—Te dije que voy a la escuela —decía el chico mientras corría y cerraba su mochila negra—. Estaba haciendo una tarea y por eso salí tarde.
La llamada se colgó, el chico se detuvo en la banqueta y cerró su mochila, acomodó sus audífonos y buscó en su celular una lista de música. Encontró una con el nombre: “Playlist que pongo para ganar”, era un conjunto de canciones de estilo pop con letras en inglés y que iban de ser bailadas a no poder bailarse. Corrió por la banqueta, su ropa facilitaba su movilidad, pantalones cargo beige playera blanca, una sudadera delgada que llevaba desabrochada color blanca y tenis para correr blancos.
—You don´t know who I am —cantaba el chico mientras esquivaba a la gente en su camino y cruzaba las calles aunque los carros avanzaran—. You don´t know my mind. Everything you know about me is a lie, a non self created lie.
Llegó a la parada del transporte público al mismo tiempo que el transporte que tomaría, subió y, al ver que no podría tomar asiento, se quedó parado junto a un tubo mientras lo sostenía con fuerza. Tarareaba la canción que escuchaba, cada parada que había algunas personas bajaban, pero al instante eran reemplazadas por otro grupo que subía, así, el chico nunca tomó asiento. Fue en la parada que daba frente a la facultad de medicina que vio un grupo de personas asomándose al interior de una camioneta, una de ellas le era conocida, misma que segundos después fue golpeada en la cara.
—Y ahora este qué hizo —se preguntó, las personas cercanas a él lo voltearon a ver.
El chico bajó del transporte mientras se quitaba los audífonos, se acercó al grupo y pudo escuchar su conversación.
—Qué atrevida la muchacha esta —dijo el chico al que conocía.
En ese momento levantó la mirada mientras sobaba donde recibió el golpe.
—¿Louis? —preguntó—. Venía a buscarte, mira qué suerte.
—¿Qué haces aquí, Victor? —dijo el chico con seriedad y se acercó, la chica que recién golpeó a Mikashi se alejó unos pasos—. ¿Y quién es esta chica? ¿Le fuiste infiel con Darise?
—Lastimosamente para tus teorías no la conozco. Ahora me llamo Mikashi, por cierto, y Darise se llama Fumiko.
—Un gusto verlos, ¿quiénes son el resto?
—Jenna —dijo la chica, captó al instante la atención de Louis—. Ella es Mía, también tenemos a Mirko y Riko. La que golpeó a tu amigo es alguien que llegó de la nada.
—Adeline —dijo la rubia mientras sobaba sus nudillos, no parecía estar acostumbrada a dar golpes—. Quiero saber por qué tienen a Mo ahí.
—¿Así se llama? —preguntó Mirko—. No lo estamos secuestrando ni nada, nos ayudará a algo. No sabía que tenía novia o así.
—Me costó mucho encontrarlo para que otros magos malos vengan a molestarlo de nuevo —dijo Adeline molesta.
—¿Magos malos? —dijo Mirko, en el tono de su voz notó que el comentario no fue de su agrado—. ¿Enserio nos dijo magos malos?
—A ver, si van a platicar me iré —dijo Louis—. Tengo que entregar mi parte de la tarea y honestamente no tengo más tiempo.
—Sube —dijo Mikashi—. Te llevo en mi coche, pero después vienes conmigo, te explico todo en el camino.
Después de un suspiro, Louis subió con Mikashi en el asiento trasero, ya que el de copiloto lo ocupó Fumiko.
—Mientras tanto —dijo Riko—, ¿qué hacemos con la rubia?
—¿Quién es ella? —dijo el chico al interior de la camioneta—. Me suena de algo.
—¡Mo! —dijo Adeline y se acercó a abrazarlo, el chico estaba confundido.
—¿Me podrías refrescar la memoria? —dijo a quien llamaban Mo—. Pensé que iba a otro lugar para ayudar a estos dos.
—Ese era el plan —dijo Mirko—. Pero necesitamos a una última persona antes de volver con el resto.
—Me lo temía —dijo Adeline sin soltar al chico, él no se oponía—. Perdiste tus recuerdos, pero me alegro de que estés vivo, Moeko.
—¿Morí o algo así? —dijo el chico confundido.
—¿Has escuchado del incidente del hotel en Neverlands? —preguntó Adeline.
—¿El lugar que se cayó en cenizas? —preguntó Jenna—. Escuché de él mientras investigaba sobre actividad paranormal.
—El mismo —dijo Adeline—. Ese lugar es donde se origina nuestra historia.
—Neverlands —dijo Moeko—. Eso me suena un poco.
—Me encantaría que nos contaras la historia aquí, pero necesitamos cerrar la misión antes —dijo Mirko—. Si te sirve, puedes venir con nosotros. ¿Tienes alguna técnica?
—Si te refieres a la magia que hacen algunos, no. Sólo puedo usar herramientas que tengan magia, pero por mi cuenta no tengo.
—Entonces te llevarás genial con Jenna —dijo Riko—. Ella puede crear herramientas sacras con lo que sea.
—¿Ella es Jenna? —preguntó Adeline mientras la señalaba.
