El jefe, mi mayor error

Capítulo 34

Sara

 

Un sentimiento de pánico me inundo. Tenía miedo, realmente estaba aterrada de este hombre y de lo que pudiera hacerme.

 

No sabía que decir, si me abstenía a decir algo él probablemente se podría enojar al no sacarme la información que él necesitaba.

 

-Señor, no me corresponde darle tal información, si usted quiere contactar con él y es su conocido puede ir...

-Tú no me estás entendiendo- su semblante cambio a uno más furioso. - Necesito contactarme con él, es de vida o muerte. Tengo a gente peligrosa detrás de mí.

 

No sabía si él era su padre realmente, ya que cualquiera podría hacerse pasar por su padre para sacarle algo de dinero. Sabía que las celebridades tenían ese tipo de altercados, tener tanto dinero de sobra que llamaba a personas interesadas a aprovecharse de él. Kennet no era una celebridad, pero era alguien quien era conocido por la enorme fortuna que había formado, convirtiéndose en uno de los hombres más jóvenes en acumular bastante capital con su empresa. Y eso me daba a pensar que esta persona podría ser una interesada en los bienes de Kennet.

 

En el caso de que lo fuera, sabía que la relación entre Kennet y su padre nunca había sido buena, y tampoco tuvieron tiempo para fortalecer su lazo ya que su padre lo abandonó cuando Kennet tenía diez años.

 

Quizá en que lío me podía involucrar, porque al verlo tan desesperado tal vez la situación en el que él estaba involucrado si era peligrosa.

 

Sin analizarlo mucho, tome mi teléfono y simule buscar el número telefónico de Kennet, para dictar un número que no tenía coincidencia con el de su "hijo". Solo esperaba que no lo llamará ahora y se diera cuenta de que lo había engañado.

 

Madison llegó en conjunto con Violeta y el hombre se escabullo rápidamente saliendo del parque. Suspire aliviada y acerque más el coche de Danielle hacía a mí.

 

- ¿Qué pasó, por qué esa cara? - debía tener una cara de espanto para que ella me preguntará. No la quería alarmar por lo que me contuve y cambié mi semblante por uno más relajado, pero por dentro seguía insegura.

-Nada, pensé que había olvidado algo de Danielle- cambie el tema rápidamente para que ella no siguiera indagando- ¿Qué paso, pequeña? - pregunte a Violeta.

-Dejé caer mi manzana a la tierra, y ni siquiera le había dado un bocado- dijo cabizbaja.

-Ya iré por otra, cariño. No te preocupes- dijo Maddie. - ¿Te quedas con Sara o me acompañas?

-Me quedaré sentada justo aquí- respondió encogiéndose de hombros.

 

Maddie asintió, tomo su bolso y camino hacía el puesto de manzanas acarameladas.

 

Danielle comenzó a quejarse en el coche y la cargue de inmediato para posarla en mis piernas.

 

Al tenerla pegada a mi pecho y sentir su calor me hacía sentir mucho mejor. Luego de atosigarla, la acomode nuevamente sentándola sobre mis piernas dejándola al frente de Violeta, quien miraba curiosa todos los movimientos de mi bebé.

 

-Ella es muy pequeña, ¿Se quedará siempre así? - reí ante su pregunta.

-No claro que no, ella cuando tenga más años será como tú.

- ¿Yo era como ella? - preguntó nuevamente, pero esta vez con sus ojos bien abiertos. No podía con su ingenuidad.

-Claro que sí, tú fuiste igual de bebé que Danielle.

-Pero su ropa es muy pequeña- dijo tomando un abrigo de mi bebé- esto jamás me hubiese quedado bueno.

-Claro que si, a medida que van pasando los años, tus huesitos van creciendo y tú creces en conjunto con ellos- explique. Ella pareció pensarlo mucho antes de replicar.

-Bah- respondió simplemente, tal vez era algo mucho más complicado de lo que podría procesar por ahora su joven cerebro.

 

Maddie regreso con una apetitosa manzana acaramelada que me entraron ganas de comerme la en cuanto la vi, mas no podía volver a dejar sin manzana a Violeta.

 

Violeta esta vez fue precavida y se sentó con nosotras mientras comía, luego finalmente fue a los juegos del parque.

 

(...)

 

Kennet

 

No tenía entre mis cualidades ser paciente, y odiaba a la gente que era impuntual ante un compromiso. Gente como mi querido amigo Frank Mann.

 

Revise mi reloj nuevamente y golpeteo la mesa con mis dedos, sintiéndome ansioso.

 

Llevábamos bastante tiempo tratando de coordinar una junta, pero nada resultaba debido a que cada uno por su parte tenía bastantes asuntos que atender. Sin embargo, ahora que finalmente pudimos concretar esta reunión el hombre llegaba tarde ¿Quién lo entendía?

 

Tuve que esperar un buen rato antes de ver a mi amigo entrar por la puerta del restaurante en donde frecuentábamos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.