El jefe, mi mayor error

Capítulo 8

Sara

Quería contarle toda la situación a mi madre, pero no quería preocuparla aparte de que me quedaban ya tres días para tomar mis vacaciones y por fin volver a verla.

Al no poder contar con mi madre, tome un taxi que me dejo al frente de la casa de Madison. 

Toque el timbre y espere. Ella me abrió la puerta con una gran sonrisa, al verla no me pude resistir y comencé a llorar desconsoladamente, ella quedo muy sorprendida pero inmediatamente me hizo pasar y me guió a su sofá.

-Sara me estas preocupando, ¿que sucedió?

-Maddie el me trato de lo peor.

-¿Por que? ¿le contaste del embarazo?-pregunto.

-Si, él no se lo podía creer, piensa que me acosté con otro hombre por lo que quiere que aborte, no se hará cargo.- suspire y me cruce de brazos.

-Ese hombre se arrepentirá no puede estar hablando enserio, no se ve como ese tipo de hombre.

-No quiero estar cerca de él, ni siquiera quiero verlo,¡es un monstruo, no me importa si se arrepiente!- exclame volviendo a llorar.

-Sara...

-Lo peor de todo esto, es que él piensa que lo hice a propósito para aprovecharme de su fortuna. Siempre pensé que cuando quedara en cinta iba a tener a un hombre a mi lado y que cuidara de mi. Si te das cuenta se repite la historia, mi madre no tuvo a un hombre en su embarazo, jamás conocí a él bastardo que abandono a mi madre. Mi hijo no tendrá a un padre en su vida, no quiero que él cargue con el mismo dolor que cargue yo durante mucho tiempo.- solloce y pase reiteradas veces mis manos por mi cabello en un intento de acomodarlo.

Maddie me arropo y me abrazo mientras descargaba todo sobre su regazo, me sentía realmente mal.

-Eres fuerte, Sara. Podrás salir de esto sola, miles de madres lo hacen. Mi madre y yo salimos adelante solas, tu madre y tu, y hay miles de ejemplos más. Ni si te ocurra pensar en el aborto, ¿o lo quieres hacer? sabes que con la decisión que tomes yo estaré contigo- preguntó y me miro detenidamente.

-Claro que no, Maddie. No podría vivir con eso en mi conciencia, lo quiero tener. Aunque fuimos descuidados con el tema del preservativo yo voy a asumir mi responsabilidad.

******

Llegue a mi trabajo a buena hora, el tiempo había pasado con normalidad hasta que recibí el llamado de Kennet. 

-Sara- levante la vista al llamado de Kennet- Necesito que vengas a mi oficina.

Juro que creí morir, asentí y el cerro la puerta.

No podía ser despedida ahora, tengo cosas que pagar y se vendrá peor con los meses y la llegada del bebé. Me di palabras de aliento antes de entrar, porque las necesitaba.

Entre y habían dos hombres, los reconocí de inmediato, eran sus abogados.

Mierda, no iba a negar que ahora me ponía mucho más nerviosa al estar alrededor de él.

-Toma asiento- asentí. Me senté en el asiento al frente del escritorio y espero a que alguien hable.

-Ya conoces a mis abogados- dice Kennet.- Te llame porque quiero que firmes un documento de impugnación de paternidad, me respaldara en el caso de que quieras demandarme por algún tema de tu niño.

-Yo no creo que sea necesario, créeme él no va a necesitar nada de ti- escupo con rabia. La verdad es que no me esperaba esto.

-Solo quiero asegurarme, tengo una enorme fortuna, no quiero que en algún momento trates de reclamarla o él- dijo apuntando mi vientre.

-Oh, entonces no te valen mis palabras- afirme.

-En este mundo nada funciona así- dice mirando por la ventana la gran cuidad.

-Si se niega, tomaremos acciones legales contra usted señorita- habla uno de los hombres.

-Lo único que quiero ahora mismo es tenerte lejos de mi hijo, por supuesto que lo voy a firmar.

Dolida y humillada a más no poder, ojeo la hoja en el cual está la renuncia a la paternidad y a otros derechos como hacerse cargo del niño, no velar por sus necesidades, entre otros.

Tomo el bolígrafo y firmo, esto me destroza, pensé que el podría recapacitar, por Dios estamos hablando de un ser humano no de acciones de una empresa. Pero si esto es lo que el quiere, entonces será así, mi bebé no tendrá porque mendigar amor por donde no le darán.

-No haré obras de caridad contigo, eres una empleada como todos los demás, por lo que no tendré cuidados especiales contigo.

-No los necesito, ni tampoco te lo pedí- alzo mi cabeza, porque aún me queda dignidad.

-Bien- dice Kennet- es todo, vuelve a tu trabajo.

Salgo rápidamente de la oficina porque no quiero explotar en frente de él y me dirijo al baño con rapidez. ¿Que voy a hacer para que esto no se vuelva incomodo?, porque yo no renunciare a este trabajo. Lo tendré que ver hasta después del parto para buscar un nuevo trabajo, no van a contratar a una embarazada.

Me apoye en el lavado y me observe por un rato en el espejo. Saldría adelante de la manera que fuera y no me permitiría jamás mirar hacía atrás. 

 




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