El jefe, mi mayor error

Capítulo 12

Kennet

Había sido una de las semanas más estresantes de las que recordaba y descargaba todo mi enojo en mis empleados, sabía que no tenían la culpa pero de igual manera lo hacía.

Pensé que iba a ser bueno para mi el darle vacaciones a Sara y no verle la cara por unos día, pero resulto ser todo lo contrario

Yo no podía aceptar el embarazo, mi empresa era un éxito y estar pendiente de una embarazada y luego estar presente y contribuir en la crianza de un niño me aterraba, simplemente no iba a los planes que tenía para mi vida.

Respecto a lo que sentía por Sara pensaba que solo era atracción física, pero en estos días que ella no ha estado me he dado cuenta que de verdad sentía algo por ella aunque tratara con todas mis fuerzas de negarlo.

Necesitaba hablar con mi madre, por el momento no veía necesario contarle de lo sucedido, de hecho no sabía si en algún momento de mi vida le contaría o estaría preparado para decirlo, creo que sería mucho mejor que nadie de mi familia se enterara.

Marque su numero y espere.

-Hijo mio, hasta que te dignas de llamar a tu madre- se quejo nada más contestar.

-Mamá sabes que estoy muy ocupado durante toda la semana- me queje y seguí escribiendo una respuesta para unos socios.

-¿Tanto así para no llamar ni siquiera a tu madre? Que ingrato eres Kennet.

-Iré a casa por el fin de semana, ¿Te molesta?

-Hijo por favor, ¿cuando te he negado yo venir a verme? Que casualidad, Giancarlo se tomara unas vacaciones aquí y Ninoska vendrá por el fin de semana.

-Así que irá todo la chusma, ¿no?- pregunte con diversión.

-No llames así a tus hermanos, ¡Jesús!

-Esta bien, nos vemos mamá.

-Te amo cariño, ven con cuidado, adiós- corte la llamada y suspire.

*******************

Cogí las llaves mi Lamborghini aventador dispuesto a salir de la empresa y conduje hasta la residencia de mi madre. Aunque su casa quedara alejada de la cuidad ya hacía tiempo que no iba a verla. La empresa me consumía todo el tiempo y era una consecuencia que tenía asumida.

Estacione mi carro en el garage de la casa y abrí la puerta con la llave que tenía siempre en mi poder.

-Hola joven- saludo mi nana que había ayudado a mi madre desde hace años a criarnos.

-¿Donde están todos?- pregunte después de saludarla.

-Están en la mesa, ya serviremos el almuerzo.

-Tu príncipe ha llegado madre- anunció Giancarlo al verme entrar antes de escabullirse rápidamente por el pasillo.

-Sabes que no tengo preferencias entre mis hijos- apareció mi madre- ¿Como estás?- dijo mientras apretujaba mis mejillas- no te has afeitado.

-Mamá ya no soy un niño- me queje, por lo que recibí un tirón de oreja- ¿Hey eso a que va?.

-No te quejes conmigo- dijo levantando ambas cejas de color castañas. Note que sus preciosos ojos azules comenzaron a empañarse.

-Mamá no llores por estupideces.

-No lloro por una estupidez, ya había aceptado el nido vació pero el verlos solo a veces me pone muy sentimental. Los extraño en la casa.

-¿Están mis abuelos?- pregunte mientras avanzaba por el pasillo principal hacía el gran comedor y sorpresa, Ninoska ya había llegado y estaba sentada en la mesa viendo su teléfono.

-¿Que he dicho de móviles en la mesa?- preguntó mi madre haciendo sobresaltar a mi hermana quien cuando me vio rápidamente se lanzo sobre mi.

-Te había extrañado- dijo ignorando totalmente a mi madre.

-Enana sueltame- al soltarme me pego en el pecho juguetona.

-¿Donde está Giancarlo- preguntó Ninoska sentándose nuevamente en la silla.

-Aquí estoy familia- dijo Giancarlo apareciendo con un plato rebosante de pasta-¿donde dejo esto Magdalena?- pregunto llamando la atención de nuestra madre.

Me reí ya sabía lo que venía continuación. mamá jalo la oreja de Giancarlo

-¿Y eso porque?- se quejo.

-Acaso se te olvida que soy tu madre ¡no me llames por mi nombre!- chillo.

-Vale vale- dijo mi hermano para luego sentarse al lado de Ninoska.

Me senté al frente de mis hermanos y al lado de mi madre.

-¿Como han estado mis niños?- dijo mamá y rodé los ojos haciendo reír a mi nana.

-Yo vine a descansar y me encuentro con estos niñatos- bufe y señale a mis hermanos.

-Tu fuiste el que te sumaste- respondió Ninoska- Yo fui la primera que dije que vendría- dijo sacandome la lengua.

-¡No peleen!- nos sobresalto la voz de nuestra madre, tan gritona como siempre.- Aquí hay espacio para todos. Ya coman que los veo muy delgados a todos- ordenó.
 

 




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