El Jardín de las Flores Tristes

Capítulo 17.- Las florecitas buenas siempre huelen bien (final)

Jacinto salió de la ciudad. Jacinto se liberó de las cadenas que lo ataban a su pasado. Unos años después se le volvió a ofrecer trabajo como profesor en una preparatoria privada y comenzó de nuevo su tan amada profesión. Aunque frío y endurecido como el tronco de un árbol, dejó las relaciones con sus alumnos y se dedicó únicamente a dar cátedra, no a tratar de salvarles la vida. Jacinto no olvidaba.

La preparatoria era más serena que aquel jardín de flores de secundaria. Aquel día era el primer día de clases para las nuevas flores. Los preparativos estaban hechos, daría con gusto la clase de Aritmética y Trigonometría para los de reciente ingreso. Las flores entraron en un barullo estimulante y el profesor esperó a todos ellos a un lado de la puerta. El corazón se le puso frío cuando encontró a una florecita especial cuyos pétalos negros seguían ocultando su rostro y sus heridas. Se miraron como se mira a quien se extraña. Ross no olvidaba.

 

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.
(Pablo Neruda)




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