El juego de las máscaras

Entre las sombras

 "Un reino de enigmas y maravillas, donde la luna y los árboles danzan su danza eterna. En este rincón de silencio y sombras, los corazones inquietos encuentran refugio y los sueños se entrelazan con la realidad"

Mi madre y yo habíamos decidido irnos de Berlín. Desde que papá murió todo se había vuelto muy deprimente, mamá comenzó a beber en exceso y yo, bueno, dejé la secundaria.

Mamá había dicho que irnos de este pueblo tan incrédulo sería lo mejor para ambas, era mejor si cambiabamos de sitio y nos íbamos a vivir a un pueblo más chico. En ese pueblo todos eran muy conservadores, de hecho, todas las personas que ahí habitan tienen la obligación de pertenecer a una iglesia guiada por una especie de iluminador, era algo extraño ¿no?, pero supongo que es parte de sus ideologías.

Ya habían pasado 10 horas desde que salimos de Berlín, en el auto solo se escuchaba aquella canción de los Backstreet boys y mi madre tarareando; yo solo estaba pegada a la ventana observando todo lo que dejabamos atrás, la verdad, no extrañare absolutamente nada de mi antiguo hogar... O bueno, en realidad si.

Nyex...

Mi único y verdadero amor, la clase de chico por el que cualquiera se volvería loca, mi chico ideal. Nos aterro mucho la idea de separarnos, no estábamos acostumbrados a estar el uno sin el otro, nos veíamos todos lo días y eso me hacia muy feliz, él me hacía feliz.

No sé cuanto tiempo estuve pensando hasta que vi el letrero gigante que quedaba a un costado de la carretera.

Bienvenidos a Múnich

Múnich... Se veía muy  solitario y ¿oscuro?, en ese lugar parecía que no llegaban los rayos del sol, todo se veía muy nublado, e incluso el clima era muy frío, y eso que estábamos en tiempo de verano.

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Al llegar a lo que parecía nuestro nuevo hogar , mi madre se quedó bajando las maletas y yo fuí a dar un pequeño recorrido por la casa, esta parecía haber Estado abandonada por mucho tiempo, daba algo de miedo a decir verdad. Todo estaba muy oscuro y lleno de polvo, supongo que hoy no saldré a ver el pueblo por estar limpiando.

Había una puerta medio abierta al subir las escaleras , iba a entrar, pero

- ELIEEEEES- gritó mamá.

Baje corriendo las escaleras de la casa hasta llegar al cobertizo en donde estaba ella, ya había terminado de bajar las maletas, supongo que me toca subirlas a la casa para comenzar a ordenar.

- por favor, deja mis maletas en la Sala y sube las tuyas a tu habitación, necesitamos desempacar lo antes posible- me miro de arriba abajo, mientras agarraba uno de los bolsos para darmelo- y arreglate, el iluminador nos ha invitado a cenar.

-¿ Una cena?- digo algo extrañada, no estábamos acostumbradas a estas invitaciones tan repentinas

- si, el señor Hans me llamó antes de llegar y me dijo que estaría muy feliz de que asistamos a esa hermosa velada, así que ve a arreglar las cosas y te acomodas para la celebración - dijo para luego darse media vuelta y adentrarse a la casa.

Subí para dejar las cosas en su lugar y luego irme a arreglar, supongo que será una noche muy larga.

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Mamá me estaba apurando para irnos, ya eran alrededor de las siete y teníamos que llegar puntuales. Como era una cena no quería ir muy "formal" así que solo opte por un vestido blanco, algo olgado y unos tenis; me hice un medio recogido en el cabello y pinté mis labios de un Rosa muy sutil y provocativo.

Baje a la Sala y ella estaba lista, me miró con una cara de muy pocos amigos, ella quería que fuera algo más elegante, teme no dar una buena impresión a esta gente "luminosa y prestigiosa"

- tú no tienes remedio, ni para algo tan importante te arreglas como una señorita, vamos a ver si te aprendes a comportar cuando empieces a compartir con la hija de los Müller- me dijo mientras abría la puerta del auto, no parecía molesta, solo algo aturdida

Emma Müller, la hija menor del iluminador, conocida por su admirable servicio a la comunidad de la iglesia, es una chica muy querida por el pueblo, tanto así que es el ejemplo que las madres le ponen a sus hijas; se podría decir que es la perfección pura, sus padres dicen que ella es la luz que hay que seguir, que es el verdadero prototipo de mujer... Absurdo.

Al llegar a casa de los Müller nos apresuramos a la puerta principal, la casa era enorme y estaba iluminada por todos lados, era como una especie de mansión. Tenía un pequeño jardín lleno de Hortensias y pequeños pinos en forma de cerca, desde allí se podian ver las demás casas del pueblo, la casa quedaba en una especie de colina, así que era fácil admirar tan increíble vista.

Cuando la puerta se abrió detrás de esta aprecio un señor muy alto vistiendo un traje de color blanco y una especie de boina negra, su apariencia era algo atractiva, tenía unos ojos negros que intimidaban a cualquiera, de hecho, algo de él daba un poco de miedo.

-sean bienvenidas a mi hogar, mis hijos y esposa las están esperando en el comedor, adelante- su voz era algo carrasposa y sostificada, tenía un acento Alemán que le quedaba a la perfección.

Mamá y yo nos adentramos a lo que parecía ser el comedor, ahí estaba sentada la esposa de Hans, Emma y en el mueble un chico rubio, supongo que era su hijo mayor.

- Muy buenas noches, Adalia- la señora Müller dejó de mirar a mi madre para luego fijar su mirada en mí- Elies,es un placer recibirlas, tomen asiento- señalo con su manos dos sillas que estaban al frente de ella.

Nos sentamos mientras la señora Müller llamaba a su hijo para que viniera a saludar.


- Ethan, ven a saludar a los invitados cariño- le dice su madre con un tono amigable para luego tender su mano hacia él.

El chico se levanta y a grandes zancadas llega a la mesa, viéndolo bien, es muy atractivo, su cabello de un color rubio brilloso, su increíble figura es el doble de la de su padre, sus brazos muy marcados con algunos tatuajes en el, y ese piercing en la ceja lo hace ver más atractivo de lo que ya es.




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