El jefe, mi mayor error

Capítulo 24

Sara

Estaba bastante aburrida ya en casa y lo único que hacía era pedir comida a domicilio, sentarme en el sofá y ver un montón de películas que al final del día me hacía llorar a moco tendido. Y justamente hoy era uno de esos días, tenía mi pote aferrado a mi y apoyado en mi abultado vientre mientras lloraba al ver como en la película uno de los protagonistas moría en un trágico  accidente dejando a su amada completamente sola y eso simplemente no era justo. 

Alguien tocó de improvisto a la puerta en cuanto me estaba preparando mi cena, extrañada fui hacía la puerta y la abrí aun con el cerrojo aun puesto. Uno nunca sabe cuando podía aparecerte un maleante en frente de tu casa.

-Hola- saludó un hombre. Tuve que entrecerrar mis ojos para detectar un rostro conocido, aparte que la oscuridad que abundaba en el pasillo no ayudaba mucho- tal vez si le quitas el cerrojo me podrías reconocer. 

Su voz se me hacía bastante conocida por lo que confié en él quitando el cerrojo. Finalmente pude reconocer al hombre. Era Sebastian.

 -Lo siento, no suelo abrir la puerta a estas horas- me disculpé y le invite a pasar. 

-Discúlpame a mi que te interrumpa en tu hogar pero te envié un correo electrónico para saber como estabas porque desde que la última vez que te vi en la empresa no te he visto más cuando he pasado por allí. 

-Ahora estoy en mi casa y ya no reviso nada de mi correo- dije - estoy de baja por maternidad. ¿Podría saber quien te dio mi dirección?

-Tu amiga ¿Maddison? me facilito tu dirección.

Mataría a Maddie, eso de seguro.

-Ah vale. No sigas parado ahí, toma asiento. 

Sebastian que hasta hora estaba en la puerta me hizo caso y camino hasta el sofá negro que tanto me había costado, pero me encantó en cuanto lo vi en la vitrina de la tienda.

-¿Y esas cajas?- preguntó.

-Bueno esos son los muebles del bebé. Ya están desde hace mucho en mi sala- me quejé. 

-¿Aun no los armas? tiene que ser una broma ¡te falta muy poco!

-Tengo cero habilidad manual no sirvo para eso- dije mientras caminaba hacía las cajas.

-¿Harás que tu bebé duerma en tu tina?- preguntó burlesco, reí -si deseas te puedo ayudar a armarlos.

-¿Es enserio? Te lo agradecería muchísimo.

-Tienes mucha suerte de que este hombre haya llegado justo en este momento para ayudarte.

Él empezó a abrir las cajas y ver el contenido haciéndose la idea de como armarlos. Fui hasta mi cocina y serví galletas y una serie de dulces que mantenía en mi despensa cuando me entraban los antojos. Después de dejar la bandeja la bandeja en la mesa principal comencé a prestar atención a como él iba armando cada mueble, estaba a su lado ayudándolo en cosas mínimas ya que el me decía que tenía que evitar hacer fuerzas, le di la razón. 

Finalmente pude conocer al hombre que se ocultaba detrás de esa divertida actitud y extremadamente guapo de físico. Era un hombre serio cuando se tenía que serlo, el cual daba todo en su trabajo que era lo que realmente le apasionaba ya que había luchado tanto contra sus padres porque aceptaran a lo que el quería estudiar. Tenía un hermano menor el cual aun cursaba el colegio y sus padres estaban casados desde antes que Sebastian naciera. Le conté igualmente cosas personales pero obviamente cuando uno esta recientemente conociendo a alguien no suelta totalmente todo, solo se cuenta la punta del iceberg que se tiene por vida.

-¿Por qué dos cunas?-preguntó mientras veía las instrucciones. 

-Bueno el moisés que armaras es para cuando sea pequeñita, ella dormirá en mi habitación mientras este tan pequeña. Ya después dormirá en su pieza en la cuna que armaste hace un rato.

-¿Ella?- preguntó refiriéndose al sexo del bebé.

-Tendré una niña- respondí llevando ambas manos abajo de mi vientre, sosteniéndolo.

-No me hubiese dado cuenta si no me dices ¡compraste todo en blanco! ¿Por qué?

-Prefería llevar su sexo lo más neutro posible, nada resulto porque mi madre y mi amiga compraron un montón de ropa rosa. 

-Estas intentando catalogar a tu criatura y eso no es justo- me reprochó y fingió estar enfadado conmigo.  

-No empieces por favor. Ambos reímos y nos quedamos mirando por un largo rato, hasta que yo mire a otro lado sintiéndome un tanto incomoda.

-¿Como es que trabajas para Kennet y jamás antes te había visto?- pregunté cambiando de tema. 

-He sido el arquitecto de algunas de sus empresas desde cuando salí de la universidad. Fue el único que me contrato aun cuando yo no tenía experiencia trabajando, pero aun así confió en mi y es algo con lo que le estaré muy agradecido. 

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Kennet

Todas las mañanas me preguntaba al apenas despertar si es que hoy sería el día en que la criatura que ayude a crear vendría finalmente a este mundo, no podía evitar sentirme ansioso.

Había cumplido con no hablarle a Sara, aun así siempre estaba pendiente a mi celular ante cualquier emergencia.


Hoy me había tomado libre el día porque me había comprometido a algo que no podía faltar o mi hermana realmente se enfadaría conmigo. Ya había asistido a una de sus ecografías pero me había mantenido algo escéptico a toda la alegría que se tornaba al rededor del embarazo de Ninoska.

Mi madre era la que más feliz por la llegada del bebé y era la responsable de que una de las piezas desocupadas de su casa estuviera llena de cosas para bebés, mi hermana, por el contrario, se encontraba angustiada, no estaba ni feliz ni triste porque sabía que se le vendría difícil. Todos criticaban la actitud de mi hermana pero yo la entendía y la defendía de las personas que se creían con el derecho de opinar sobre su vida. La prensa ya había dado declaraciones y ponían a mi hermana como "Una niña malcriada y descarrilada" por su embarazo a corta edad. No hacían más que empeorar la situación, ya tenía bastante con lo que lidiar y agregándole que desde que era adolescente había tenido la presión de lograr ser exitosa igual que sus hermanos.




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