—Buenos días, mi nombre es Olivia. —Una mujer de cabello largo, lacio y castaño empezó a hablar mientras acomodaba sus lentes—. Soy la encargada de enseñarles sobre la historia de la hechicería y directora de la escuela.
Jenna sacaba un cuaderno de su maletín de tela, lo colocó sobre la mesa de madera que compartía con Zoe, una chica que, al igual que ella, era recién egresada a la Escuela Superior de Hechicería gracias a que provenía de una familia con antecedentes de tener rituales.
—Es la primera clase con ella, ¿no?
Jenna asintió a las palabras de su compañera, sacó su lapicera y empezó a buscar un bolígrafo negro.
—Escuché que estaba fuera de la escuela investigando algo —continuó Zoe mientras ponía una tableta sobre la mesa—, también que es raro que salga de la escuela. ¿No crees que algo importante esté pasando?
—Aunque fuera así —interrumpió Jenna al momento—, ¿por qué se lo dirían a unas recién egresadas?
Zoe se mantuvo pensativa un momento, poco después hizo un gesto de aprobación.
—Una vez están listas —dijo la mujer al frente—, quiero preguntar algo. ¿Cuándo surgió la Escuela Superior de Hechicería?
El salón se mantuvo en silencio, algunos alumnos miraban a través de la ventana, otros jugaban con su celular por debajo de la mesa y unos pocos prestaban atención.
—Surgió con la tercera generación de hechiceros, a la que pertenecen la mayoría de los que ahora son de Alto Grado y Grado Puro. —La profesora vestía un saco azul rojo, una falda azul marino, más que su uniforme de hechicera parecía un uniforme exclusivo para dar clases—. Una vez sellaron al hechicero más fuerte registrado en la historia, se decidió regular el uso de las técnicas rituales en la medida de lo posible, ¿alguien sabe qué peculiaridad tienen los hechiceros de generaciones antiguas a la tercera?
—Herramientas sacras —soltó Zoe en voz alta—, algunos miembros de mi familia aún las usan.
—Correcto. Las herramientas sacras eran el corazón de las técnicas rituales, daban confianza al portador para crear su magia, sin embargo, hacer uso de más de una herramienta sacra fragmenta el alma, lo cual termina en problemas psicológicos.
Jenna levantó la mano, Olivia le cedió la palabra.
—¿Por eso el hechicero al que sellaron era tan poderoso?
—Justamente —dijo Olivia—. Fue él quien marcó el inicio de la primera generación de hechiceros, misma a la que pertenezco, también fue él quien provocó el asesinato de la mayoría de hechiceros en el país.
—¿Antes de él no había hechiceros? —preguntó un alumno del lado contrario al que estaba Jenna.
—Los había, por supuesto. Su organización nunca dio lugar a grupos de hechiceros más allá de las familias Kamori, Rossi, Silva o Müller, quienes se limitaban a exorcizar entes malignos o heredar sus conocimientos entre ellos.
Jenna tomaba notas en su libreta, de repente veía de reojo a su compañera Zoe, quien anotaba en su tableta con un lápiz digital. La clase prosiguió durante el resto de la hora, al terminar y salir del salón, Jenna se topó con Gabriel acompañado de un chico alto con lentes.
—Mira quien está aquí —dijo Gabriel, quien detuvo la plática con su acompañante—, la chica nueva que traje.
—Hola Gabriel, no te había visto desde que llegué aquí.
—Pero si apenas va una semana. Bueno, no te culpo, ni siquiera estaba en la escuela, después de mi amabilidad para ir por ti los directivos decidieron castigarme.
—¿Enserio? Ahora que lo dices —dijo Jenna con un tono pensativo y miró por un segundo a Zoe, sólo para regresar la mirada a Gabriel—, ¿qué clase de castigos hay aquí?
—Tan rápido pensando en romper reglas, se ve que te traje yo. También veo que conseguiste una amiga, me llamo Gabriel, como habrás escuchado.