—Tienes un acentito raro —dijo Jenna—. Perdón, no pude evitar notarlo, ¿de dónde eres?
Ciertamente todos lo habían notado, pero ninguno se atrevió a mencionarlo.
—Rusia —dijo Adeline—. Vine por cuestiones académicas y aquí me quedé para encontrar a Moeko. No creo ser de gran ayuda, pero haré lo que pueda. ¿Qué obtendré a cambio?
—Los recuerdos de tu novio —dijo Mirko—. Si obtenemos al tipo que controla mentes de nuestro lado, seguro puede hacer algo para recuperarlos.
—No es mi novio —dijo Adeline sonrojada—. Pero estoy dentro.
Todos subieron a la camioneta, Mirko y Riko delante, mientras que el resto atrás.
—¿Sabes a dónde fueron? —le preguntó Mirko a su compañera, quien se negó con la cabeza—. Entonces seguiremos ese camión, tal vez veamos el coche de Mikashi de paso.
Eso hicieron, recorrieron el camino en silencio hasta que el vehículo se apagó.
—Magos malos —repetía Mirko—. Esta cosa no enciende.
Tras varios intentos de encender la camioneta bajó del vehículo, intentó revisar el motor, pero nada parecía fuera de lo usual. Todos bajaron de la camioneta, Mía se colocó delante de Jenna y Adeline se aferró al brazo de Moeko.
—Lo sienten, ¿no? —preguntó Riko.
—Sí —dijo Mirko.
—Hay hechiceros malignos a punto de atacarnos —dijo Jenna.
A la distancia, en uno de los edificios que se utilizaba como zona de estudio, surgió una explosión del interior de uno de los salones. El sonido llegó hasta el grupo que acompañaba a Jenna, todos voltearon al lugar, donde repentinamente se abrió una esfera totalmente negra, era un territorio.
Al momento que Mikashi, Fumiko y Louis llegaron a la facultad donde estudiaba este último, los tres sintieron una presencia que emanaba energía ritual, con prisa se adentraron en las instalaciones, esquivaban alumnos y maestros que se atravesaban en los pasillos. Llegaron al edificio donde se originaba la energía ritual, subieron las escaleras con la mayor velocidad que pudieron y llegaron al salón donde se originaba la energía.
—No pensé que trajeras compañía —dijo una figura encapuchada con una sudadera—. Verás, Louis. La Escuela de Hechicería quiere que vuelvas, sino se encargará de dejarte como el culpable de asesinar a todos los presentes.
—Mejor te mueres tú —dijo Louis—. Dame un momento.
Sacó los audífonos de su mochila y la lanzó fuera del salón, se colocó los audífonos, puso la misma lista que esa mañana y le encargó su teléfono a Fumiko. Su técnica estaba activada, naturalmente él no contaba con los reflejos para esquivar un vehículo, pero su técnica ritual le permitía incrementar sus capacidades físicas al escuchar música, dicha potencia podía afectar a alguien más mientras escucharan la misma canción.
—Mikashi, ¿quieres probarlo? —dijo Louis—. Fumiko, crea un grupo rápido.
Louis corrió hacia el encapuchado, mismo que lanzaba dagas de las palmas de sus manos. En lugar de esquivarlas, las golpeaba para que cayeran al suelo.
—Muy digno —dijo el encapuchado.
—¡Ya está el grupo! —gritó Fumiko.
Mikashi entró al grupo en la aplicación de música, le dio su celular a Fumiko y corrió hacia el encapuchado mientras activaba su ritual.
—Técnica ritual, tercer círculo. Potencia.
Una máquina tragaperras gigante apareció a lado de Fumiko, quien jaló la palanca, al fallar, volvió a tirar de la palanca. Repitió el proceso treinta y dos veces, mientras Mikashi y Louis luchaban contra el hechicero maligno y evitaban que los presentes fueran lastimados. Cuando Mikashi asestó el primer golpe en el pecho contra su rival y se estampó en la pared, los alumnos y el profesor empezaron a salir del aula.
—¡Tres uvas iguales! —gritó Fumiko cuando logró tal resultado en la máquina.
—¡Bien! ¡Por eso te amo mi amuleto de la suerte! —gritó Mikashi.
El tercer círculo de Mikashi le permitía obtener habilidades diferentes, la primera consistía en potenciar su velocidad y fuerza al obtener tres mangos iguales, la segunda consistía en un incremento de energía ritual exagerado al reunir tres manzanas, la tercera habilidad le permitía usar más de un círculo a la vez al reunir tres peras, y la última le daba todos los beneficios al mismo tiempo además de una regeneración mejorada a las heridas y, en consecuencia, se obtenía al reunir tres uvas. Cada tirada consumía energía ritual de Mikashi, sin embargo, la gran reserva natural que este poseía le permitía tirar hasta al menos ganar uno de los premios del tercer círculo.
Mikashi vio que su velocidad se incrementó notablemente gracias a su victoria con la máquina tragaperras, que ya había desaparecido, y al potenciador de Louis. Cuando verificó el salón vacío se lanzó de lleno contra su rival, quien no pudo esquivarlo y recibió una ráfaga de golpes de Mikashi.
