Esta historia inicia con uno de mis escapes
¿Quién no quisiera llevar una vida de viajes?
Volar como el viento, ser realmente imparables
Los que dejan morir sus sueños son miserables
Las fronteras desaparecen, cuando la mente crece
En la rutina de la simple vida mi corazón solo perece
Que cada peso valga y que la maleta muy poco pese
En todo pensaba, menos en poder llegar a conocerte
Nuestros caminos convergen en el desierto de la tatacoa
Justo en una noche muy fría, justo en plena barbacoa
Siempre viajo solo, pero en el camino la compañía se incoa
Comienzas a hablar de en las filipinas tu viaje en caracoa
A cada palabra te haces más y más bella
Noche titulada, las mil aventuras de ella
Al final de la velada el desierto se calla
Te miro, me miras, algo en mi me falla
El desierto es testigo de ese primer beso
Mis labios aún recuerdan ese suceso
Esa noche voluntariamente fui preso
De tus caricias, de tu cuerpo, del exceso
Llega la mañana, por favor no, no te vayas
Déjame llevarte a vivir la rivera de los mayas
Recorrer contigo del mundo todas las playas
Saliste sin decir nada, sola siempre te hayas