—Soy Zoe, con razón te me hacías conocido. En mi familia han hablado de ti, dicen que podrías llegar al nivel de “El Sellado”.
Jenna pensó por unos segundos y llegó a la conclusión de que “El Sellado” era el mismo que aquel hechicero del que hablaban en clase previamente.
—Volviendo a lo de los castigos, normalmente te mandan a hacer su trabajo porque son unos flojos, esta vez me mandaron a hacer la otra mitad del trabajo de la directora.
—¿No te dijeron que no hablaras de eso? —dijo el chico que acompañaba a Gabriel.
—Da igual, por cierto, él es Dann, igual de Alto Grado.
Ambas chicas saludaron a Dann. Él les regresó el saludo. Tras una breve plática que se extendió poco más, todos retomaron sus caminos.
—¿A qué familia perteneces para que sepan de hechicería? —preguntó Jenna.
Zoe levantó los hombros y siguió caminando. Tras la hora de descanso, ambas se dirigieron a su última clase en el patio de la escuela, allí esperaban varios alumnos y dos profesoras.
—Ya casi estamos todos —dijo una profesora que vestía unos baggy pans beige, un top y unos tenis negros—, con ellas dos sólo falta una.
La otra profesora asintió, vestía una bata blanca y tenía un aspecto más cansado, incluso su cabello estaba limitado a estar amarrado con una liga, mientras que la ropa debajo de su bata era el pijama de esa mañana. Unos minutos después llegó una chica con el uniforme de los estudiantes de Grado Bajo y un cuaderno.
—Bien, ahora que estamos todos —empezó a hablar en voz alta la profesora con el top—, ya me conocen a mí, estuvimos varias clases discutiendo sus técnicas rituales en el salón, ahora que las conozco creo que debemos empezar a practicar con ellas. Les presento a Mikaela, algunos ya la conocerán como la enfermera de la escuela.
—Hola —dijo Mikaela con un tono apagado.
—Riko siempre es muy energética —empezó a susurrarle Zoe a Jenna—, hasta se me hace raro verla junto a la enfermera de la escuela.
—Ya ves —respondió Jenna—, polos opuestos se atraen.
Riko pidió a los estudiantes formar un círculo, cuando la obedecieron, con ella en el centro y a su lado Mikaela, empezó a dar instrucciones.
—Bien, ahora les invocaré algunos entes pequeños y quiero que usen sus habilidades para exorcizarlos, es para saber qué tanto dominio le tienen. Les daré un ejemplo.
Riko tronó los dedos, frente a ella apareció una forma humanoide de su altura, se mantenía temblando, no tenía boca y sus ojos estaban salidos.
—Claro que les pondré una más débil, un gusano o algo así.
El ente dejó de temblar y soltó un golpe a Riko, quien se agachó para esquivarlo y de una patada a las piernas derrumbó al ente.
—Normalmente recomiendo inhabilitar el movimiento de las piernas, no suelen levantarse muy rápido si son débiles.
Riko levantó el brazo.
—Técnica ritual, transformación.
La mano de Riko cambió de forma y tomó la de una daga, con un rápido y fuerte golpe partió al ente, su mano volvió a la normalidad.
—¿Ven? Hay formas de hacer nuestro trabajo como hechiceros más sencillo, claro que requiere práctica. Técnica ritual, absorción.
El ente maligno se deshizo en un espiral que provenía del interior de la mano de Riko hasta ser absorbido totalmente. Mikaela se mantuvo quieta en todo momento, observando los movimientos de su compañera.
—¿Quién sigue? —dijo Riko.
Zoe levantó la mano. Pasó al frente tras un gesto de Riko. Un ente maligno similar a un pequeño duende deforme apareció.
—Es muy pequeño —dijo Zoe entre dientes.
