El joven de hielo.

Que empiece el juego

Después de un rato, el joven no pudo más. Se escondió detrás de unos árboles, jadeando.

Ron gritó desde la distancia:

—Sé que estás aquí. No lo hagas más difícil para ambos, ¿sí?

El joven salió, decidido a enfrentarlo.

—Está bien. Aquí me tienes. ¿Qué me harás… matarme?

Ron no respondió. Solo levantó su pistola y disparó.

La bala se congeló en el aire, cayendo como un cristal roto.

Ron frunció el ceño. Sacó una carta de su bandolera.
Era negra, con un símbolo de fuego.

—Sabueso de Ceniza.

Una criatura de humo emergió, con garras ardientes.
El joven la congeló antes de que tocara el suelo.

Ron no se detuvo.

Sacó otra carta con bordes plateados.

—Que empiece el juego —dijo, con una sonrisa torcida.

La carta vibró. Sus movimientos se volvieron más rápidos.
Su puntería mejoró. Su pistola se recargaba sola.

El joven lo notó. Algo había cambiado.

Ron sacó otra carta.
La carta brilló y se rompió en el aire, liberando proyectiles.

El joven levantó una barrera de hielo.
Los fragmentos la golpearon, y se deshizo como escarcha al sol.

Ron disparó otra bala.
Esta vez, al congelarse… explotó.
El hielo resistió por un segundo, luego se rompió. La bala desapareció.

Ron guardó la carta en blanco y sacó otra.

—Llama de Engaño.

Una figura ardiente corrió hacia la izquierda.
El joven la siguió con la mirada… demasiado tarde.

Ron ya estaba a su derecha, apuntando.

La pistola se cargaba sola.
El joven levantó su escudo de hielo, apodado así por él mismo.
Pero dudó. ¿Resistiría?

Y entonces… la flecha.

Ron se quedó paralizado.
Una flecha se había clavado en su espalda.

No lo mató, pero lo dejó fuera de combate.

El joven se preguntó quién lo había hecho.

Y entonces la figura encapuchada apareció entre los árboles.

—De nada —dijo con calma—. Ahora sígueme. Esta vez te llevaré a un lugar seguro… de verdad.

El joven dudó, pero aceptó.

—Está bien. Solo… cada vez que paremos para comer, déjame alejarme un poco. Aún no me acostumbro a comer junto a alguien. Tranquilo, no me iré lejos.

Lo dijo para ocultar su secreto: el área de hielo que usaba como alimento.

La figura encapuchada asintió.

—Claro. Lo haré.

Y así, el joven comenzó otra travesía en un mundo apocalíptico… pero esta vez, con más cuidado.



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En el texto hay: fantasia, comedia, drama

Editado: 06.11.2025

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