El jardin de los ecos

Capítulo XXVII: Aprender en la dificultad

Los días en el refugio ya no eran un túnel interminable de miedo y frío.
Algo dentro de mí había cambiado.
No era la libertad que había perdido, ni el amor que había buscado; era una fuerza más silenciosa, más constante, que me empujaba a seguir adelante a pesar del dolor.

Poco a poco, comenzaron a notarlo.
Mi buena conducta, la disciplina con la que cumplía las tareas, mi esfuerzo por seguir las reglas.
Pronto me asignaron encomiendas especiales.
Aprendí a lavar a mano, a limpiar cada rincón con perfección, a organizar y cuidar los espacios que me confiaban.
Al principio sufría: el frío, las manos ásperas, los olores, la repetición constante.
Pero también aprendía.
Aprendía paciencia, precisión, responsabilidad.
Aprendía a valorar lo que había en casa, aunque estuviera lejos.
Cada prenda limpia, cada estante ordenado, cada superficie impecable era un recordatorio de que podía hacer algo bien, de que podía dejar una huella aunque fuera pequeña.

Además, empecé a ayudar a otras mujeres en su proceso.
Compartía técnicas, daba consejos, escuchaba sus historias.
Y eso me hacía sentir útil.
Menos invisible.
Más tranquila.
Descubrí que el dolor no era solo mío, que cada persona cargaba su propia mochila, y que podíamos aprender unas de otras.

Aprendí a mirar a las demás y ver no solo sus problemas, sino también sus fuerzas.
Comprendí que cada quien tenía un proceso diferente, su tiempo, sus caídas y sus levantadas.
Esa comprensión me dio un respiro, un sentido de comunidad dentro del encierro.
No éramos perfectas, pero nos sosteníamos mutuamente, aun cuando todo parecía difícil e injusto.

Mi mundo en el refugio seguía siendo limitado, pero ahora sentía que podía existir dentro de él.
Que podía influir en algo, aunque pequeño.
Que podía aprender, enseñar, adaptarme y sobrevivir.
El sufrimiento seguía presente, sí, pero ya no era paralizante.
Se había transformado en un motor silencioso que me empujaba a mejorar, a cuidar, a ser parte de algo más grande que mi miedo y mi soledad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.