El joven de hielo.

La emboscada del bosque.

Cuatro días después, al joven de hielo y su pelotón les asignaron una misión.

Debían interceptar un convoy con tres guardias, ocultos entre los árboles.
El líder del pelotón recibió los detalles: los enemigos solo llevaban pistolas con poca munición.

—Esta es nuestra oportunidad para ser de utilidad —dijo con firmeza.

—¡Claro! —respondieron todos, con emoción… y poca experiencia.

Partieron hacia el convoy, atravesando caminos y ruinas.
Pero al llegar, se toparon con una sorpresa.

No eran tres guardias.
Eran más de diez.
Y estaban armados hasta los dientes.

—Está bien —dijo el líder—. Que no caiga el ánimo. Aún podemos con ellos.

El joven de hielo dudó.
*¿Y si nos enviaron a una muerte segura?*
Pero no dijo nada.

Tras seis días de viaje, encontraron un punto estratégico:
una carretera junto a un bosque.

Idearon un plan.
Llevarían el convoy hacia los árboles… y atacarían desde las sombras.
Si tenían que matar, no había de otra.

El pelotón se armó de valor.

Pero antes de ejecutar el plan, los guardias abrieron fuego.
El convoy aceleró.
Todo parecía arruinado.

El joven cerró los ojos.
*Esto lo vamos a lograr. Sí o sí.*

Se concentró.
Congeló los motores de todos los vehículos.
No le costó mucho. Aún tenía energía.

Para no levantar sospechas, usó el arco que le habían dado.
Veinte flechas. Poca práctica.
Pero suficiente para aparentar.

Decidieron atacar por la noche.

Cuando cayó la oscuridad, comenzó la hora de la verdad.

Todos sacaron sus arcos.
Lanzaron flechas hacia los guardias.
Los guardias respondieron con disparos.

Después de varios minutos, los enemigos agotaron gran parte de su munición.
Los jóvenes también se quedaron sin flechas.

El joven de hielo respiró hondo.
La noche era fría.
El aire lo alimentaba.

Intentó algo nuevo.

Creó flechas de hielo.
Y lo logró.

Las lanzó una tras otra, con precisión creciente.
Los guardias restantes cayeron.

Pero algo no estaba bien.

El joven lo sintió.

Alguien más estaba ahí.

Una figura experta en emboscadas lo rodeó con más de veinte guardias.
El convoy ocultaba soldados y armas con munición de sobra.

—Esto es una trampa, ¿eh? —murmuró el joven.

El emboscador se retiró.
Los guardias lo rodearon.

Y atraparon a todo el pelotón.



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En el texto hay: fantasia, comedia, drama

Editado: 06.11.2025

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