El jardín espinado

Segundo Relato: Asistencia

Durante las primeras horas de la tarde, Nate se preparaba para levantar la mesa y acomodar los platos que acababa de lavar, de no ser porque escuchó que alguien llegaba a su casa, algo que lo alarmó un poco al inicio, mas se tranquilizó al ver de quién se trataba.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —preguntó el viejo al ver que Nathan ya había llegado, el cual estaba comiendo un sándwich en el sillón donde siempre se acomodaba.

—Te dije que estaría lo más pronto posible, ¿recuerdas?

—Por desgracia, sí. No creí que te llamara tanto la atención la historia como para que te saltaras tus prácticas de «mama-lima».

—¡Es lima-lama! ¿Podrías tener respeto por un arte marcial antiguo?

—¿Podrías tener respeto por tus mayores? —Antes de responder, hubo un silencio de un par de segundos, mostrada una faz de fastidio por parte de Nathan.

—No… —Al responder, Nate hizo un gesto que denotaba el haber respondido con ello la pregunta que el mismo joven le había hecho. —¡Lo que sea! Sólo cuéntame, por favor —emitió el estudiante con una voz más suave y menos exigente, girado el ojo del anciano y puesto sobre su sofá para iniciar a contar lo que seguía.

—Bueno, ayer hablamos de Mattias y su pasado. Cómo durante cinco años estuvo haciendo de todo lo que pudo para ganarse el amor de Madison. Cosa que resumí muchísimo porque, créeme, la historia es más larga. Vamos a lo importante hoy. ¿Qué pasó luego de eso? —Las palabras de Nate rápido se tradujeron como recuerdos para su joven amigo, quien estaba emocionado por saber todo el meollo del asunto.

El rechazo, como es común, no te deja para nada bien. Muchas personas toman el camino fácil y se buscan a alguien más para amar, pero otros deciden negar el sentimiento y construir una muralla alrededor de sus «corazones». Ese fue el caso de Mat, quien declaro que el amor no era para él.

Tenía todos los elementos para conseguirse una novia linda que lo quisiera, de cualquier tipo y apariencia, mas estaba tan dolido por los años desperdiciados y sus propias expectativas en su esfuerzo, que mejor decretó dedicarse a sí mismo, a vivir ya sin amor.

No dejó el gimnasio, sólo que ya no se esforzó por ganar más masa muscular, sino conservar la que tenía. Dejó de procurar las cosas que le gustaban a Madison, excepto por algunas bandas que, sin dudas, le ayudaron a seguir su camino en este nuevo episodio que se trataría sólo sobre él.

Su amiga, quien lo había acompañado durante todo ese tiempo, lo apoyó en todo, y aunque al inicio trataba de hacerle ver a Mat que Madison no representa a todas las chicas del mundo y que las demás eran iguales a ella, fue perdiendo la batalla al notar que su amigo estaba tranquilo y en paz luego de verlo tantos años frustrado.

Pasó el tiempo y Mat llegó a la universidad. Decidió estudiar leyes, en la facultad de leyes de la universidad autónoma del estado. Ahí conoció nuevos amigos e inició la gran etapa de su vida que lo llevaría a volverse un profesionista.

Dos años se fueron volando, y en el cuarto aniversario de noviazgo de sus viejos amigos de la secundaria, estos cortaron. Resulta que uno de ellos estaba siéndole infiel al otro, por lo que, en medio de la celebración, con amigos y familiares presentes, se hizo el anuncio de la verdad y una escena digna de novela dramática, en donde el infiel se quedó en medio de todos embarrado de pastel y triste, castigado por sus errores.

Mat siguió a quien fue traicionado, pues luego de sus acciones salió corriendo del sitio, mientras que su amiga se quedó con quien le había lastimado tanto.

Una vez que Mat alcanzó al chico, aquel forcejeó para huir, pero el moreno tenía más fuerza, con lo que consiguió atraparlo y abrazarlo fuerte. Eso hizo que el chico pudiera llorar en sus brazos, consolado de momento por Mat, a quien no dejó de repetirle lo que pensaba de lo sucedido.

—¡Todo este tiempo desperdiciado! ¡Fui un tonto al creerle que sí me amaba! ¡Mi maldito tiempo a la basura! ¡Desperdiciado en un imbécil! —Aquello le llegó profundo al chico, quien lloró junto a su amigo al recordar todo lo que había hecho por Madison para nada. Las cosas que pudo haber logrado de no ser porque estuvo haciendo de todo para agradar a alguien que jamás lo vería diferente.

—No importa ya, ni quienes sean. La gente no aprecia lo que haces por ellos. Es mejor estar solo, amigo —reiteró Mat, cosa que tranquilizó un poco al joven lastimado, hasta que cesaron sus lágrimas y pudieron irse del lugar.

Mat habló con su amiga para saber qué fue lo que llevó al otro a traicionar así a su ahora ex novio, y ella no supo qué decir, pues la realidad era que las cosas entre ambos chicos ya tenían rato mal y en lugar de hablarlo, el otro terminó, no de manera consciente, enamorado de alguien más, con quien llevaba una relación de varios meses.

Ahora estaba más que convencido. Mat ya no quería saber nada de relaciones, ni de amor o algo parecido. Lo único que deseaba era tener paz, y desde entonces, su semblante se endureció un poco más. Su madre, quien era cercana a él, lo notó y trató de hablar con él, mas fue inútil. Mat se había cerrado por completo al amor y a tratar siquiera de hablar de eso.

Pasó un año más. Mat tenía veinte años y ahora trabajaba en una farmacia que estaba por su casa, esto para cubrir gastos, pues en su casa las cosas se pusieron un poco apretadas por diversas razones, algo que no es necesario entrar en detalles.

En el lugar, el chico laboraba con otras dos personas, ambas mujeres mucho mayores a él que se notaban siempre un tanto molestas, pues odiaban el trabajo.

Mat no hacia mucho en el lugar. Limpiaba los pasillos, cobraba en caja, acomodaba y recibía producto. Nada fuera de lo común. Tenía ya ahí casi el año, por lo que estaba acostumbrado al trabajo duro y pesado, a los turnos largos, los clientes constantes y molestos. Nada fuera de lo común de cualquier lugar de auto servicio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.