El joven de hielo solitario

Esta historia trata sobre un joven que vivía una vida normal… hasta que, con el paso del tiempo, comenzó a manifestar habilidades extrañas. Él mismo las llamó sus poderes de hielo. Un día, decidieron llevarlo a una instalación para investigarlo, donde descubrió que había más personas como él. Pero lo que nadie sabía era que sus poderes apenas estaban despertando.

Desde entonces, nadie volvió a llamarlo por su nombre. En los rumores, en los registros, en los susurros… solo lo conocían como: el joven de hielo.

Fue separado de su familia y encerrado en un lugar desconocido...

Sus familiares le contaron que algunos de sus ancestros también poseían ese don, aunque con una maldición: eran conocidos como “los hombres de hielo solitarios”. Tenían un aura tan poderosa que podían congelar pueblos enteros, y todo aquel que se acercara terminaba atrapado en el hielo.

El joven deseaba usar ese poder para escapar de la instalación y reunirse con su familia. Sin embargo, ocurrió una desgracia: el mundo fue azotado por un apocalipsis zombi. Según él, solo podía sobrevivir gracias a su poder, que lo protegía… pero había un problema: necesitaba estar en lugares fríos o mantenerse bien hidratado para que sus poderes funcionaran. Si lograba ambas condiciones, su poder se intensificaba, volviéndose más estable y letal.

Sus familiares le habían contado que sus ancestros se nutrían del hielo que ellos mismos emanaban. Esperaban a que se regenerara para poder consumirlo, o simplemente congelaban algo y lo comían. Eso lo obligaba a esconderse mientras su escudo de hielo, se regeneraba.

Con el tiempo, descubrió que incluso fuera de esa zona, su cuerpo emitía una energía helada que congelaba a cualquiera que intentara tocarlo. Pero también comprendió algo más profundo: sus poderes dependían del entorno. Si estaba en lugares fríos o bien hidratado, podía defenderse. Y si lograba ambas condiciones, su poder se intensificaba, envolviéndolo en una capa de hielo casi impenetrable.

Es asi como se convirtió en un ambulante en un mundo sumido en el caos, buscando refugios helados, fuentes de agua… y pistas de su familia.

Buscando a su familia, llegó a casa… pero estaba vacía. Entonces se hizo una pregunta que lo atormentó: ¿Y si ya son zombis… o huyeron para sobrevivir?

Esa duda lo preocupó, pero también lo impulsó. Y en ese momento, lo sintió: su poder se volvió más latente y más intenso. Como si el hielo respondiera no solo al frío o al agua… sino también a su corazón.

Desde entonces, entendió que sus emociones también moldeaban su poder. La tristeza lo debilitaba, la ira lo endurecía… y la esperanza lo hacía avanzar.