—Molestos —dijo una voz nueva—. Técnica ritual, bomba.
Mikashi hizo la seña de manos para activar el territorio del primer círculo, en el proceso encerró a Louis y Fumiko.
—Apuesto al doble verde, si pierdo, recibo el daño de ambos —dijo y la ruleta empezó a girar, Mikashi sabía que perdería.
El territorio se rompió en segundos, una explosión que llenó todo el salón surgió y alcanzó a los tres hechiceros, Mikashi empezó a quemarse y convertirse en ceniza en segundos. Todos cayeron a la planta baja, un espacio más abierto.
—¿Dónde? —dijo Louis preocupado.
Dos figuras se colocaron frente a ellos, eran los dos hechiceros malignos, se descubrieron el rostro, eran dos gemelos, cabello blanco, rasgos toscos y desagradables a la vista.
—Matamos a tu amigo —dijo el que tenía la técnica de explosiones, su nombre era Magnus—. Si no cooperas sigue tu amiga.
—Bien dicho —dijo el de las dagas, se llamaba Minor—. Creo que podemos darle una prueba.
Louis y Fumiko apenas podían levantarse, Fumiko señaló a ambos.
—Técnica ritual, amor de hermanos —dijo y se dejó caer al suelo.
A pesar de poder maldecir a los gemelos, no tenía sentido si no podía causarles daño alguno. Cuando Minor se disponía a atravesar con sus dagas a Fumiko, sintió un dolor inexplicable en su rostro.
—¿No quieren platicarlo primero? —dijo Mikashi quien había golpeado a Magnus—. Este idiota es el que explota, son trillizos, ¿no? Sino no podrías haber escapado de la explosión.
Minor se giró en un instante, como abrumado por la voz de quien creía muerto, no vio a nadie.
—Lento —dijo Mikashi y derribó a Minor.
Ambos hermanos desaparecieron del suelo, cuando vieron unos metros lejos vieron a otra figura encapuchada que revisaba sus signos vitales.
—Estás loco —dijo Louis—. Por eso te buscó el maldito de Gabriel.
—¿Tú cómo sabes que él me buscó?
—No veo a otro idiota capaz de llamarte.
—Bueno, luego nos insultamos, lleva a mi novia al coche —dijo Mikashi—. Yo me encargo de estos tres.
—¿Sí puedes? —preguntó Louis y retractó sus palabras—. ¿Qué digo? Sobreviviste a ser calcinado vivo.
Louis se levantó con dificultad, con ayuda de Fumiko pudo caminar.
—¡Oye! —dijo Fumiko antes de retirarse—. Si ganas te premiaré.
Ambos se retiraron, Mikashi quedó solo contra los tres hechiceros rivales. Fumiko y Louis avanzaron hasta llegar a la entrada de la facultad, donde fueron frenados por una figura femenina.
—No más —dijo la chica—. Soy la hechicera del control, Kaede. No dejaré que esa escuela de tontos malogre más la sociedad.
—No tengo mis audífonos —dijo Louis—. Tendrá que ser del modo divertido. ¡Apertura! Territorio del baile de muerte.
Acomodó sus manos como la clásica pose de baile con un brazo apuntando al cielo. Su territorio se creó a su alrededor. Al mismo tiempo, había una tercera batalla que se llevaba a cabo. El grupo de Jenna no pudo llegar a la facultad, ya que se vieron atrapados en un territorio que ninguno podía romper, mismo que correspondía a un cúmulo de entes malignos que estaban bajo el control de Kaede.
Todas las batallas fueron simultáneas, la primera de ellas, la de Mikashi, fue la que emanaba la mayor cantidad de energía ritual.
—¿Cómo tienes ropa? —preguntó Magnus—. La explosión debió de haber acabado con ella, de hecho debió de haber acabado con tu vida.
—No puedes matarme, soy el más suertudo —dijo Mikashi—. ¿Quieren empezar? Me gustaría terminar con ustedes rápido.
La figura encapuchada, el tercer hermano, Adonis, tenía la técnica ritual de mover objetos o personas a diferentes posiciones, sin embargo, sólo podía hacerlo con uno a la vez. Mikashi se acercó, su velocidad todavía era considerable a pesar de ya no tener sus audífonos y la potencia de Louis. Minor se encontraba en el suelo, apenas se levantaba, Magnus estaba espalda con espalda a Adonis, Mikashi se colocó frente a ellos sin que pudieran verlo y le dio una patada en el costado a Magnus.
—Me gustaría deshacerme de ti, pero mientras estés cerca de tus dos hermanos, no podrás usar tu explosión, ¿no? —dijo Mikashi.
En cuanto se plantó nuevamente al suelo soltó una ráfaga de golpes a Adonis. Magnus se reincorporó con prisa a la pelea y se lanzó hacia Mikashi.
—Técnica ritual, destello —dijo Magnus.
Una pequeña explosión surgió desde la mano de Magnus y se dirigió hacia Mikashi, quien la bloqueó con el brazo. La quemadura era profunda, pero al instante logró verse cómo se regeneraba en segundos.
