El jardín libro Ii: Sobre la sinfonía.

Capítulo 7: Caminos separados, quizá.

—Te ve diferente, Jenna.

La chica miró a su amiga, tenía los palillos chinos entre sus dedos e intentaba agarrar una verdura de su ramen. Los acomodó en la orilla del plato y reflexionó durante un momento.

—¿Diferente en qué?

—Bueno. —Sabina dudó sobre seguir hablando, había evitado decirlo durante los últimos meses, sin embargo, el estado de su amiga le parecía alarmante—. Te ves cansada, tienes ojeras todo el tiempo y cuando salimos te estás quedando dormida casi todo el tiempo. ¿Todo está bien en la escuela?

Jenna se quedó pensativa durante un momento, tomó su celular y puso la cámara frontal. Su rostro era como lo describía su amiga, incluso su cabello se veía descuidado, era más largo de lo usual y no estaba parejo. Un mensaje llegó, decía: “Llego en cinco”.

—Han sido días difíciles, los exámenes, clases, entrenar, ya sabes.

Sabina no estaba convencida con la respuesta que Jenna le dio, la miró por un momento y siguió comiendo mientras reflexionaba sobre la respuesta que obtuvo. La chica se mostró dispuesta a hacerle una pregunta más a su amiga, sin embargo, de un momento a otro se puso de pie y dejó dinero sobre la mesa.

—Lo siento, me tengo que ir, surgió algo —dijo Jenna y se fue del lugar sin decir nada más.

Fuera del restaurante esperaba Roman, estaba recargado en una camioneta de la escuela.

—Hola, Roman —dijo Jenna y se dirigió al lado del copiloto—. ¿Tienes algo interesante hoy?

—Creo que puedes ponerte a prueba hoy —dijo el chico y subió al coche, del maletero sacó un pequeño cubo de quince centímetros de lado, tenía una textura viscosa, pero sólida, y era de tono gris—. Te presento “La Prisión”. Es una herramienta sacra que permite sellar entes o hechiceros.

—¿Es lo que fueron a robar Gabriel y tú?

—Correcto. Los directivos ni siquiera son capaces de usarla, así que mejor tenerla en nuestras manos. Somos el bando de los buenos, ¿no?

Jenna soltó una pequeña risa amistosa, entonces tomó el cubo de las manos de Roman. 

—¿Cómo se usa? —preguntó Jenna y se giró hacia Roman, quien encendió el vehículo.

—Primero, el cinturón —dijo Roman, la chica se abrochó el cinturón, entonces, él prosiguió—. Bueno, los registros dicen que no pueden usarlo porque Niko la creó, entonces su técnica debe ser la única que lo puede activar.

—Casualmente tenemos esa técnica en nuestras manos —dijo Jenna, se refería a su propia técnica ritual—. Por registros te refieres a Riko y Mirko, ¿no?

—Para nuestra sorpresa, esta vez quien nos dio la información fue Mikaela.

—¿Cómo la convencieron de apoyarnos? 

—No lo hicimos, mandamos a Adrián a preguntarle, como siempre hace preguntas raras, pues no dudó de él ni un poco.

Jenna volvió a reír, entonces miró al camino que recorrían.

—¿A dónde iremos hoy?

—Está algo lejos, es un pueblo alejado de la ciudad. Si quieres puedes dormir en el camino, llegaremos en dos horas.

Jenna sonrió, entonces se ladeó un poco en el asiento. Casi al instante quedó dormida.

La Escuela Superior de Hechicería recibió pocos alumnos desde la primera generación que había ingresado un año atrás, entre ellos pocos habían ascendido a Alto Grado por sus calificaciones y logros. Lexa era una de ellas, quien fue reconocida por ayudar a encontrar la carta de “La Muerte”, a ella se unieron Dominique, una chica de 19 años cuyo rasgo principal era la ropa elegante que llevaba siempre que no vestía el uniforme, su técnica ritual le permitía crear objetos de cristal siempre que estuviera usando su collar; además de otros estudiantes. Lexa y Dominique formaron grupo con Dann y Alexandra, conocidos como “Los Gemelos”, su técnica era contraria la una con la otra, él era capaz de manipular la luz siempre que existiera a su alrededor y ella era capaz de manipular la oscuridad. Fuera de su parecido físico por ser hermanos nacidos el mismo día, eran pelirrojos y siempre usaban ropa que combinara, era su segundo año como estudiantes de Alto Grado. El grupo de cuatro estudiantes fue reconocido y sugerido para misiones importantes por Gabriel, quien ya era un hechicero de Grado Puro, su uniforme personalizado constaba de una gabardina blanca y ropa deportiva debajo.

—Les traigo su nueva misión —dijo Gabriel, había citado al grupo en el patio y estaba acompañado de Adrián y Vanesa.

—Se te ve bien esa camisa, ¿es nueva? —preguntó Dann, mostraba una postura relajada y al verlo daba el pensamiento de ser poco serio.

—Es la misma de siempre —dijo Alexandra, como era de esperarse su aspecto era más formal y serio que su hermano.

—Ya pedí una camioneta de la escuela, así que iremos a dejarlos y nosotros tres iremos a otro encargo en lo que limpian en lugar —dijo Gabriel y le dio una hoja a cada uno—.Riko me dijo que les entregara esto, son los detalles de la misión, en realidad es simple, entes malignos en un edificio.

—Pensé que nos darían misiones más importantes —dijo Lexa, quien sonaba algo decepcionada por una simple misión de limpieza—. Ser un conserje es aburrido.




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