El ente saltó hacia el rostro de Zoe, quien se hizo para atrás y dibujó una línea diagonal imaginaria sobre la criatura, la atravesaba de lado a lado, cuando la criatura cayó al suelo después de la esquiva de Zoe tenía una marca sobre su cuerpo donde la chica la había hecho.
—Técnica ritual, veneno.
El anillo que la chica usaba en su dedo índice izquierdo, y con el que hizo la marca, empezó a brillar, Zoe miraba desde arriba cómo la marca sobre el ente empezaba a brillar del mismo tono verde. Dibujó una línea horizontal que atravesaba el cuello del ente, esta vez con su dedo índice derecho en el que usaba otro anillo.
-Técnica ritual, corte.
La cabeza del ente fue cortada, al instante, Riko la absorbió.
—Perdón, pensé que el corte sería mucho menos profundo —dijo Zoe a Riko.
—Fue perfecto, creo que tu veneno ayuda a debilitar al enemigo y hacer tus cortes más efectivos —dijo Mikaela, quien habló por primera vez—, aunque, parece que no lo habías pensado siquiera.
Zoe hizo una reverencia y se mantuvo en silencio. Riko avanzó un paso cuando Zoe volvió a su lugar.
—Ahora tú —dijo mientras señalaba a la última chica que había llegado—, por haber llegado última te toca pasar. ¿Me recuerdas tu nombre?
—Lexa —dijo y pasó al frente.
Un ente maligno con forma de gusano se invocó frente a ella, con una ligera sonrisa empezó a buscar en su cuaderno. El ente se lanzó hacia ella, cuando se intentó ladear para quitarse no tomó la suficiente distancia y obtuvo un corte en su brazo que pronto empezó a sangrar. La chica no se inmutó, cuando encontró la hoja de su interés la arrancó y la elevó.
—Técnica ritual, manifestación.
Lanzó la hoja al suelo, en ella había un dibujo boceteado de un gusano similar al que tenía enfrente, pero en llamas. Tan pronto como la hoja cayó al suelo el gusano se prendió en llamas. Pronto fue absorbido por Riko.
—Tuve suerte —dijo Lexa y se giró a Riko—, tengo dibujos de aquellos entes que ya he visto.
Mikaela se levantó y tomó el brazo de la chica.
—Técnica ritual, costura divina —dijo y la herida empezó a cerrarse, dejaba una cicatriz que a los segundos desaparecía—. Los gusanos son muy comunes, ¿no?
Lexa asintió. Así, durante el resto de la clase los alumnos pasaron a demostrar sus técnicas rituales. Esa era la última clase de ese viernes para Jenna y Zoe, ambas decidieron ir a una plaza cercana a la escuela para pasear.
—No sabía que tu técnica era tan poderosa —dijo Jenna mientras revisaba las tallas de una blusa—, sólo había escuchado sobre ella.
—Bueno, decir que puedo envenenar y cortar con líneas imaginarias da mucho a la imaginación —dijo Zoe sentada detrás de su amiga.
Jenna sacó una blusa, hizo un gesto con la cabeza a Zoe, ambas fueron a la caja para pagar la blusa. Salieron de la tienda, al otro lado vieron a Gabriel con Vanesa, desde su perspectiva se veía que discutían. Decidieron acercarse a saludarlos.
—Hola Gabriel, Vanesa.
Captaron su atención al instante.
—Ah, hola, Jenna —dijo Vanesa, sorprendida de ver a la chica.
—Hola, ¿qué haces por aquí? —preguntó Gabriel.
—Vine a pasear después de clases con Zoe. ¿Ustedes que hacen por aquí?
—Buscamos un regalo para un amigo, será su cumpleaños y queríamos comprarle algo —dijo Vanesa.
El grupo decidió caminar en conjunto durante el resto de la tarde, volvieron al mismo tiempo a la Escuela Superior de Hechicería.