—Eso dolió, amigo —dijo Mikashi—. ¿Eres tan impaciente?
La pose de sus manos sólo había sido vista por Magnus y Minor, pero en cuanto gritó, supieron lo que vendría.
—¡Apertura de territorio! —gritó Mikashi mientras hacía la pose de su territorio con las manos—. ¡Primer círculo!
El territorio encerró a los tres hermanos, Minor ya se encontraba de pie. Todos estaban sobre la ruleta.
—Bienvenidos a mi territorio —dijo Mikashi—. ¿Qué quieren apostar?
—La vida —dijo Adonis—. Si tú pierdes, mueres, si nosotros perdemos, no nos pasará nada.
—Me temo que no funciona así, pero una mente tan estúpida no podría entenderlo a la primera. —Las palabras de Mikashi molestaron a Adonis—. Debemos apostar algo que se considere igual. Si tanto quieren mi vida, apostemos algo mejor. Si uno de ustedes tres me gana doy mi vida, de lo contrario, ustedes entraran en coma un año.
—¡Hecho! —gritó Adonis con emoción, una sonrisa se marcó en su rostro—. ¿Ahora qué?
—Elijan su apuesta, hoy lo haremos antes del giro —dijo Mikashi.
—Elijo el color rojo —dijo Magnus.
—Yo el negro —dijo Minor.
—Yo el verde con un cero —completó Adonis—. Ahora tienes solamente una opción.
—Doble cero —dijo Mikashi—. Creo que hoy estoy de suerte.
El chico saltó de la ruleta, tronó sus dedos y apareció una esfera de metal, en cuanto tocó la ruleta, empezó a girar con los tres hermanos dentro.
—¡Suban! —gritó Mikashi—. Realmente tengo ganas de terminar mi calentamiento.
Los tres hermanos saltaron para salir de la ruleta, en cuanto Minor alcanzó la altura de Mikashi intentó lanzarle una daga, pero fue recibido con una patada en el rostro. Magnus y Adonis se pegaron a las paredes del dominio para lanzarse al mismo tiempo contra Mikashi. Un chasquido de dedos sonó, Mikashi estiraba su brazo hacia Magnus, espacio entre el que apareció otra esfera metálica gigante y se lanzó hacia su rival, después la movió al desplazar su brazo con la palma abierta, como si la dirigiera al mover sus brazos, en el proceso golpeó a Adonis.
—¿Saben por qué dicen que no sé pelear? —preguntó Mikashi mientras los hermanos se reincorporaban—. Porque en la escuela me limitaba a movimientos tontos con estas pesadas esferas. Nunca conocieron mis territorios, sólo Gabriel.
La ruleta empezaba a frenar, Minor lanzó dagas a la esfera, pero no se veía afectada por el ataque. Magnus generó una pequeña cadena de explosiones en dirección a Mikashi, antes de alcanzarlo desapareció del lugar donde se ubicaba, pronto apareció detrás de Magnus para patearlo en la espalda.
—Mi territorio es el más fuerte que hay —dijo Mikashi—. Puede ganar cualquier lucha de territorios.
—Cómo sea —dijo Adonis—. Es improbable que la ruleta dé en doble cero, esta batalla está ganada.
—¿Seguro? —preguntó Mikashi, se encontraba varios metros sobre los hermanos y los miraba con inferioridad—. Lo que no saben es que yo tengo la mejor suerte del mundo.
La ruleta frenó, los hermanos no pudieron ver el resultado al esperar algún ataque de Mikashi. El territorio se rompió y todos volvieron a sus posiciones originales.
—Ganamos —dijo Adonis—. No es cuestión de suerte, es cosa de probabilidad. Todo en este mundo sigue la lógica.
Mikashi estaba parado frente a ellos, permanecía totalmente inmóvil.
—¿Ven? Ya murió —dijo Adonis.
—¿Entonces por qué existe la magia?
—¿Qué dijiste Magnus? —preguntó Adonis.
—Yo no hablé —dijo Magnus.
Los tres hermanos voltearon a ver a Mikashi, quien levantó la mirada para verlos.
—La magia está fuera de toda lógica, ¿no? —dijo Mikashi—. También hay una cualidad especial de mi ritual, es tan sencilla como que yo decido el momento en el que la apuesta se paga.
—¿Qué? Eso es trampa —dijo Adonis—. ¡Acepta tu derrota y muere de una vez!
—Claro, no puedo iniciar más apuestas hasta que no se cumpla la pasada, así como los efectos del tragaperras duran siete minutos y setenta y siete segundos.
—¿De qué te sirve decirnos esto?
—Así entenderán por qué entrarán en coma ahora.
—¡Pero nosotros ganamos! —gritó Adonis.
—¿Ganaron? —dijo Mikashi y se estiró—. Me divertí, amigos. Paguen.
Los tres hermanos cayeron al suelo. Lo que dijo Mikashi era verdad, él había ganado, pero también era la persona con más suerte del mundo. Mikashi se apresuró a alcanzar a su novia y su amigo, pero al llegar a su ubicación sólo pudo ver un territorio desplegado, sabía que era el de Louis.
