El jefe, mi mayor error

Capítulo 39

Kennet

 

 

Una semana antes…

 

 

Camine rápidamente hacía mi camioneta y cuando llegue a ella, tire las maletas en el asiento trasero. Toque la ventana del auto que estaba al lado mío y Alan bajo el vidrio. 

 

-Ya me voy, Alan-le avise. Asintió y prendió el auto, listo para seguirme hasta casa.

 

Cuando me senté en el puesto del piloto, apoyé mi frente sobre el volante y permanecí por unos minutos inmóvil. Necesitaba relajarme para poder conducir, podía sentir un temblor en mis manos debido a la situación recién en vivida.

 

Todo había sido mucho más difícil de lo que había pensado que sería. Me había estado preparando para encontrar la mejor manera de decirle, pero nada te prepara a cómo vaya a resultar la situación en el momento. 

 

De hace días atrás ya había estado recibiendo amenazas, y me tenía furioso el hecho que no pudiera saber de quién me las estaba enviando. Le había dado los mensajes y el número telefónico a mi equipo de seguridad para que los rastrearan, aún no conseguían dar con el responsable.  

 

Suspire e inicie mi camino hacía mi casa.

 

Admito que había sido extremista el haberme ido de la casa de Sara de un día para otro, y más sin decirle la verdadera razón, no obstante, no encontraba otra solución. Si seguía allí era obvio que la persona que me estaba enviando amenazas podía atentar contra ellas, y eso jamás me lo perdonaría.

 

Había deseado tanto el volver con Sara, que sentía que nuestra felicidad había durado muy poco en comparación con lo habíamos sufrido. Por lo mismo, no iba a dejar que la persona que estaba orquestando esto logre cumplir con todo lo que me ha dicho a través de mensajes y llamadas, realmente estará arrepentido de ocasionar este gran problema.

 

Cuando el semáforo dio rojo, miré por el retrovisor y vi a Alan, mi guardaespaldas, atento a cualquier movimiento a nuestro alrededor. Él, en conjunto con Samuel y Alejandro, habían estado siguiendo mis pasos y los de Sara por las últimas semanas, dejándonos en casa por la mañana y por la noche sin que ella se diera cuenta. No quería preocuparla.

 

Llegué a casa y saludé a Susie, quien se encargaba junto con Darcy de las labores en casa, y avance por el largo pasillo directamente hacía mi habitación.

 

Lave mi rostro con agua fría para intentar aliviar el dolor de cabeza. Apoye mis manos sobre el lavamanos y mire por largo rato mi reflejo en el espejo.

 

-Estás hecho un desastre -susurré para mí mismo.

 

Cuando me metí a la cama, me estaba costando más de lo normal conciliar el sueño. No podía sacar de mi mente la expresión de dolor en el rostro de Sara.

 

Se me hacía ridículo que Sara dudara de mis sentimientos hacía ella, siendo que le había demostrado en tantas ocasiones el amor que sentía por ella, supongo que aún quedaba el miedo de lo que fue nuestro pasado.

 

No quería hacerla sentir mal o que era menos, más sabía que si le decía la verdadera razón del por qué le pedía un tiempo, estaba seguro que no lo aceptaría y se habría metido en un asunto en el cual no quería que sea involucrada. Todo esto sabiendo que John se relacionaba con personas que podían poner el peligro nuestras vidas.

 

Anhelaba tenerla conmigo y extrañaría, como ya era común, que al dormirme y al despertar lo último y lo primero en ver fuera el rostro de Sara.  

 

Esperaba que Sara me pudiera perdonar nuevamente.

 

 

(…)

 

 

Presente…

 

 

Últimamente estaba evitando cualquier roce con Sara, aunque fuera casi imposible siendo ella mi secretaria, no quería levantar ni una sospecha de lo que podría o no estar pasándome.

 

Trataba, en todo el día, de no desconcentrarme de mis obligaciones, a ver si de esa forma podría llegar a mi casa y dormir un rato por las noches. Prácticamente llegaba todos los días a casa para solo recostarme, ya que no podía dormir. El insomnio y el cansancio me estaban consumiendo lentamente.

 

El ver a Danielle por vídeo llamada era lo único que me animaba a aguantar, ansiaba tener a mi hija a mi lado y casi lloraba cuando ella me llamaba papá cada vez que hablábamos, más bien, cuando yo hablaba y ella balbuceaba. No la quería cerca mío mientras tuviera la incertidumbre de que sucedería finalmente con todas las amenazas que recibía.

 

En la pantalla del computador me apareció una solicitud de vídeo llamada por parte de Ninoska, la cual, acepte.

 

-Hermano luces como la mierda- dijo apenas apareció su rostro en la pantalla.

Reí y me acomodé mejor -Bueno, es lo que hay.

- ¿Dónde quedo mi hermano que era codiciado por mujeres y hombres por su hermosura? – preguntó burlona.

-Los problemas se lo llevaron.

-No te desanimes- hizo un puchero. -Sé que últimamente ha estado lloviendo sobre mojado en nuestra familia, pero debemos permanecer de pie y unidos ante cualquier cosa.

-Lo sé, ¿Algo nuevo de Giancarlo? - pregunté.

-No- suspiro- mamá siempre lo llama, el nunca atiende y eso la pone muy triste, a mí me enoja. Está bien que él se quiera acercar a John, pero no tiene por qué ser una mierda con nosotros.

-Esta es su fase más idiota, ni en la adolescencia él se comportó como lo está haciendo ahora- bufé.

-Todos estamos de acuerdo con eso- espeto con sarcasmo. -Más creo que después se arrepentirá, ya veremos cómo puede terminar todo esto.

- ¿Cómo está mamá? - pregunté cambiando de tema.

-Creo que mamá está deprimida, el tema con Giancarlo la está afectando de sobre manera, al igual que también le afecta verte así de mal.

-Hey, no estoy mal.




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