El jefe, mi mayor error

Capítulo 22

Sara

Tres días después...

Afortunadamente la intervención de Maddie no había provocado mayores inconveniente ya que Kennet lo había ignorado completamente. Lo que si estuve todo el fin de semana pensando en  que le diría a Kennet por el comportamiento de Maddie, estaba aterrada por las consecuencias que le podría traer hasta que llegó el día lunes y mientras me comía las uñas  y contra todo pronostico Kennet seguía siendo amable. Maddie estaba algo avergonzada y estaba segura que si ella no fuera tan orgullosa y si no odiara tanto a Kennet  le pediría disculpas. 

Me estiré disimuladamente en mi silla, ya me estaba afectando el peso demás que estaba obteniendo gracias a los antojos que me daban por la noche, de seguro quedaría como una vaca cuando mi bebé nazca. 

Los vómitos habían dejado de ser frecuentes hace semanas pero desgraciadamente ahora me daban atracones por comer en la noche con la consecuencia de dejar el frigorífico vació y yo queriendo explotar por tanta comida. 

Enderece mi postura de inmediato cuando vi llegar a Kennet.

-Buenos días, Sara- saludó Kennet. 

-Buenos días, Señor. Ya tengo la lista de las actividades de hoy se las dejaré cuando quiera en su oficina. 

-Gracias. Llegará el nuevo arquitecto, por favor apenas llegue hazlo pasar a mi oficina, después te necesito en mi oficina por favor- dijo Kennet.

-Entendido.

Seguí haciendo mi trabajo y cerré algunos documentos que afortunadamente había logrado terminar dentro del plazo que me habían dado. 

Aproveche de que me veía exenta de obligaciones y saque una pequeña barra de chocolate que conservaba en mi bolso, abrí el envoltorio y de inmediato me la lleve a mi boca saboreando el exquisito sabor aunque un tanto empalagoso. 

Escuche las puertas del ascensor abrirse y me prepare para recibir a el visitante, pero no estaba preparada para lo que me encontré en frente de mi. Tampoco es que me viera muy presentable, sentía mis labios llenos de chocolate.  

Esos hoyuelos los reconocería en cualquier parte, además de su sonrisa coqueta. 

-Sebastian Acevedo, un gusto- se presentó ¡si es que yo ya lo conocía! Solo lo mire incrédula, ¡Dios! esto tenía que ser una broma. Había recordado su rostro, creo que era bastante inolvidable, y que gracias a su trabajo podía viajar a muchos lugares, pero no exactamente a donde yo estaba.

No iba a mentir, esto me daba un poco de miedo. 

Esto era extremadamente raro.

-Creo que te sorprendió un poco el verme aquí, la verdad tampoco esperaba encontrarte justamente aquí. Que coincidencia ¿no?

-Mmm... bastante la verdad, pero creo que podríamos hablar en otro momento. El señor Rhys le está esperando. 

-Muchas gracias señorita, pero antes tomaré una de estas- dijo tomando una de mis tarjetas de presentación- ya que tu no me escribiste, seré yo él que lo haga.  

Sentía mis mejillas hirviendo por la vergüenza. Efectivamente no le había escrito pero no porque no lo quisiera o lo olvidará, sino que no sabía como empezar una conversación con él debido a lo poco que habíamos hablado cuando nos conocimos. 

Sebastian me sonrió y entró con paso firme a la oficina de Kennet. 
 

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Kennet
 

Se había vuelto duro ver a Sara todos los días y como su vientre iba tomando forma poco a poco. Ya había empezado a sentir todo lo que mi amigo Frank me había advertido. Y era algo que no me agradaba para nada.

Saque el expediente de Sara y observe su fotografía por un largo rato, todo en ella me resultaba atractivo. Esa fotografía era la única forma que tenía de ver la sonrisa de Sara, porque para mi ya no había sonrisas de parte de ella y sabía que era algo que me merecía, me había dado cuenta luego de varías veces a penas llamarla ella tomaba una actitud sería la cual yo no estaba acostumbrado a ver.

Incluso podía decir que un niño con sus genes y los míos sería realmente afortunado.  

No sé si la había llegado a amar como tal, pero de que la quería y que me traía condenadamente loco detrás de ella era algo que lo tenía aceptado. Quizás fue algo que solo me pude dar cuenta luego de que todo entre nosotros acabará.

Sabía que ella no se lo merecía. 




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