—Mañana despiértate temprano —dijo Vanesa al despedirse de Jenna, Zoe ya había ido a su habitación.
Jenna mostró una cara de confusión.
—No le dijiste, ¿cierto? —dijo Vanesa mientras miraba a Gabriel, quien volteaba las puertas de las habitaciones.
—¿Qué debía decirme?
—Mañana iremos a una misión, normalmente no envían a los de primer grado, pero dicen que ven potencial en ti y esas babosadas, pensaba evitarlo y decírtelo sólo si no podía. No sé por qué son tan necios en enviarte.
Se creó un silencio tras las palabras de Gabriel.
—Está bien, si voy con alguno de ustedes seguro estaré bien —dijo Jenna para calmar el ambiente.
—Iré yo —dijo Gabriel—, querían mandarte sola, pero dije que si no iba yo, ni siquiera ellos podrían ir.
—También iré yo, aunque tengo órdenes de permanecer afuera, me dijeron que llevara a alguien más por si algo salía mal.
Gabriel se giró hacia Vanesa, entendió sus palabras.
—Lleva a alguien de confianza, entonces.
—Tengo que contarle de lo que me dijiste, ¿no?
Gabriel asintió a lo que Vanesa le dijo. La chica se fue a su habitación, Gabriel se quedó un momento más con Jenna.
—Hay algo que deberías saber —dijo con un tono más serio de lo habitual, lo cual era raro, ya que el chico solía mantenerse animado—, pero ten por seguro que mañana te lo diré.
El chico se retiró, Jenna entró a su habitación y, tras una ducha y ponerse su pijama, se dispuso a dormir. Esa noche durmió intranquila, sentía desconfianza.
La misión se llevaría a cabo en un edificio en construcción, estaba casi terminado a excepción de los últimos pisos. Se había reportado que los trabajadores emitían varias quejas sobre eventos paranormales y, en general, sucesos inexplicables.
—No es un reporte completo como siempre —dijo un chico con cabello castaño que acompañaba como copiloto a Vanesa—, creo que tienen razón, además, para mandar a tres hechiceros de Alto Grado.
—Originalmente sólo mandarían a Jenna —dijo Gabriel, sentado en la parte de atrás y sin separar la mirada de la ventana—, me da más preocupación eso, además, normalmente mandan uno o dos Alto Grado a una misión de inicio, como la última vez.
—Bueno, desconfían de ti —dijo Vanesa—. Quien en su posición no lo haría después del incidente en el metro.
Gabriel se mantuvo en silencio, pero hizo una mueca de desagrado. Llegaron al destino unos minutos después, la zona estaba vacía, no sólo el edificio, sino toda la calle.
—Parece que alguien evacuó —dijo Gabriel cuando bajó del coche y se paró frente al edificio.
Los otros tres bajaron del coche y se colocaron a lado de su amigo. Gabriel empezó a caminar para romper la tira de contención y adentrarse en el edificio.
—Vanesa, cuéntale a Adrián lo que te dije ayer, yo se lo diré a Jenna.
La chica asintió y se acercó al chico que estaba recargado en el auto. Jenna siguió a Gabriel. Caminaron al interior del edificio, cuando estaban en el segundo piso, Gabriel comenzó a hablar.
—Los directivos desconfían de ti tanto como de mí, creen que estás relacionada a la grieta en el sello. —Jenna se limitó a escuchar con sorpresa y curiosidad—. Esa grieta marcó el inicio de la cuarta generación, de hecho, lo que les enseñan es diferente a lo que me enseñaron, a mí nunca me enseñaron sobre la historia de la hechicería, por ejemplo, tal vez no era necesario.
—¿Por qué ahora lo sería?
—Es más cómodo saber a qué te enfrentas, ¿no? —Jenna reflexionó un momento las palabras que salieron de Gabriel—. Tal vez ahora te preguntes por qué estarías relacionada, es por tu técnica. La técnica de posesión maldita, como ellos le llaman, era la técnica innata de Niko.