La segunda batalla de las batallas había comenzado varios minutos atrás, con el encuentro de Fumiko y Louis con Kaede.
—¿Para qué los enviaron? —preguntó Kaede mientras el territorio de Louis la encerraba—. Si es para evitar que me encargue de esos trillizos no les saldrá bien.
—Descuida —dijo Louis—. La verdad tenía ganas de pelear. Mi amigo se encargará de esos tres, pero te ocupo para que me ayudes.
El territorio se cerró, el suelo se había convertido en una pista de baile y había gradas con siluetas alrededor de la pista, de ella emanaban gritos y festejos del público, mismo entre el que se encontraba Fumiko.
—No ayudaré a nadie, menos a un idiota como tú —dijo Kaede y analizaba su alrededor.
—Bien, ¿si te gano me ayudas? Pretendemos desencadenar un mal muy antiguo —dijo Louis—. Sólo para molestar a la escuela de hechiceros.
El territorio se llenó de música, sintetizadores creaban una canción activa que era fácil de bailar al escucharla.
—Ahí viene —dijo Louis mientras levantaba sus brazos.
—¿Este loco qué? —preguntó Kaede.
—¡Baile contra control! —gritó con emoción Louis, la música empezaba a acelerarse y la letra en inglés comenzaba—. Si tienes un territorio, no te esfuerces, señorita control, el mío es más fuerte.
La luz cesó, únicamente se encontraba iluminado Louis, quien empezó a bailar al ritmo de la canción con movimientos de brazos enérgicos que combinaba al mover la cintura.
—¿Lo sientes? —dijo Louis—. ¡El subidón de energía!
La luz iluminó a Kaede, quien se quedó quieta sin entender lo que pasaba. A diferencia del territorio de Mikashi, sin explicaciones el territorio seguiría, no se detendría por alguien que no baila. Kaede se lanzó hacia Louis, al intentar golpearlo sólo sintió un pequeño toque sin fuerza.
—¿Qué?
—Mira, señorita —dijo Louis, no paraba de bailar—. Está prohibido atacar en la ronda de baile, podrás hacerlo en la siguiente de pelea. Por suerte para ambos, está a punto de llegar.
La letra de la canción se detuvo, un momento único de los instrumentos iluminó de nuevo toda la sala con un cambio de colores como si se tratara de una disco.
—¡A pelear! —gritó entusiasmado Louis.
Kaede soltó el primer golpe al aprovechar su cercanía, sin embargo, Louis ya no se encontraba ahí. El territorio del hechicero constaba de tres repeticiones, una ronda de baile y una de pelea, aquel que use la ronda de baile para seguir la música recibiría una bonificación de fuerza velocidad, energía ritual y un potenciador a su técnica. Para Louis, escuchar música agregado a la potencia por haber bailado, le daba una gran ventaja física respecto a Kaede.
—¡Lenta! —gritó Louis detrás de Kaede.
Cuando Louis intentó darle una patada la chica sujetó su pierna y lo lanzó al suelo, se colocó sobre él y puso sus manos en su rostro.
—Técnica de control —dijo Kaede.
Repitió el ritual cinco veces más, pero no parecía tener efecto. El ritual de Louis también potenciaba su fuerza mental. La segunda parte de letra de la canción comenzó.
—You know me, babe —cantaba Louis mientras se ponía de pie y se disponía a bailar—. You know how I love, and I wanna love you.
—La canción ni siquiera va así —dijo Kanae frustrada.
La chica empezó a bailar, tenía inseguridad encima ya que no acostumbraba a bailar en público, únicamente solía hacerlo cuando se encontraba sola en su cuarto.
—¡Más pasión! —gritó Louis—. ¡Vas genial!
La letra continuaba, Kanae no podía esperar más por entrar a la fase de pelea. En ese momento, concentrada en la música, lo comprendió.
—So you lost me in confussion —cantó Kanae con algo de duda—. But I find me in my ilussion.
—You keep me locked like a bird —siguió cantando Louis—. But it´s never too late to be free.
La parte con letra de la canción terminó, lo que significaba que empezaría la fase de batalla. Kanae se sentía más ligera, más fuerte, una emoción que recorría su cuerpo se apoderó de ella. Louis le apuntó con ambos dedos índices, los flexionó para indicar que se acercara, todo mientras movía la cadera al ritmo de la música.
—¿Bailamos? —preguntó Louis.
Kanae se acercó a Louis a gran velocidad, comenzó un intercambio de golpes donde Kanae no lograba acertar ninguno, si quería ganar, sería dentro del juego de Louis. Mientras el chico bloqueaba todos los golpes. La chica logró sostener la camisa de Louis, sin embargo, él se fijó el el suelo y tiró con gran fuerza. Lo único que obtuvo Kanae fue la camisa de Louis rota en sus manos.
—¿No llevas otra camisa debajo? —preguntó Kanae y lanzó la camisa al público, apenas ahí notó que su rival tenía más entrenamiento del que podía verse a través de ropa holgada.
