El silencio que siguió al estallido en la fiesta de Kael fue más ensordecedor que cualquier grito. Dorian había sido expulsado, llevándose consigo los últimos vestigios de la inocencia del juego. Lyra, humillada y con el rostro surcado por las lágrimas, se había encerrado en su habitación, negándose a hablar con nadie. Silas, con el labio partido y el alma hecha pedazos, se había esfumado en la noche, dejando un vacío palpable. Elara, Valerius, Kael y Seraphina se quedaron en el apartamento de Kael, los restos de la fiesta esparcidos como los fragmentos de sus amistades rotas.
Elara se sentía culpable, un peso aplastante en el pecho. Su juego, ideado con las mejores intenciones, había desatado una tormenta. "Nunca quise que esto pasara," murmuró, su voz apenas un susurro.
Valerius se sentó a su lado, ofreciéndole un hombro. "Nadie lo deseaba, Elara. Las cosas se salieron de control." Su voz era suave, reconfortante, y Elara se permitió apoyarse en él por un momento. La cercanía de Valerius, su apoyo incondicional, era un bálsamo para su alma atribulada. En ese instante, la línea entre el juego y la realidad se desdibujó por completo. Ya no era su objetivo en un juego; era Valerius, el amigo leal, el hombre que siempre había estado ahí. Y sus sentimientos por él, que había intentado ignorar con todas sus fuerzas, se hicieron innegables.
Kael, por su parte, observaba la escena con una mezcla de frustración y dolor. Había visto la forma en que Elara se apoyaba en Valerius, la intimidad tácita que compartían. Una punzada de celos, aguda y desconocida, lo atravesó. Había comenzado el juego como una broma, pero sus sentimientos por Elara se habían vuelto sorprendentemente reales. La había visto reír, la había visto vulnerable, y cada interacción con ella había profundizado una conexión que no había anticipado. Ahora, verla en los brazos de Valerius, aunque fuera por consuelo, le dolía profundamente. Se levantó, incapaz de soportar la escena, y se dirigió a la cocina, buscando algo que hacer, algo que lo distrajera de la creciente intensidad de sus emociones.
Seraphina, sentada en un rincón, observaba el drama con su habitual distancia, pero sus ojos reflejaban una profunda comprensión. La naturaleza humana, en su estado más crudo y vulnerable, se desplegaba ante ella. El amor, el dolor, los celos, la traición; todo era parte del intrincado tapiz de las relaciones humanas. Sabía que este era solo el comienzo de una serie de revelaciones. La verdad de Lyra había salido a la luz, pero las consecuencias apenas comenzaban a manifestarse.
#5406 en Novela romántica
#1159 en Novela contemporánea
romace juvenil, amistad amor complicado celos secretos, drama amor celos intrigas mentiras
Editado: 01.09.2025