El jefe, mi mayor error

Capítulo 2

Sara

Aún no encontraba la falla que decía que había en el documento que llevaba un buen rato revisando. Apoye mi cabeza en mi mano y como pude mantuve mis ojos abiertos. Prácticamente desde que había aceptado ser la secretaria con derechos de Kennet, no dormía bien, hasta diría que ni siquiera dormía. No había pisado mi departamento de hace lo que yo creía dos meses. Pero tampoco me quejaba, me encantaba estar con él.
 

-Sara ya termine - esa era mi señal para terminar y acompañarlo. Estábamos solo los dos y el guardia del edificio. Tomo mi mano y dejo un beso en ella, me tenía flechada a él.

-Me gustaría ir a mi casa hoy- solo lo hice porque me sentía muy cansada como para tener acción hoy.

-¿Me dejarás solo, cariño?- pregunto con indignación.

-Solo será un día, no creo que mueras por eso- dije y Kennet sonrió y me beso.

-Moriré si no estás conmigo- sonreí de lado a lo que él saco la llave de su deportivo rojo. Me abrió la puerta y acaricie su mejilla antes de sentarme. Rodeó el auto y se sentó en el asiento del conductor. Hizo contacto para poner en marcha el auto y el motor rugió.

-Siempre te encanta hacerlo rugir- tomo mi mano y mire la cuidad durante todo el camino a mi departamento.

Me bajé lo más rápido del auto en cuanto llegamos, ya había usado sus tácticas más de una vez para convencerme de quedarme a su lado.

-¡Hey!¿No hay despedida para mí?- dijo cruzando sus brazos.

-Se lo que vas a tratar de hacer, y no caeré en tu juego- también me crucé de brazos.

-¿Ni siquiera un abrazo? - derrotada, me acerque a él y tome su rostro en mis manos.

-La pasé muy bien hoy- besé ligeramente sus labios a lo que él me agarró profundizando el beso.

-Espero que no me extrañes, por que yo no dejaré de pensar en ti probablemente en toda la noche. 

-No seas exagerado, Kennet. Podrás con ello- dije y me aleje de él para caminar hacía la entrada del edificio en donde vivía. 

-¡No me extrañes!- me grito, me di vuelta y arranco el Ferrari 488 spider que tenía por auto, entre y salude al conserje antes de subir por el ascensor y llegar a mi piso.
 

Abrí la puerta e inmediatamente me acomode. Me quite los zapatos y cambié el vestido formal por mi piyama. Estaba pensando seriamente en pedirme una o dos semanas de vacaciones para descansar e ir a ver a mi madre.

Le di vueltas el llamarla, aun no sabía a que hora salía del trabajo. No espere más y tome mi teléfono ingresando a mi agenda y buscando el numero de mamá.

Luego de tres pitidos contesto.

-¡Mi niña!- exclamo.

-Hola mamá- dije aguantándome la risa.

-Cariño, ¿como estás?, te extraño mucho, ¿cuando vendrás a verme?- mi madre desafortunadamente vivía en otra cuidad y solo nos veíamos una vez al mes si es que teníamos suerte, lo que era doloroso para las dos ya que eramos muy unidas. Después de todo siempre fuimos nosotras dos contra el mudo. 

-Estoy muy bien mamá. Todo anda bien por aquí. Tengo pensado en ir a visitarte si no te molesta, necesito un descanso.

-Hija que cosas dices, tu visita jamás será un problema para mi, de hecho ya me siento muy sola. Donde este yo siempre serás bienvenida.

-Mamá sabes que no me gusta molestarte, además...

-Sara no me quieres escuchar enojada, tu nunca serás una molestia, por favor entiéndelo hija.

-Esta bien mamá- cedí- lo más probable es que llegare en una semana exactamente porque mañana hablare con mi jefe por el permiso.

-Esta bien, he aprendido una receta riquísima, será tu regalo de bienvenida.

-Vale- reí, el gusto a la cocina era algo que desde pequeña nos había unido- te llamare un día antes.

-Por favor cuídate hija, ya nos veremos, te amo- dijo a modo de despedida.

-Te amo más, mamá. Nos vemos- corte y deje mi teléfono en la mesa de centro.

Ahora el verdadero problema era hablar con el gruñón de Kennet y el como me iba a liberar de él.
 

 




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