—Uno no sabe si debe lucirse —dijo Louis, siguió moviendo su cuerpo al ritmo de la música y empezó su ráfaga de golpes a Kanae—. ¡Se trata del público!
Louis terminó su ráfaga, bailaba más enérgico que antes, como si tuviera energía infinita. La letra comenzó por última vez.
—Si ese es el caso… —dijo Kanae—. ¡Bailemos hasta que uno muera!
Kanae bailó con más energía, lo que hizo que la sonrisa de Louis aumentara.
—Ladies give me your power —cantaba Louis.
—Gentleman give me your power —seguía Kanae.
—¡Let´s dance, let´s die!
El final de la letra fue cantado por ambos en gran emoción, después de aquella línea se lanzaron el uno al otro para dar ráfagas de golpes que bloqueaban, ninguno acertaba un golpe.
—¿No te cansas? —dijo Kanae, que ya empezaba a respirar con dificultad—. Llevas más tiempo activo que yo.
Patadas, puñetazos, bloqueos y sudor, de esa forma podía resumir Fumiko la batalla que estaba viendo, entendió por qué Mikashi quería tenerlo en su equipo, ambos compartían la misma pasión loca, pero Mikashi sólo la mostraba cuando el rival era equiparable. El cansancio de Kanae se notó cuando Louis logró darle un golpe en el estómago que la lanzó hacia las gradas. La canción terminó, el territorio desapareció, Mikashi lo vio desde fuera.
—¿Qué tal baila? —preguntó Mikashi.
—Más te vale que liberemos a Niko, ella nos ayudará —dijo Louis, quien se estiraba.
Fumiko se acercó a Mikashi, quien la abrazó y sacudió su cabello.
—Ganamos —dijo Mikashi—. Vamos por esa chica.
Los tres hechiceros se acercaron a Kanae, quien estaba sentada en el suelo tomando aire.
—¿Los tres están igual de locos? —preguntó Kanae mientras sonreía—. Si es así no creo que necesiten mi ayuda.
—Lo sabemos —dijo Mikashi—. Pero es mejor a que estés en el bando contrario, no querrás enfrentarte a alguno a muerte, ¿no?
—Tienen razón —dijo Kanae y se intentó poner de pie, Fumiko la ayudó—. ¿Qué pretenden hacer exactamente?
—Deshacernos totalmente de la escuela de hechicería y liberar a un hechicero antiguo que podría o no destruir todo —dijo Mikashi con una sonrisa en el rostro.
—¿Enserio? —preguntó Kanae.
—Lastimosamente sí —dijo Fumiko y se rio.
—Bien, prefiero estar de su lado —dijo Kanae—. Supongo que tienen un plan más o menos lógico.
—Te presentaremos al resto —dijo Fumiko.
—Yo quiero conocer a la chica que venía con ustedes —dijo Louis.
—Hay alguien en la entrada —dijo Kanae.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Mikashi.
—Los entes que controlaba y cuidaban ahí murieron.
Los cuatro se dirigieron a la salida de la facultad, veían como se destruía un territorio. Había terminado la tercera de las batallas.
—¡Alejen a Mo y Adeline de aquí! —gritó Mirko.
Riko tomó a ambos jóvenes y los llevó a la camioneta, ella permaneció fuera para protegerlos en el peor de los casos, mientras que ambos veían lo que ocurría por la ventana.
—No veo nada —dijo Adeline.
Al no tener energía ritual, ella no podía ver a los entes malignos. Por su parte, Mirko, Mía y Jenna permanecieron observando al ente.
—¿Cuál será su técnica? —preguntó Mía—. O técnicas. Parece que son demasiados entes.
La forma del cúmulo era similar a un cerebro, tenía tonos claros y algunos de los entes que lo conformaban eran de algún tono de morado. A su alrededor flotaban entes similares a esferas, pero con más deformidades.
Mía apareció los dos pilares a sus costados, les dio formas de lanzas y los arrojó al que parecía ser el cuerpo principal del cúmulo, sin embargo, lo atravesó sin hacerle daño alguno.
—Es como si no estuviera ahí —dijo Mía.
Los pilares volvieron. Mía los escondió de nuevo.
—Quizá si matamos a los pequeños podamos dañar al grande —dijo Mirko—. Jenna, ¿puedes encargarte de los pequeños?
—Creo que sí —dijo Jenna—. ¿Qué harán mientras?
—Preparar por si se enoja el grandote —dijo Mirko.
Mía apareció el pilar blanco, lo formó como una lanza y se lo entregó a Jenna.
—¿Crees poder usar tu energía para controlarlo?
Jenna sostuvo la lanza con ambas manos, la imbuyó con su energía ritual y la soltó, se mantuvo flotando. Con la mirada Jenna la empezó a guiar, la lanzó hacia la criatura gigante y empezó a manipularla para atravesar a los entes pequeños.
—Mirko —dijo Mía—, debes de tener un buen plan.
Después de atravesar cinco de los entes pequeños el resto empezó a lanzarse hacia los tres hechiceros en el suelo.
—Ahora viene —dijo Mía.