Jenna mostró una cara de duda ante la declaración de Gabriel.
—Niko, el hechicero sellado. —El rostro de Jenna se llenó más de sorpresa—. Es diferente a los anillos de tu amiga Zoe, ella no imbuye los anillos con su técnica ritual, en realidad los anillos ya la tienen de generaciones atrás, así fueron creados. Tú puedes poseer cualquier objeto y usarlo como herramienta sacra, así como Niko lo hacía. Por cierto, no digas su nombre frente a ellos.
—Dices que estamos relacionados de algún modo.
—No hay forma, el único interés romántico de Niko fue Olivia durante sus años universitarios.
—¿Vivió toda su vida enamorado de la directora?
—Si a toda su vida te refieres a los dos años desde los que inició su incursión a la hechicería, sí. Lo peligroso de tu técnica está en el uso que se le puede dar.
—¿Por qué no limitarme y ya?
—Porque no saben dónde poner el límite. Esta semana fui enviado a buscar la herramienta sacra de Niko, al menos la principal que usaba, y destruirla.
—¿Y cuál era su herramienta sacra?
Gabriel frenó un momento sus pasos, su alrededor estaba oscuro no era producto de un territorio, sino de las mantas que recubrían las paredes del edificio. Jenna se mantuvo en silencio, esperaba que Gabriel hiciera algo.
—El Tarot, ¿no? —dijo una voz desde las sombras, no parecía la típica voz distorsionada de un ente maligno.
Gabriel se alarmó, empezó a buscar a todos lados mientras se mantenía al pendiente de Jenna. Pasos se empezaron a escuchar de todas direcciones, cuando Gabriel miró al suelo los notó. Una cantidad innumerable de ciempiés de un metro de longitud empezaron a acercarse a ellos a gran velocidad.
—Hola, me llamo Roman. —Cuando las palabras se pronunciaron, desde las sombras salió un hombre con ropa negra y delgado, los ciempiés frenaron—. ¿Qué relación tienen con la Escuela Superior de Hechicería?
Las manos de Gabriel se recubrieron de una energía turquesa, poco a poco la energía recubrió todo su cuerpo. Mientras tanto, Jenna tomaba los palos de madera que había guardado en la parte posterior de su pantalón.
—Somos hechiceros —dijo Gabriel—, ¿y tú?
—Pueden considerarme uno —dijo Roman y dio un aplauso.
Las criaturas empezaron a acercarse a Gabriel y a Jenna, quienes los pisaban y atacaban, la chica los atravesaba con los palitos, mismos que lanzaba con fuerza para que atravesaran a la criatura y, gracias a la energía ritual que les imbuía, los hacía volver a ella. Gabriel los pisaba y sujetaba con fuerza para deshacerse de ellos.
—Veo que aprendiste algo con Riko —dijo Gabriel.
—Me dio la idea, dijo que si hago algo mío volverá a mí.
Antes de lo que creían, los ciempiés estaban derrotados, entonces Gabriel se dirigió a Roman.
—¿Qué tal si vienes con nosotros? Si te entregas voluntariamente el castigo es menor.
Roman sonrió, aprovechó la lejanía con los hechiceros y unió sus manos formando un triángulo.
—Técnica ritual, rey de la colina.
Los cadáveres de los ciempiés empezaron a desintegrarse y se acercaban a Roman, cuando estaban a un metro de él empezaron a formar una figura humanoide de dos metros, su piel era totalmente blanca, no tenía ojos ni boca, un cuerpo musculoso y en sus manos tenía garras.
—Ya estoy en condiciones de hablar, ¿ustedes comienzan?
Gabriel retrocedió un poco y Jenna hizo lo mismo, la criatura, una vez se formó por completo, dio una fuerte pisada que hizo temblar todo el edificio. Adrián y Vanesa lo notaron al instante y decidieron entrar.