—Usar la materia que sobra de los cadáveres de entes malignos es genial, parecería una manera creativa de reciclar entes, sin embargo, entre más fuerte sea el ente, más fuerte se vuelve mi creación, aunque claro, no puede usar técnicas rituales de las partes que lo conforman, sólo puede amplificar las suyas.
Roman se encontraba tras la criatura que acababa de formar, Gabriel no dejaba de ver alrededor, sólo para encontrarse con que estaban en el séptimo piso del edificio.
—Veo que no se interesan mucho en lo que les digo, tal vez porque no los he presentado formalmente, Kino, te presento a los hechiceros, hechiceros, les presento a Kino.
—Tu hijo es encantador —dijo Gabriel con un tono de sarcasmo—, pero hoy no tengo tiempo para estar de niñero.
—Qué mal, deberían jugar cinco minutos, no creo que se cansen con eso.
Kino, “El Rey de la Colina”, se lanzó hacia los hechiceros para atacarlos. Cuando estuvo cerca y soltó un golpe, no logró darle más que al aire. Gabriel estaba a su izquierda y Jenna a su derecha.
—Ve por el chico, Kino, parece que tiene prisa.
El ente se giró hacia Gabriel, quien mostró en su rostro una mueca de molestia. El chico juntó las palmas de sus manos, al separarlas salió una vara del mismo color que antes había iluminado su cuerpo.
—Si los ciempiés son débiles, entonces tu cosa ésta debería serlo, ¿no?
Gabriel tomó impulso del suelo y se lanzó para golpear a la criatura con la vara que había formado, tenía una longitud de aproximadamente un metro. La criatura se limitó a cubrirse con un brazo, sin embargo, los golpes dejaban marcas en su piel. Jenna no sabía qué hacer en medio de la batalla, cuando se giró a ver a Roman lo encontró observando con una sonrisa la pelea entre su creación y el chico. Jenna lanzó sus palos de madera hacia Roman, a sabiendas de que los bloquearía o esquivaría, cambió su trayectoria. Roman tuvo que moverse de su posición.
—Qué molesta —dijo Roman—. Te subestimé mucho.
Roman sacó una pequeña bola de carne morada de su bolsillo y la lanzó hacia Jenna, poco antes de llegar a ella se transformó en un ente idéntico al que había visto en la universidad. La chica retrocedió unos pasos, reconoció al ente en un instante.
—Encárgate de ella —dijo Roman y se sentó en el suelo.
Gabriel mantenía su pelea en golpes y esquivas, ni Kino ni él lograban acertar un golpe que provocara un daño considerable, mientras tanto, Jenna se mantenía huyendo del ente, por instinto fue a las escaleras y se dirigió al piso de abajo, su pensamiento fue simple: “Aquí no le estorbaré a Gabriel”.
El chico notó que su compañera no estaba, entonces tuvo una ocurrencia de un plan. Al mismo tiempo que Jenna bajaba las escaleras, Gabriel logró escabullirse hasta las espaldas de Kino, vio fijamente a los ojos de Roman y desapareció la vara con la que luchaba, entonces juntó sus manos entrecruzando sus dedos y empezó a recitar un ritual.
—Técnica ritual de territorio, reino de Dios.
El edificio se empezó a recubrir de una masa negra con puntos blancos que se originó desde la posición donde Gabriel estaba parado. Jenna lo notó desde el piso de abajo, al igual que Vanesa y Adrián desde las escaleras, ellos dos sabían lo que ocurría. Jenna llegó al piso de abajo, su alrededor parecía extenderse sin fin a todas direcciones, sin embargo, algunos materiales que ya estaban ahí se conservaron sin ser afectados por la masa.
—Mi turno —dijo Jenna y se agachó para sostener una vara de metal un poco más grande que su brazo.
La criatura se lanzó hacia ella en cuanto tuvo la oportunidad, la chica se limitó a lanzarse hacia la barra más cercana para repetir el proceso. Ocurrió así otras tres veces, Jenna no tenía éxito en lo que intentaba y ya se había quedado sin barras cerca.
—Técnica ritual —dijo en un grito que sonaba desesperado—, imán.
Jenna se lanzó hacia la criatura, las barras que previamente había tocado se acercaron a gran velocidad hacia ella de todas direcciones, gracias a que se agachó a quien impactaron fue a la criatura, dejándola inmóvil por unos segundos. Jenna aprovechó ese escaso tiempo para acercarse a unas varillas y sostener las que pudo en su mano derecha.
—Técnica ritual, manipulación de forma.
Las varillas empezaron a fundirse en su mano y cambiar de forma, el ente recuperó su movimiento, un pequeño temblor sacudió el edificio y el suelo, aún cubierto de la masa negra, empezó a fracturarse. Gabriel había activado su territorio, dentro de él podía manipular todo lo que estuviera cubierto por la masa negra. Gabriel hizo salir cadenas del suelo que capturaron los brazos y piernas de la criatura, dejándola inmóvil, por otra parte, lanzó cadenas hacia Roman, quien se vio obligado a levantarse y huir de las mismas.
—Eres molesto, ¿sabes? —dijo Gabriel con una sonrisa en el rostro-, pero la verdad, ya tenía ganas de mostrar que soy fuerte.
Gabriel se lanzó hasta Roman, la criatura se intentaba soltar de las cadenas.
—¿No piensas ayudar a tu amiga?
—Ella puede sola, le dejé material para trabajar.
El chico logró llegar a su adversario, empezó un intercambio de golpes en el que ambos lograban bloquear efectivamente al otro. De reojo Gabriel notó que la criatura había roto la cadena que mantenía atrapado su brazo izquierdo, al instante el chico retrocedió.
—Perdona, me molesta esa cosa —dijo Gabriel.
Con un gesto de manos apretó las cadenas y se extendieron para recubrir por completo a Kino, cuando lo único que se veía era una forma humanoide formada de cadenas, éstas desaparecieron sin dejar rastro del ente.
—¿En qué estábamos? —preguntó Gabriel.
Roman se lanzó para golpear a Gabriel, quien, en lugar de cubrirlo como siempre hacía se movió a un lado y aprovechó para sujetarlo del brazo. Roman mostró sorpresa, al instante fue derribado al suelo y aprisionado por cadenas. Se sintió un pequeño temblor que empezó a fracturar el suelo.