El jardín espinado

Décimo primer Relato: Primero

Nathan, emocionado, tragó saliva, expectante de lo que pudiera seguir en la historia, aunque Nate sólo lo miraba y bebía vino, sin continuar con el relato.

—¿Qué demonios esperas?

—¿No tienes nada qué decir al respecto? —preguntó el mayor, curioso.

—Bueno, sí. Muchas cosas, en realidad. ¿Desde cuando los heteros son tan cariñosos?

—A veces lo son, otras tal vez han descubierto cosas que no sabían que podían sentir —aseguró el viejo, emocionado Nathan por ello.

—¡Se enamoro, entonces!

—Desde antes ya había sentido cosas por Nolan. Más de lo que podría ser una amistad, pero también tenía sus dudas. Esperaba a que el otro diera el paso importante, por eso estaba aprovechando la situación para orillarlo a hacer algo más, pero…

—No ocurrió, ¿cierto? —Nate asintió con la cabeza, escuchado el suspiro de su invitado al saber aquello, decepcionado. —¡Con un demonio! Si yo estuviera en esa sit… Espera un momento. —Se interrumpió el adolescente, consternado.

—¿Qué pasó?

—¿Quién te contó esta historia? —Al cuestionar eso, la expresión del anfitrión cambio a una de misterio y felicidad.

—Veo que ya te estás haciendo las preguntas importantes.

—Al inicio creí que había sido Mat, porque conocías su pasado y con él empezamos, pero luego describiste pensamientos de Nolan, por lo que se me hizo obvio pensar que en realidad él fue quien te dijo. ¡Pero eso acaba de cambiar porque me dijiste como se sintió Mat y lo que traía en mente!

—Así es. Y no te preocupes, pronto lo averiguaras por tu cuenta —explicó el mayor, continuada la historia de inmediato.

La noche pasó tranquila, y como bien sabes, también el huracán. Por lo que, a la mañana siguiente, ya fue tiempo para que Mat regresara a su hogar.

En un inicio, se notaba que ambos estaban aplazando la retirada del joven, pero al final, tuvo que suceder, despedido con un fuerte abrazo del mayor y prometido verse pronto, cosa que, de alguna manera u otra, Nolan resintió, pues al cerrar la puerta, no pudo evitar llorar y sentir su corazón acelerado.

«¿Qué carajo me pasa?», se preguntó el adulto, consternado. «Siempre es lo mismo, no caigas, por favor. Es un chico y ni siquiera es gay. No lo hagas, corazón. Te lo suplico», continuaba diciendo dentro de su mente, triste e ilusionado.

Por su parte, Mat estaba muy feliz, con el corazón repleto de colores brillantes y un hueco en su pecho. Mientras caminaba hacia su hogar recordaba el aroma de Nolan, la calidez de su cuerpo y como sus ojos se perdían en su rostro cuando lo miraba sonriéndole.

«Maldición, ¿cómo es posible?», dudaba el estudiante, golpeadas sus mejillas con ambas manos para despabilarse y continuar su camino.

Toda la noche fue una tortura para ambos. No dejaban de pensar el uno en el otro, se extrañaban y morían por enviarse mensajes para saber cómo estaba quien invadía su cerebro a cada segundo. Mas no dieron el primer paso en ningún momento. Estaban avergonzados, temerosos y confundidos por el mar de sentimientos que tenían dentro, decidido tratar de dormir y esperar a lo que la vida les regalase al día siguiente.

Las cosas fueron normales tanto en la mañana como en la tarde. El anunció panorámico cayó sobre la farmacia, pero no había destruido lo suficiente como para evitar que haya trabajo. Así que Mat y las demás empleadas asistieron como era costumbre, notado al estudiante un poco más alegre que antes y también algo apresurado por que ya fuera la salida.

Decidido y nervioso, una hora antes de terminar de trabajar, Mat envió un mensaje a Nolan, en el cual le preguntaba que si iba podía ir a visitarlo luego del trabajo. El arquitecto no se opuso para nada, por el contrario, se alegró mucho de esto. De igual manera, cuestionó la razón por la cual quería ir el chico, cosa que le comentó Mat le respondería cuando estuviera allá.

Sin pensarlo un segundo, Nolan saltó de su cama, pues se hallaba acostado, y se enlistó para recibir a muchacho. Se duchó, peinó, perfumó, eligió ropa que se le viera bien y se revisó en el espejo varias veces antes que el estudiante llegara.

Fue entonces que se detuvo unos momentos al ver su reflejo y, en voz alta, se preguntó algo.

—¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué tan arreglado? —Se cuestionó una vez que estuvo ya listo, pues fue ahí cuando se dio cuenta que estaba tratando de verse lo mejor posible para recibir una visita en casa.

Nolan pensó en ponerse algo más cómodo, mas ya era tarde. Mat tocó a al puerta, por lo que no le quedó de otra más que recibirlo así, apenado y con la mirada baja al abrirle la puerta, algo que cambió al momento de buscar los ojos del moreno, emitida una sonrisa sincera por ambos al cruzar miradas.

—¡Ey!

—¡Ey! Emm… ¡Hola! Perdona si interrumpí algo o si vas a salir. Me iré pronto si es así.

—¡No! Nada qué ver —contestó Nolan con el rostro rojo, un tanto exaltado.

—¿Entonces porque tan arreglado? ¡Ja, ja, ja!

—Sí, creo que exageré…

—Me gusta. Te ves bien —comentó el joven al retirar su mirada del adulto, apenado.

—¡G-gracias! ¡Pasa! No te quedes ahí. —Mat de inmediato se adentró al hogar y dejó su mochila al lado de un sofá, pero entonces Nolan lo invitó a pasar a su habitación, pues allá tiene la televisión y la computadora. En la sala no había nada más que los muebles.

Una vez arriba, Mat se sintió más cómodo y Nolan le ofreció quitarse los tenis, cosa que el joven hizo luego de agradecer, imitado el mayor por él y sentado a su lado en la cama.

—¿Y bien? ¿Por qué de repente quisiste venir? ¿Pasó algo? —mencionó curioso el anfitrión, notada la sonrisa nerviosa de Mat.

—Pues, para ser honesto, sólo quería venir a dar la vuelta. Tenía ganas de venir a cotorrear, es todo —confesó el joven, algo que sonrojó a Nolan y lo puso muy feliz.

—¡Cool! Entonces… ¿Qué te parece si jugamos a algo o quieres ver una película? ¿Alguna serie o anime? ¡Tú eliges!




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