El jefe, mi mayor error

Capítulo 26

Sara

Dos días antes...

Solo recuerdo haber estado hablando con mi vecina por unos ruidos muy extraños que ambas habíamos escuchado la noche anterior cuando sentí un liquido caer por mi pierna. Me avergoncé porque pensé que me había orinado pero ya cuando no dejaba de expulsar ese liquido me dí cuenta de que se trataba de algo más grave. Mi vecina, Karen, que ya tenía dos hijos y por lo tanto más experiencia que yo me aseguraba que mi bolsa se había roto.

Ya había estado alerta ante cualquier movimiento extraño, pero nada pasaba estando ya a solo días de cumplir las cuarenta semanas así que me había relajado, más todo pasa cuando menos te lo esperas. 

Para empeorar la situación Maddie estaba de viaje con Hector y mi madre estaba muy lejos como para llegar en unas horas más por lo que estaba totalmente sola. A la única persona que tenía cerca era Enrique, mi hermano, quien en cuanto lo llame me dijo que vendría lo más pronto posible.

Sorprendente mente no sentí dolores tan intensos como siempre veía en las películas, solo percibía incomodidad y como mi vientre se revolvía. El dolor vino después cuando ya estaba ingresada en la clínica esperando a dilatar lo suficiente como para que la bebé lograra por fin salir de mi.

No había sido tacaña ante la elección del lugar donde tendría a la bebé, creo que era necesario una buena atención ante cualquier problema, prefería prevenir que lamentar.

Sentí tanto alivio cuando vi a Enrique cruzar la puerta luciendo agitado. Pensaba que tendría que esperar por toda esta situación sola, pero al estar con Enrique, esperaba que no se me hiciera tan aburrida la espera. 

Platicamos bastante mientras yo a veces me retorcía en la camilla por las fuertes contracciones. Él no hacía más que agarrar mi mano y mirarme asustado. Estaba totalmente aterrado ante la situación y yo no podía evitar que me daba un poco de risa, la cual inmediatamente se convertía en quejidos de dolor. 

Después de estar siendo vigilada por enfermeras, finalmente se me acerco una de ellas. 

-Vamos a ver- dijo la enfermera antes de meterse allá abajo. Rogaba que ya estuviera lista ya que el dolor cada vez se hacía más insoportable. Ya si se sintiera incomodo que me tocara o no, ya no me importaba, solo me concentraba en el dolor que sentía en mi vientre.

Por favor bebé, se buena con mamá y llega a este mundo lo más luego posible...

-Ya estás lista, te llevaré en unos instantes a la sala de partos ¿Él te acompañará?- preguntó mientras se saca los guantes y señalaba a mi hermano. 

-Si yo entraré- respondió Enrique con seguridad. 

Me movieron hasta la sala de partos en donde era acomodada mientras Enrique se suponía se estaba preparando. Tendría un parto normal ya que quería que fuera lo más natural posible, pero que ante cualquier inconveniente ya había dicho con anterioridad que si era necesario me realizaran una cesárea. 

Enrique llegó y se puso al lado mío. 

-Ya es la hora- dijo él y pude notar como sus manos tiritaban visiblemente.

-Se que no- tuve que tenerme para apretar mis dientes por el dolor que sentía- No-no es necesario que estés aquí si no quieres o te...

-No te dejaré sola, Sara. En este momento solo debes de preocuparte por ti y sacar a esa pequeña- dejo un beso en mi frente y luego tomo mi mano. 

-Bien, Sara. Contaré desde el tres al uno cuando llegué a uno tendrás que pujar ¿entendido?- dijo el doctor mientras se posicionaba en mi entrepierna.

-Si- respondí con dificultad. Sentía tanto dolor en mis partes bajas que me quitaba hasta el aliento.

Puje cada vez que ellos me decían, ya el esfuerzo que estaba realizando era demasiado y me estaba comenzando a cansar.

-¡Ya debe falta poco!- exclamó mi hermano y seco el sudor de mi frente con un pañuelo.

Grite con todas mis fuerzas y experimente como el pequeño cuerpo que cargué durante casi nueves meses de la que sería mi hija fue expulsado de mi.

No escuche el estruendoso llanto que esperaba. 

-¿Por qué no llora?- pregunté alarmada- ¡¿Qué le pasa?!

El doctor la elevo y vi como algunos se acercaban al pequeño bulto lleno de fluidos. 

-¿Qué suce...

Enrique se calló inmediatamente cuando un poderoso llanto se escucho de ese pequeño humano.

Ese era el llanto que esperaba.

Comencé a llorar esta vez de alegría. El dolor que sentía paso a segundo plano en cuando vi como la acercaban a mi. 

Tenía un llanto fuerte que se fue calmando en cuando la depositaron en mi pecho e inicié a acariciar su pequeña espalda. Sus pequeños labios finalmente solo tiritaron hasta soltar un quejido. 

Aunque su cabeza estuviera aun cubierta con sangre podía ver cabello, hebras que extrañamente eran de tonos anaranjados. Trate de recordar familiares que tuvieran ese tono pero no, no conocía a nadie con ese tono de cabello.

Era tan hermosa.

-Sara... es preciosa.

-Lo es- dije y besé su cabecita.

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Kennet

Presente...

Cuando llegue a mi casa, me sentí tan solo que hasta me había costado conciliar el sueño. Aparte de estar bastante entusiasmado por ver a la pequeña nuevamente. 

Al día siguiente a primera hora y después de desayunar, tome la llave de mi Maserati Levante y fui hasta la clínica. Antes de ir hacía la habitación de Sara pasé por el mesón de informaciones , pedí la cuenta de la estadía y de los gastos de Sara y la pagué. 

En cuanto llegué toque la puerta pero al no recibir respuesta entre lentamente. 

Sara dormía y Danielle estaba en el cunero durmiendo igualmente. 

Alguien tendría que ponerme un babero porque no podía dejar de ver a la pequeña y el fuerte lazo que tenía con ella. Me acerque al cunero y tome su pequeña manito, me sorprendí con la inmensa diferencia que tenía su mano con la mía, era diminuta. 




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