Juntas caminamos hacia nuestras clases, hablando del partido que se avecina, de lo mucho que ha mejorado en sus saltos y otras cosas. También hablamos del baile de bienvenida, que, para ser sincera, no me quita el sueño. Es divertido, pero no me entusiasma tanto como a la mayoría. Llegamos al salón que será el nuestro este año; todos los lugares parecen ocupados. Mi amiga tomó el único lugar libre, al fondo, dejándome un sitio en la primera fila. Los lugares son para dos, pero parece que este año no tendré compañero. En realidad, es algo bueno de este lugar que todos los demás han despreciado.
La profesora de la primera hora entró. No la tuve como maestra el año pasado. Su nombre es Layla Blair, y, según he escuchado, es muy estricta. Es una mujer de treinta y seis años, bonita, pero con un carácter fuerte. Desde el primer momento, concentré toda mi atención en ella; estando en la primera fila, no podía permitirme distracciones. Llegó el momento de comprobar lo estricta que era. Justo después de presentarse, nos asignó la primera obra que analizaremos: "La Tempestad", de William Shakespeare. Al finalizar la clase, confirmé lo que decían: la profesora Blair es muy estricta. La vi salir del salón, y enseguida mis compañeros comenzaron a murmurar.
–¿Qué te parece, amiga? – preguntó Florencia, sentándose a mi lado.
–Ni me hables, mala amiga. Me dejaste sola, ¡y en la primera fila! Al menos, podrías haberte quedado aquí conmigo.
–Lo siento, nena. Sabes que odio estar adelante, más aún con la profesora que nos tocó este año. ¿Has escuchado lo que dicen de ella? Podría reprobamos por cualquier cosa, ¡y eso sí da miedo!
–No se tratara del estrenó de una película porque ahí si pelearías por el primer lugar de la fila para comprar tu boleto, y, no exageres. Si es estricta, pero si cumples, no tendrás problemas. Ya lo verás.
–No es lo mismo, Místic. ¡Y menos si el protagonista de la película es un actor guapo! Y en cuanto a nuestra linda profesora... mejor no comento. ¿Será cierto que sale con el profesor Lavoie?
–No lo sé, Flor. Sabes que no me gusta meterme en esos asuntos. Si es cierto, son una bonita pareja, pero bueno, volvamos a la clase. Lo cierto es que es estricta, pero nadie dijo que sería fácil.
–Así es, amiga. Debo volver a mi lugar; el profesor de la siguiente clase llegará pronto – dijo Florencia, poniéndose de pie. Asentí con una sonrisa.
Unos minutos después entró el profesor Hunter Lavoie. Es el más joven de los profesores del campus; además de brillante, es muy atractivo. El año pasado fue mi maestro. Tiene treinta y cinco años y es el amor platónico de Hayde. Siempre es amable y comprensivo, aunque, claro, también tiene un carácter fuerte que usa cuando es necesario. A pesar de siempre vestir traje, se nota que hace ejercicio; tiene un cuerpo atlético. Su cabello castaño oscuro y su corte le dan un aire serio y formal; sus ojos color miel son muy expresivos. Es lógico que Hayde se interese por él, aunque, como dijo Florencia, se rumorea que tiene una relación con la profesora Blair.
Llegó la hora del descanso, y Florencia y yo fuimos a la cafetería. Tenía mucha hambre por no haber desayunado; a partir de ahora, me levantaré temprano. Una vez que obtuvimos algo de comer, nos sentamos en una mesa vacía. Unos minutos después llegó Hayde. Ella no suele sentarse con nosotras durante el descanso, ya que pasa la mayor parte del tiempo con su grupo de amigas, pero tuvo un problema con ellas, y parece que fue grave, porque, aunque ha pasado tiempo, siguen distanciadas. No sé qué pasó, pero, desde mi punto de vista, parecían llevarse muy bien, así que debió ser algo muy serio.
–Hola, Hayde, ¿cómo estás? No te había saludado – dijo Florencia alegremente.
–Lo sé, Flor. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?
–Muy bien. ¿Adivina quién será nuestro maestro este año?
–Me pregunto... ¿quién será? – preguntó Hayde, con un tono que dejaba claro que estaba pensando en el profesor Lavoie.
–El gran amor de tu vida, tu amor platónico.
–¡Qué suerte la de ustedes! Es una lástima que tenga que conformarme con verlo de lejos; ese hombre es un verdadero sueño.
–¿Qué hombre? – preguntó Conor, con un tono de celos evidente.
–Te aseguro que cualquiera menos tú, cuñado.
–Eso dices ahora porque Místic está presente, pero no puedes engañarme. Sé que me amas en secreto.
–Sigue soñando, gusano.
–Quisieras que soñará contigo, pero no es así. Por suerte, no tengo pesadillas tan horribles.
–¡Basta, los dos! – dije con firmeza. Iba a regañarlos, pero la voz del director interrumpió, anunciando desde la cafetería:
“Buenos días a todos. Les doy la bienvenida a este nuevo año. Los invito a esforzarse y dar lo mejor de sí. Les tengo una noticia, que puede ser buena o mala, dependiendo de la perspectiva de cada uno: el baile de bienvenida se retrasará una semana debido a reparaciones. No olviden votar para elegir a su rey y reina del baile. Ya conocen a los candidatos. Por el momento, es todo. Gracias por su atención.”
–¡Qué suerte! Así Kyler tendrá más tiempo para animarse e invitarme – dijo Florencia, optimista.
–Sueñas demasiado, Florencia – dijo Conor con desdén, riéndose. Esto enfureció a mi amiga.
Kyler es el hermano mayor de Conor. Es muy guapo, al igual que Conor; se parecen mucho físicamente, pero sus ojos los diferencian, además de que Kyler es un poco más alto. Los ojos de Kyler son de color azul claro, a diferencia de los de Hayde, que parecen azul cielo. Los de Kyler son de un azul un poco más oscuro.
–¡Eres un tonto, Conor! ¡No entiendo cómo te soportan! Nos vemos después, Místic.
–¡Qué sensible! ¡Yo no tengo la culpa de que Kyler ni siquiera te note!
–¡Basta, Conor! – intervení, molesta.
–Solo bromeaba, cariño.
–No me gustan esas bromas. Hiciste sentir mal a Florencia.
–No te preocupes, amiga. Ya sabes cómo es Conor. Nos vemos.
Editado: 15.01.2025