Valor central: Amor propio
Una mañana, Lauris se despertó sin miedo. No porque todo estuviera resuelto, sino porque algo dentro de ella había florecido. Se miró al espejo y vio más que una cara: vio raíces, ramas, pétalos.
Donatello caminó a su lado, como siempre. Pero esta vez, el jardín no estaba afuera. Estaba en ella. En cada decisión que tomaba con ternura, en cada límite que ponía sin culpa, en cada oración que nacía desde el pecho.
El jardín que lleva dentro no necesita permiso para existir. Solo necesita cuidado. Y Lauris, por fin, se lo está dando
“Cuando cuidas tu jardín interior, todo lo demás florece.”