El profesor llegó muy temprano ese día por la mañana. La clase empezó correctamente, en tiempo como siempre. Las niñas una a una fueron dejando sus cuadernos con la tarea en donde siempre. Todo parecía tan normal. El único problema fue que Ross no se encontraba en el aula, nadie sabía dónde estaba. Todo el día Jacinto se mostró inquieto. Lo sucedido el día anterior lo tenía con miedo, tenía desconcierto de lo que fuera a pasar más delante. Las flores pueden ser letales si no se tiene cuidado.
Ross apareció para la 3era hora de clases. Tenía toda la ropa mojada y tiritaba. Los profesores la tenían resguardada en la sala de maestros, acogida con una toalla y tomando café caliente. La florecita que acostumbraba maquillar su rostro para ocultar los golpes tenía toda su máscara hecha un desastre. Jacinto entró y se sentó a su lado, ofreciéndole un chocolate. Ross dejó de tiritar y se sintió resguardada. Le confesó que algunas de las flores la golpearon hasta dejarla inconsciente en el patio, bajo las enredaderas. Dijo: “Las flores pueden ser letales si no se les tiene cuidado”.
Jacinto se volvía loco a medida que descubría la basura que escondían las floresitas tras sus lindos rostros. Eran una maraña de púas, espinas, enredaderas, todas vueltas maldad por la causa de sus familias disfuncionales, sus familias donde las violaciones, la falta de atención, el estrés, el maltrato y el chantaje era el abono que las mantenía vivas, formulando maldad a cada paso que daban. Las flores pueden ser letales si no se les tiene cuidado.
Aquél día el profesor Jacinto pensó en hacer lo correcto. La junta con los padres de Ross era en media hora. Estaría presente la rosa negra y no podía defraudarla. Todo se volvía cada vez más personal. El único presente fue el padre, la madre “no se encontraba dispuesta” para la junta. Se habló de golpes, maltratos, a lo que el padre siempre respondió de una mala manera, al punto de querer golpear al profesor. Ross tenía mucho miedo, las flores pueden ser letales si no se les tiene cuidado.
Al finalizar la reunión Jacinto tuvo más miedo que nunca. El hombre lo había amenazado. Ross se había marchado arrastrando de la mano de su padre. Todo había empeorado de un momento a otro en aquel jardín triste. En su oficina, sentó a llorar silenciosamente, temía por la indefensa rosa negra, temía por no volver a saber si estaría bien, temía jamás volver a protegerla de todas esas flores que pueden ser letales si no se les tiene cuidado.
Orchid apareció para alegrar la escena. El profesor se enjugó las lágrimas rápidamente y fingió sacudirse la nariz. La jovenzuela iba por otra dosis de amor obligado. Jacinto se quedó frío y salió de la oficina sin tomar sus cosas, deseaba ponerse a salvo. La flor de ojos violetas lo amenazó con gritos atroces, le gritó obscenidades y falsas acusaciones. Los demás profesores salieron de las oficinitas que rodeaban la de él y lo miraron. La niña se tiró al suelo llorando. Jacinto recordó que las flores pueden ser letales si no se les tiene cuidado.
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Editado: 15.07.2020