Sara
Tres meses después...
Había estado asistiendo a terapia para superar el mayor problema que tuve durante toda mi vida, la ausencia de mi padre. Tuve que recurrir a un psicólogo posteriormente el nacimiento de mi hija, la depresión que sufrí en mi adolescencia había vuelto a aparecer, pero esta vez con más fuerza. Quería estar lo mejor posible para Danielle.
Ya había aceptado a Kennet de a poco por el bien de mi hija. Danielle merecía un padre presente, justo como yo nunca lo tuve. Había olvidado totalmente que firme un contrato cuando apenas tenía pocos meses de embarazo, pero por el bien de Danielle lo había dejado pasar.
No sabía actualmente que hacía Kennet durante el día, pero frente a cualquier cosa venía todos los días sin falta a ver a la bebé. Como consecuencia a pesar del corto tiempo que tenía Danielle, esta se había acostumbrado a tenerlo a su alrededor y no sabía cuan bueno era por si se efectuaba algún cambio en el futuro. Había demasiado en juego.
Acarició con delicadeza el mentón de Danielle a lo que ella me regaló una pequeña sonrisa. Esta bebé iba a derretirme de ternura. La ame desde que supe que ella estaba dentro de mi, pero poder tenerla conmigo era algo que no tenía precio.
Seguí haciendo mis quehaceres mientas superviso a ratos a Danielle, hasta que comencé a notar que estaba bastante irritada. Cambie su pañal y mire el reloj, de inmediato me sentí ansiosa en cuanto me di cuenta que ya había pasado bastante rato desde su última leche, y que no había sentido que la leche descendiera.
La cargo entre mis brazos y trato de alimentarla, pero la leche no sale de mis pechos haciendo que Danielle mordiera dolorosamente con sus encías mi pezón. El que nada saliera de mis pechos desesperaba a mi bebé y tratando de apaciguar sus llantos, la cargue por toda mi habitación.
Entré en un estado de desesperación al no ver ninguna solución, no lograba pensar tranquilamente al escuchar el fuerte llanto de mi hija. La seguí meciendo mientras puse mi dedo meñique en su boquita y logré calmarla momentáneamente pero cuando la regreso a mi cama para ver si extraía algo de leche, fue cuando ella soltó potentes sollozos que lograron desestabilizarme por completo.
Sentí mi rostro húmedo por las lagrimas que se deslizan por el. Me sentí impotente al no poder darle de comer a mi hija, y más aun al no poder salir con Danielle a comprar una formula ya que está muy pequeña. No pude recurrir a Maddie al estar ella de viaje, y al único que lamentablemente podía recurrir en este momento es a Kennet. Busque su número en mis contactos y rece para que me contestará. Al tercer tono él responde.
-¿Hola?¿Está todo bien?- pregunta rápidamente.
-Necesito tu ayuda, no sé si puedes venir a mi casa- suelto sin poder ocultar mi voz urgida.
-¿Sucedió algo?, ¿Están bien? Por favor dime algo- suplica.
-No puedo darle de comer, Kennet. Danielle esta hambrienta... y ya no sé que más hacer- sollozo. Entonces recuerdo algo que podría calmar momentánea a Danielle, pongo el teléfono en alta voz mientras corro a mi cómoda buscando el chupete que seguramente deje aquí, pero con el caos que tengo en mi cabeza la búsqueda se me hace irrealizable.
-Tranquila, iré a comprar algún suplemento que pueda servir y en menos de 10 minutos estoy allá. Solo te pido que te tranquilices- espeta y puedo escuchar el evidente nerviosismo que ahora lo debe consumir, de inmediato corta la llamada.
No debí haberlo llamado.
Cumple con lo dicho cuando aproximadamente diez minutos escucho el timbre. Camino con rapidez hacía la puerta y la abro.
Llega y me estrecha entre sus brazos, rodeo lo que puedo su ancha espalda y apoyo mi cabeza en su pecho.
-Tranquila Sara, ya encontraremos una solución- asiento y él se va a la cocina a preparar con lo que veo es un tarro de alguna formula de leche, mientras yo regreso a mi dormitorio.
Dudo que sepa prepararla, pero no quiero complicarme más con instrucciones.
Me quedo en mi cama con la bebé cuando Kennet llega con la leche en un biberón.
-¿Está a buena temperatura?- pregunto ya que no quiero que queme a mi hija.
-Ya lo he comprobado. Ahora dámela- reclama, le tiendo a la bebé con cuidado.
-Hola, princesa mía- dice con una voz extremadamente aguda tomando a la bebé- Veo que tienes mucha hambre, ya te daré de comer- se sienta al lado mio en la cama, le da el biberón y ella lo toma con locura. Mi pobre bebé.
Me siento inútil y lo peor es que no sé que me sucede.
¿Como no le voy a poder dar de comer a mi hija? ¿Qué hay de malo en mi?
Cubro mi rostro con mis manos y sollozo. Kennet lo nota y junta mi cabeza con la suya mientras mantiene el biberón en la boquita de mi bebé.
-Tal vez esto a todas les pasa, no hay de que preocuparse, ya la niña está tranquila, ahora falta que tu lo estés- me intenta convencer.
-Me siento incompetente al no poder alimentarla, no quiero tener que darle desde ahora formulas.
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Editado: 17.08.2021