Ross explicaba despacio a Lalea la lección de matemáticas y ella ponía atención como si se tratara de un capullo de mariposa a punto de abrirse. Jacinto alzó el rostro y Lalea lo miró con miedo. Las flores pueden ser lindas pero temen a las reprimendas.

Terminando su clase y caminando por el pasillo, Ross se acercó a él rápida y silenciosa como un gato. Jacinto notó su presencia y se giró. Ross levantó su cuaderno, mostrándole el 100 que él mismo había dibujado con pluma roja. El profesor le sonrió. Le comentó que era fruto de su esfuerzo, que siguiera siempre así y si tenía dudas podía acudir a él en un espacio que hubiera dentro de la clase o visitarlo a su oficinita cuando quisiera. Ross se quedó abrazando el cuaderno, mirándole como si se tratara de un dios. Jacinto esbozó una sonrisa. Le obsequió un chocolate pequeño que había guardado de sus muchos regalitos. Ella lo tomó con miedo ya que las flores pueden ser lindas pero temen a las reprimendas.