El juego de las luciérganas

Capitulo 1

—Cuídate y diviértete, nos vemos al final del verano, no olvides llamar —, dice mi mamá mientras me da un abrazo y un beso de despedida. Por su parte mi papá me abraza fuerte.

—Cuídate de los chicos —advierte.

—Lo haré, descuida, nos vemos, los quiero y por favor no se les olvide darle de comer a Rubén.

—No te preocupes Maite—dice mi mamá, mientras me da la tarjeta de embarque, —tu tarjeta, por favor no la pierdas como la otra vez.

—No lo haré, no me enjuicies por un error que cometí cuando era una niña, además, a cualquiera le puede pasar eso—, digo avergonzada.

—Maite lo digo porque apenas hace cuatro años eras una niña. —Jazmín que está esperándome y solo se ríe al escuchar las palabras de mi mamá.

—No quiero interrumpir, pero ya hay que abordar, así que hasta luego, señora y señor Araujo —dice Jazmín. Sin más me despido de mis padres y me marcho junto con ella.

—¿Donde andabas?, hace rato que te estaba buscando —, pregunto.

—Por ahí, después de la facturación fui a comprar un par de cosas para el vuelo.

—Has visto a Rafael.

—Aún no, pero descuida él siempre viene.

 

Al llegar a la sala de espera permanecemos unos minutos ahí, cuando los maestros encargados de nosotros nos llaman e indican como nos organizaremos al llegar al aeropuerto de San Carlos de Bariloche, sin prestar mucha atención trato de ubicar a Rafael, pero no tengo éxito, la preocupación se empieza a apoderar de mí, hasta que logro verlo detrás de un par de chicos de su clase, respiró aliviada y me concentro en las palabras de los maestros.

 

—Cuando lleguemos, subirán a los autobuses de forma ordenada no quiero ninguna clase de comportamiento inapropiado, si no nos veremos en la necesidad de amonestarlos, entendido.

—Si, maestra —, respondemos en unísono.

 

El vuelo transcurre en la tranquilidad, al llegar al aeropuerto Jazmín se aparta de mí y se pone a platicar con unas chicas que no conozco, no sin antes decirme que aborde el bus y que le guarde un lugar, así que me apresuro a subir al microbús, miro alrededor en la búsqueda de dos asientos. Sin embargo, este se encuentra casi repleto, pero tras unos segundos observo que los de la penúltima fila están libres, así que me apresuro a llegar a ellos, escojo sentarme junto a la ventanilla, miro la hora en mi celular. «Porque tarda tanto Jazmín». Al alzar la vista lo veo, como de costumbre mi corazón es el primero en sufrir las consecuencias, creo que algún día voy a terminar con taquicardia crónica. Su cabello castaño oscuro y medianamente largo se le alborota al caminar, la playera azul marino que lleva hace resaltar lo claro de su piel. El torno al rededor de nosotros vuelve denso, mi corazón se detiene cuando se sienta a mí lado.

 

—¡Hola! —, dice Rafael. Quiero responder, pero no puedo, hasta que logro pronunciar un hola en voz baja.

—¿Como te ha ido Maite?, pensé que no te gustaba este tipo de actividades — me cuestiona. Trato de hablar, pero siento que he quedado muda tras unos segundos.

—¿Qui… qui... Quien te mintió?, yo adoro estar al aire libre —, pronuncio con dificultad. Rafael sonríe.

—En serio… el año pasado dijiste que odiabas la idea de estar tres semanas junto a tus compañeros de clase, además, estoy seguro de que te escuche decir que si no se sabían comportarse en una aula menos en la naturaleza.

—Yo, dije eso.

—Sí, estoy seguro, pero me alegra que hayas cambiado de opinión.

 

Al escuchar sus palabras no puedo evitar sonrojarme, Rafael siempre se ha comportado amable conmigo desde que lo conocí en el primer día de clase de mi segundo año de secundario, fue durante la hora del descanso, me encontraba platicando con algunos chicos de mi clase cuando él se unió a nuestra conversación, resulta que uno de sus amigos estaba platicando conmigo, él me saludo como si me conociera de toda la vida, y fue ahí que su sonrisa me cautivo, aunque en su momento solo me parecía un chico lindo, el pasar de los días, las semanas, los meses, el año me fue gustando hasta llegar al punto de enamorarme.

 

—¡Rafa! —, grita una chica de tez morena y cabello rizado. —¿Qué haces aquí?, vamos al otro bus, los chicos te están buscando.

—Pensé que ya estaba lleno.

—Pensaste mal tarado, vamos, Andrés y Mika ya sacaron las chucherías —, dice la chica mientras lo toma de la mano. Una sensación de vacío se apodera de mi estómago. Rafael duda si irse con la chica, pero ella lo jala.

 

—Vamos boludo, no irás a dejar sola a tu novia.

—Está bien —, dice con una sonrisa tímida. Rafael voltea a verme, no sé si se trata de mi imaginación, pero percibo tristeza al despedirse de mí. —Nos vemos luego Maite.

 

Por su parte, la mina me lanza una mirada mortal, así que opto por decirle adiós con la mano. Suspiro al ver partir a Rafael, siento como todo el peso del mundo cae en mis hombros tras enterarme de que tiene novia, por un par de minutos caigo en shock. Los únicos pensamientos que rondan mi mente es que si antes consideraba poco probable que lleguemos a tener una relación, ahora es imposible. Miro por la ventana y lo veo, su brazo descansa en el cuello de la mina, ella lo sostiene de la cadera, se ven felices, trato de contener mis lágrimas, pero brotan sin control, sin embargo, las limpio rápidamente para que nadie lo noté.




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