El suelo comenzó a temblar, cuando vieron a su alrededor notaron una grieta cercana a la ubicación de la camioneta, del suelo emergió un gusano gigante, también cúmulo de varios entes, se elevó algunos metros y se dejó caer apenas a pocos metros de la camioneta.
—Son dos de los buenos —dijo Mía—. Casi olvido que también son peligrosos.
Los pilares de Mía cambiaron de forma a una espada, así, ella y Jenna derrotaban con mayor facilidad a los entes que se lanzaban contra ellas. Mirko corrió hacia el otro ente con forma de gusano.
—¡Cuidado con los pequeños! —gritó Mía, Mirko se giró y golpeó directamente a uno—. Los súbditos del grande son molestos.
—Tengo una idea —dijo Jenna—. ¡Mirko! ¿En cuánto tiempo desaparece la energía ritual de un ente muerto?
—¡Unos diez minutos!
Tras responder llegó con Riko, Moeko y Adeline, los últimos dos ya habían salido de la camioneta. Todos corrieron para llegar con Jenna, pero el gusano los encerró al usar su cuerpo como paredes.
—Tenemos pequeños problemas, Jenna —dijo Mía—. Encerraron a Mirko y los otros tres.
—Ve a ayudarlos —dijo Jenna—. Tengo un plan, funcionará.
Mía vio a Jenna por algunos segundos, sin dudar en ella más, corrió hacia el gusano. Jenna, por su parte, empezó a correr por el suelo mientras daba toques a los restos de los entes que habían matado antes, cuando chocó con una pared e iba a ser alcanzada por uno de los entes cerró su puño, entonces los restos tomaron forma de dagas y se acercaron a toda velocidad a Jenna mientras atravesaban a los entes que había en el camino, cuando llegaron a Jenna la rodearon y se movían de formas algo irregulares, como si la orbitaran.
—Quedan tres pequeños —dijo Jenna para ella misma.
Empezó a lanzar las dagas para atravesar a los entes restantes, cuando desapareció el último de los pequeños, al ente mayor le crecieron unos tentáculos y disminuyó de tamaño. Se acercó a Jenna, misma que no disparó ninguna de las dagas.
—Debo ser creativa —dijo Jenna—. No siempre habrá alguien que me ayude.
Las dagas seguían orbitando a Jenna, el ente se acercaba con gran prisa. Cuando estuvo a dos metros de distancia colocó todas las dagas frente a ella apuntando al ente, mismo que lo pudo esquivar e intentó atacar desde la parte superior a Jenna.
—Debo superarme —dijo Jenna.
La espada que sostenía en su mano atravesó al ente, las dagas se redirigieron y empezaron a enterrarse en el ente. Después de llenar de la sustancia que lo conformaba a Jenna, los entes no afectados por los ataques se separaron e intentaron huir, pero las dagas los alcanzaron. Jenna volteó en dirección al gusano, cuando bajó la mirada vio al ente acercándose a toda velocidad con la boca abierta. El movimiento instintivo de Jenna fue agacharse para tocar los restos del ente que acababa de matar, formó una espada de doble filo con la que frenó la mordida del gusano y fue arrastrada unos pasos atrás.
—Haré todo —dijo Jenna—. ¡Haré todo!
Jenna se plantó en el suelo, las dagas se colocaron detrás de ella y se unieron a sus brazos, cambiaron de forma en una armadura que sólo cubría sus brazos y los hombros. Sostuvo con una mano la espada de doble filo y con la izquierda enterraba la espada formada por el pilar de Mía en el suelo para evitar moverse. Desenterró la espada del suelo y manipuló su forma en un añadido a su armadura, ahora su brazo se recubría del material del pilar.
—Emerge —dijo Jenna.
Una luz salió de la palma de Jenna, misma que quemó al ente por dentro y provocó que la espada doble se enterrara en su cráneo y cortara una parte del ente. Jenna tocó al gusano, lo convirtió en pequeñas partículas que la rodeaban. El territorio empezó a caer, Mía, Mirko, Riko, Moeko y Adeline aparecieron, habían estado encerrados por el ente, desde fuera parecía ser irrompible, cosa que ignoró Jenna ya que lo atacó por dentro directamente.
—Mírate —dijo Mía—. Toda una experta.
Jenna se acercó a Mía, quien tomó la parte de armadura de su brazo y volvió a formar un pilar para guardarlo. El grupo que llegó de fuera del territorio se acercó.
—Trajimos a Kaede —dijo Louis—. Es la hechicera del control, está con nosotros.
—Pensé que era hombre —dijo Mirko—. Deberían ser más específicos en los informes si no saben su género.
—Vaya, son muchos —dijo Kaede—. Pensé que sólo estos tres loquitos pensaban en liberar un mal ancestral.
—Eso está en debate —dijo Riko—. Seguimos pensando al respecto, al final será decisión de Jenna.
—Lo haremos —dijo Jenna—. Confío en que no es malo, además tenemos a Mía, toda la evidencia dice que ella fue importante para él.
—Tenemos que volver con Gabriel para contarle —dijo Mirko—. También recolectar las cartas del tarot que tengamos. Si está con nosotros, creo que las necesitará.
