El jardín espinado

Último Relato: El Jardín Espinado

Un silencio terrible se formó en la sala de Nate, encontrados tanto aquel como Nathan sin decir ya nada al respecto de la historia que parecía haber concluido.

Nathan, preocupado y consternado, bajó la mirada, confundido y dolido por lo que acababa de escuchar, sin poder completar una sola frase, notado que Nate estaba a la espera de su reacción o respuesta ante lo descubierto.

—Yo… ¿Por qué? —Se preguntó el joven, desconcertado.

—Ya deberías saberlo —contestó Nate luego de un suspiro profundo—. Hemos pasado suficiente tiempo juntos como para que no puedas dilucidar qué sucedió. Sé que lo entiendes, pero no puedes aceptarlo porque suena cruel e injusto para Nolan, con quien nos identificamos por ser homosexuales. Pero, ¿qué hay de Mat? ¿Qué siente? —cuestionó el mayor, mortificado Nathan por esas palabras.

—Durante años Mat estuvo deseando una oportunidad con Madison. A pesar que lo trató mal y se burló de él, en secreto, sin que se diera cuenta, seguía enamorado de ella. Nunca tuvo la oportunidad de ganarle verdadero rencor, no pudo generar algo tan fuerte como el odio porque apenas y la conocía. Años de querer alcanzar una estrella y un día, se vuelve realidad.

—Así es.

—Pero, ¿por qué ella se interesó de un día para el otro?

—No fue así —corrigió el mayor, pensativo—. Pasaron un par de meses en los cuales Mat subía mucho contenido a redes muy feliz. Si pudieras ver su photoment te darías cuenta del tremendo cambio que se nota. Cuando las personas son por completo felices, es cuando atraen a los demás. Nadie quiere tener que cuidar de alguien triste, todos desean llenarse de felicidad y amor. Aunque, a mi perspectiva, el verdadero amor nace en la oscuridad y el dolor.

—¿Qué tal tú? —Aquello hizo que Nate levantara la mirada, extrañado. —¿Tu verdadero amor nació en esos lugares tan horribles?

—Sí —confesó Nate temblando un poco, cerrado su puño para tranquilizarse—. A veces, la vida te demuestra lo peor de la gente. Al verlos tan vulnerables y destrozados, al sentir cómo crecen y retoman vuelo, el querer seguirlos a pesar de todo, es ahí cuando hayas verdadero amor —destacó el mayor, tranquilo—. El ver a alguien y de inmediato sentirte impregnado de sentimientos románticos es una estupidez. Es sólo un momento. Es bonito y llena el corazón, pero no es lo que yo llamaría «amor de verdad».

—¿No tuviste eso?

—No, y no lo necesito —último Nate, serio, visto cómo el chico estaba llorando—. Pero tú no eres yo, Nathan. La vida puede darte oportunidades para encontrarte con gente que te ame y aprecie. Tómalas.

—¿Qué hay de Mat y Nolan?

—Mat decidió ir por sus sueños, tratar de alcanzar lo que siempre le pareció intocable. En cuando a Nolan, aprendió una valiosa lección. Una que estoy seguro no olvidará.

—Entonces, ¿así termina?

—No, aunque es tarde…

—No importa. Por favor, termina de una vez —pidió el joven, limpiadas las lágrimas de sus ojos, iniciado el final de todo.

Nolan, destrozado, se hinco detrás de la puerta de su hogar, con lágrimas en sus ojos y el corazón lleno de heridas que no podía dejar de sentir. Recordó cada buen momento que vivió con el joven que había dejado entrar en su vida y se dio cuenta de la realidad.

Él nunca fue contemplado para ser algo más que su amigo y conforte. Jamás hablaron de formalizar o de qué sentía Mat que había en realidad entre los dos.

Quería reclamarle, gritarle, insultarle, pero sentía que sería una perdida de tiempo, que sólo lo lastimaría más profundo.

Por ello, fue hasta el jardín que tenía detrás, molesto y lleno de decepción. Despechado, Nolan arrancó las flores de cada una de las macetas, espinadas sus manos al hacerlo, llenas de sangre y astillas.

Al final, llegó a la flor de su primera planta, la cual estuvo a punto de destrozar, pero decidió no hacerlo, porque una parte de él quería recordar que, al menos por un poco tiempo, sintió verdadero amor una vez más, cuando ya no lo buscaba, en el momento que pensó que no podía haber otra vez aquello en su vida.

Tomó una foto y guardó su móvil, abandonado el invernadero para regresar a su casa, manchada la puerta con la sangre de Nolan, al igual que todo lo que fue tocando en el camino.

La noche pasó a una velocidad impresionante, y el tiempo de la cita de Mat y Madison llegó a su inicio, arreglado el muchacho tanto como pudo, llevadas unas flores para la chica que estaba esperando en la entrada de la sala.

Mat esperó casi una hora, hasta que la joven por fin arribó, tranquila y retrasada, bien vestida para la ocasión. Ésta le sonrió a su cita apenas lo vio, extrañada de ver el regalo que le había llevado.

—¿Y estas flores? —preguntó Madison, cuyo rostro no parecía ser de agrado.

—Bueno, quise comprarte algo para festejar nuestra primera salida.

—¡Oh! Gracias, pero no quiero cargarlas para todos lados. ¿La puedes llevar tú?

—Pues… ¡Sí, claro! ¡Vamos! —invitó Mat a la chica al interior del cine, en donde estuvieron tratando de elegir una película, indecisa Madison de qué deseaba ver.

Un poco desesperado, Mat sugirió una película romántica de anime que estaban pasando, pero la chica rio al escuchar tal cosa, destacado que no le gustaban ese tipo de cosas para nada, a pesar que se tratara de temática romántica.

Al final, decidieron ver una producción regional de comedia y romance, a la que Mat no se veía muy animado en consumir, pero todo era por tener a Madison feliz.

Compraron las entradas, palomitas y pasaron a la sala, tomadas fotos por la chica de ambos, publicado de inmediato.

Madison continuaba en el móvil, a la par que Mat comía un poco de palomitas, nervioso y sin saber qué decir, visto que su acompañante sonreía al ver su teléfono, ignorado su alrededor.

—Emm… ¿Y qué has hecho estos años? ¿A qué facultad entraste?




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