El jardín espinado

Octavo Relato: Rescate

Gabriel y Nathan iban platicando mientras caminaban a la salida del bachillerato, cosa que era normal para ambos amigos, más desde que el segundo se alejó de Robbin, lo que había vuelto, de cierta manera, a Gabriel su amigo más cercano.

—¡Qué emocionante! Si suena a que las cosas van a ponerse muy interesantes a partir de ahora.

—¿Verdad? Estoy muy emocionado por ver qué sale esta semana. Hace mucho que no veía un anime tan bueno —replicó Nathan a su amigo entre sonrisas, detenidos al llegar en donde se separaban—. Bueno, nos vemos mañana. No se te olvide hacer la tarea de mate.

—No, no te preocupes. Oye, Nathan. Te quería preguntar algo.

—Dime, ¿qué pasó?

—Este fin de semana pienso celebrarme por mi cumpleaños en mi casa. Nada complicado, sólo una fiestecilla hasta las diez u once de la noche. Invité a unos amigos y sólo me faltabas tú de decirle. ¿Crees que puedas ir?

—¡Claro! Ahí estaré, sólo dime a qué hora va a empezar.

—Sí, te mando los detalles por mensaje. ¡Ey! Puedes invitar a un amigo, al que sea. —Al escuchar eso, Nathan bajó la mirada y se puso algo serio, regresada su sonrisa y vista a su amigo.

—¡Ya quedó! Sí alguien está disponible, me lo llevo.

—¡Cool! Nos vemos mañana y el finde.

—¡Sobres! —Una vez separados, Nathan tomó su móvil y revisó los números de sus diferentes amigos, a los cuales la mayoría no les dirigía mucho la palabra, a excepción de Robbin, a quien tampoco le hablaba ya mucho.

El joven guardó el teléfono y caminó hacia la casa de Nate, quien lo recibió como era costumbre y notó que algo tenía en mente el estudiante.

—¿Todo bien?

—Sí, hay algo que me molesta, pero nada que no pueda resolver —admitió el menor, para luego sonreír y se sentarse frente al anfitrión—. Será mejor que comiences, porque ayer me dejaste muy intrigado.

—Por supuesto —declaró Nate, iniciada la continuación del relato.

Como sabes, el inventario se hace cada mes, así que, en teoría, debería pasar mucho tiempo para que Mat tuviera la oportunidad de pedir asilo a Nolan en su casa luego de dicha labor, algo que no estaba ansioso por hacer, ni el mayor por recibir.

Ambos continuaron sus vidas de manera normal, intercambiando opiniones en redes sociales y en el podcast por donde más solían comunicarse. Ver a Nolan en la farmacia ya era un tanto extraño y Mat se lo tomó como un cambio simple de habito. Además, las veces que lo topaba se detenía para saludarlo con un abrazo y platicar un ratito, algo que dejaba en ambos una grata sonrisa.

Al menos así fue la dinámica entre ellos hasta que llegó una alerta a la ciudad, una que tanto tú cómo yo también vivimos, y fue la del huracán.

Ya nos habían dicho que iba a estar fuerte la tormenta tropical en nuestra ciudad y que tomáramos precauciones, aunque nadie sabía qué tan fuerte azotaría justo en esta zona, por lo que muchas personas no dejaron de hacer sus actividades comunes el día del diluvio. Entre ellos, Mat, pues fue a trabajar como era costumbre, mientras la lluvia afuera de la farmacia aumentaba su intensidad más y más conforme pasaban las horas.

Preocupado por ello, Nolan le envió un mensaje para saber si había ido a trabajar. Ya se tenían esa confianza, y Mat le respondió que sí, algo que no le pareció mucho al mayor.

Nolan: El clima está horrible. Yo que tu me regresaba a casa ahora que podía.
Mat: Ya sólo faltan dos horas para que salga. Está fuerte, pero tampoco para tanto.
Nolan: Dicen que se pondrá peor. Ten cuidado, tonto.
Mat: Sí, no te preocupes. Cualquier cosa aquí andamos.
Nolan: Igual, avísame y te auxilio.

Pasó hora y media después de esos mensajes, y pronto la lluvia se volvió torrencial. Los relámpagos no se hicieron esperar y el viento aumentó su velocidad de manera frenética, lo que derribó variopintos objetos de la calle y causó que quienes conducían tuvieran accidentes, por lo que todo mundo bajó la velocidad de sus autos, mientras que los servicios de transporte se clausuraron por completo.

Nolan, preocupado, envió mensaje a Mat para avisarle que no había ya forma de que regresara a su casa, algo que el chico revisó por su cuenta, verificado que tenía razón el de lentes.

Mas antes que la conversación pudiera continuar, la luz en toda la colonia se fue, incluida la farmacia, a lo que ambos amigos pasaron a encender sus datos, pero la intensidad de la tormenta también los tenía bloqueados, ahora incomunicados entre ellos.

Mat, encerrado ahora en la penumbra de la farmacia, se dispuso a ver el exterior por medio de la ahora cerrada entrada, visto cómo el poderoso viento arrastraba cualquier cosa que se encontrara en su camino, desparecidos los autos conforme pasó el tiempo.

Una hora sin luz y Nolan continuaba preocupado por Mat. Desconectaba y conectaba sus datos para probar suerte, mas no había señal de que se restauraría pronto, impotente el adulto de no poder hacer nada. De pronto, un poderoso estruendo se escuchó afuera, en medio de la tormenta, a la par del choque de un relámpago.

La fuerza del viento había conseguido tumbar uno de los anuncios panorámicos de un supermercado cercano, provocado un desastre en los alrededores, atemorizados los vecinos, pues el sitio no estaba muy lejano.

Eso le hizo recordar a Nolan que la farmacia tiene un anuncio similar, por lo que revisó una vez más su móvil y, al ver que no tenía señal aún, tomó una chaqueta, metió su móvil en una bolsa de plástico y salió en medio del aguacero para ir con Mat sin importarle nada.

Por otro lado, el muchacho escuchó el estruendo, algo que asustó a las dos señoras que estaban con él en el sitio.

—¿Qué fue eso? —dijo alarmada una de ellas, mas la oscuridad de la noche y la pesada tormenta no dejó que vieran lo que ocurría a la distancia, percibido el sonido metálico del anuncio de la farmacia, sonido producido por el tambaleo de este objeto, estirado de su base gracias al viento.




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