—Disculpen —dijo Kaede—. ¿Por qué quieren liberarlo?
—Así no lo hará nadie más, si la directora de la escuela lo hace y lo convence de estar de su lado, conseguirá lo que sea que quiera —dijo Mía.
—¿Cómo saben que quiere algo malo? —dijo Kaede.
—No tenemos tiempo para determinarlo —dijo Jenna—. Según lo que dijo Gabriel, ella está detrás de varios incidentes con hechiceros, ella selló a Niko y lleva diciendo mentiras desde hace décadas.
—Entonces ella es nuestra rival —dijo Kaede—. ¿Dónde está ese tal Niko?
—En la Escuela Superior de Hechicería —dijo Jenna.
—Si Olivia lo selló —empezó a decir Fumiko—. Eso quiere decir que lo debilitó, ¿no?
—¿De qué hablas? —preguntó Mikashi.
—Sí, sólo sellas a alguien cuando está débil o por su voluntad, no veo por qué querría ser sellado. ¿Ella tendría suficiente poder para hacerlo?
—No —dijo Mirko—. Ella sólo controla la gravedad, no debería ser rival para las técnicas de Niko.
—Es mejor debatirlo con Gabriel —dijo Riko—. Reuniremos una junta con los principales conocedores del tema, después le informaremos al resto las conclusiones.
—¿Quiénes conformarán la junta? —preguntó Mía.
—Claramente tú —dijo Mirko—. Jenna, Gabriel, Mikaela, Rubén, Lexa y yo.
—¿Por qué Rubén y Lexa? —preguntó Jenna.
—Rubén es un experto de territorios —dijo Riko.
—¿Mejor que Mikashi y Louis? —preguntó Kaede.
—Ellos no… —dijo Riko—. ¿Por qué están aquí?
—No perderé una batalla de territorios —dijo Mikashi—. Perdón por esconderlo, pero tengo unos territorios que derrotaron a tres hermanos nada débiles.
—Yo tengo un territorio que me da la ventaja —dijo Louis—. Además, puedo fusionarlo con el de Mikashi.
—¿Fusionarlo? —preguntó Riko—. Pero los territorios se destruyen cuando entran en contacto.
—Si son de diferente nivel uno se destruye —dijo Mikashi—. Si son del mismo pueden fusionarse.
—Bien —dijo Mirko—. ¿Por qué no tienes camisa?
—¡Por fin alguien lo dice! —dijo Jenna quien se sonrojó al instante—. ¿También pelearon?
—Sí —dio Louis—. Mikashi contra algunos hermanos y yo contra la chica control de aquí. La maleducada me arrancó la camisa.
—Tengo algo de ropa en mi coche, cuando vayamos te daré una camisa —dijo Mikashi.
—Vayamos con Gabriel— dijo Mirko—. Creo que sé cómo podemos optimizar nuestros tiempos.
La mayoría subió a la camioneta, Fumiko entre ellos, ya que pondría al corriente de lo sucedido en el casino a los hechiceros. Además, Moeko y Adeline iban en la camioneta con Kaede, quien intentaba traer de regreso los recuerdos del chico. Mía y Riko fueron en la camioneta. Acompañando a Mikashi estaban Jenna y Mirko, este último los ponía al corriente sobre lo sucedido con más detalles, además de cómo actuarían. Para la mañana siguiente se encontraban en la casa donde se alojaban, Gabriel los recibió, había visto con la técnica de Ino que llegarían esa mañana.
—¿Listos para el siguiente paso?
En cuanto saludó a Jenna, esta entró a la casa. Mikashi se quedó platicando con Gabriel y dándole las actualizaciones sobre Fumiko y Louis. Llevaron a Moeko a una cama ya que se desmayó por el uso de la técnica de Kaede, a quien también presentaron al resto. Adeline permanecía al margen de todo, como no era una hechicera no sentía que fuera su mundo, lo que no duraría mucho tiempo ya que Vanesa se acercaría con ella.
—¿Entonces ahora eres esto?
Jenna quedó impactada cuando entró al cuarto que le habían asignado y vio a sus padres. Su madre había sido la que le preguntó.
—Podías decirme, ¿sabes? Digo, no soy experta, pero en su tiempo también fui hechicera.
—¿Qué? —preguntó Jenna—. Pensé que sólo papá.
—No, ambos lo fuimos, le pedí que te alejara de ese mundo por lo peligroso que era, pero si es tu decisión, sólo puedo pedirte que tengas mucho cuidado.
Jenna se acercó a su madre y la abrazó, su padre observaba de lejos, se mantenía distante sin decir ni una palabra. Cuando el abrazo de madre e hija terminó, su padre les quitó la mirada.
—Tienes que decírselo —dijo la madre de Jenna—. Yo no lo haré, ella sí es mi hija.
El padre de Jenna no dejaba de mirar a la ventana, Jenna se alejó lentamente.
—¿Decirme qué?
—Tu técnica no es tuya —dijo el padre de Jenna—. Yo te la di porque no quería ser el responsable de liberar a Niko.