El joven de hielo.

El reencuentro

Al día siguiente, el joven de hielo fue presentado como un forastero.
Un forastero que había sido salvado por el joven de gran fuerza…
al que todos llamaban **el Salvador**.

No era solo un apodo.
Era un título ganado.
Todos los que vivían en ese refugio habían sido salvados por él.

En cuestión de tiempo, el joven de hielo descubrió algo que lo llenó de alegría.

Su familia estaba allí.
Viva.
A salvo.

Con tantas personas con poderes, no podían darse por muertos.
Corrió hacia ellos.
Los abrazó.
La familia se reunió entre lágrimas y risas.

La defensa del refugio era sólida.
Nadie podía acercarse sin ser detectado.

Había un bosque cercano donde cazaban para sobrevivir.
Pero todos debían cooperar.
Cada uno aportaba algo.

El joven de hielo, que aún era buscado, tuvo que quedarse.
Ese lugar era el punto más seguro en medio del caos.

Los encargados de la defensa eran un escuadrón armado.
Sus balas estaban hechas de un metal extraño.
Más fuerte. Más resistente.
Creado por alguien llamado El Forjador, con el poder de manipular el metal.
Él fabricaba balas, flechas, herramientas… incluso muñecos de entrenamiento.

El joven de hielo se acercó al Salvador.

—¿Puedes ayudarme con mi entrenamiento para usar mis poderes?

—Claro. Sígueme —respondió.

Lo guió hacia un campo de entrenamiento, alejado de las ruinas.
Allí estaban los muñecos de metal.
No se romperían fácilmente.

—Cuando logres romper uno con tus poderes, podrás irte de aquí —dijo el Salvador—.
Si no… tendrás que quedarte. ¿Entendido?

El joven de hielo no respondió.
Solo se puso a entrenar.

Quería fortalecerse.
Ser más fuerte.
Más útil.

En cuestión de minutos, algo cambió.

Su apariencia se tornó celeste.
Las armas que creaba eran más resistentes.
Su escudo de hielo… más sólido.
Su hilo de hielo… más afilado.

Y entonces, lo logró.

Creó algo nuevo.
Un **gólem de hielo**.

Tenía su forma.
Pero era solo hielo.
Resistente. Silencioso. Letal.

Descubrió que podía crear hasta tres gólems sin perder energía.
Cinco… pero quedaba sin poder por un rato.

Era un avance enorme.

—Soy más fuerte —pensó—.
Y esto fue solo en minutos.
¿Qué pasará en cuestión de horas?

Pero aún no lograba romper el muñeco.

Y eso lo motivó más.

Siguió entrenando.
Siguió evolucionando.

Porque sabía que el verdadero enemigo…
aún no había aparecido.



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En el texto hay: fantasia, comedia, drama

Editado: 06.11.2025

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