El joven de hielo.

Del otro lado

Mientras el joven de hielo entrenaba, su escuadrón regresó de la caza.
Al notar que él no había vuelto, se preocuparon.
Era su líder.
Y no sabían si estaba en peligro.

Decidieron pedir permiso al jefe del refugio para ir a buscarlo.

—Si logran vencerme en combate, los dejaré ir —respondió el jefe.

Los tres aceptaron el reto.
Parecía una batalla ganada: eran más.

Pero el jefe sonrió.

—Para que sea más justo… dejaré que la joven se una al combate.

De las sombras apareció una figura encapuchada.
Más rápida que el viento.
Más silenciosa que el miedo.

Ninguno retrocedió.

La batalla sería sin armas.
Solo puños.
Solo voluntad.

Comenzó.

En segundos, uno de los jóvenes cayó por el golpe preciso de la encapuchada.
Otro intentó atacarla… pero el jefe lo dejó fuera de combate con un solo golpe.

Solo quedaba uno.

—Así que no logramos vencerlo —dijo, jadeando.

Aun así, lo intentó.
Y cayó.

El jefe se acercó.

—¿Por qué no nos deja ir a buscarlo? —preguntó el joven que estaba al mando.

El jefe respondió con otra pregunta:

—¿Tú enviarías a alguien de tu pelotón solo, sabiendo que lo estás enviando a su muerte?

Todos guardaron silencio.
Y entendieron.

Si el joven de hielo seguía vivo…
se las arreglaría.
Porque era quien era.

En lugar de buscarlo, decidieron entrenar.



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En el texto hay: fantasia, comedia, drama

Editado: 06.11.2025

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