Llegó el día del baile de la universidad. Por la mañana, las clases transcurrieron con normalidad, pero la tarde se dedicó a los preparativos. Le avisé a Conor que iría con Hayde y que lo encontraría en el salón de eventos o en la entrada del campus.
Me vestí con el vestido que mis padres me habían traído de viaje, dejé mi cabello suelto con rizos, y usé un maquillaje natural que resaltaba mis ojos verdes y labios rojos. Hayde salió de su habitación al mismo tiempo que yo, luciendo un increíble vestido verde agua con negro.
– ¡Te ves hermosa, Hay! – exclamé.
– ¡Tú también, bellísima! ¡Vamos! – respondió con una sonrisa.
Bajamos las escaleras, donde mis padres nos esperaban.
– No es por ser sus padres, pero serán las más hermosas del baile, estoy seguro – dijo mi padre con orgullo.
– Gracias – respondimos al unísono.
Mamá nos pidió una foto antes de salir. Subimos al auto de Hayde y nos dirigimos al campus.
– ¿Quién será tu pareja esta noche, Hayde? – pregunté.
– Nadie, hermanita. Voy contigo, aunque sé que me abandonarás en cuanto veas a Conor.
– ¿Por qué sola? ¿No te invitaron? Podría haberle pedido a Deiben que te invitara.
– ¿Deiben? Nunca lo habías mencionado.
– Es un nuevo amigo, y sí te lo mencioné.
– Nunca te vi brillar tanto al mencionar a un amigo.
– No digas tonterías, Hayde, tengo novio.
– Está bien, no te enojes. ¿Por qué no me habías hablado de él?
– Hayde, sabes que nuestra relación ya no es la misma. Te lo mencioné porque no tenía pareja y, por si acaso decidía ir, no quería que estuviera solo. Es un favor.
– Entiendo – respondió con una sonrisa.
Llegamos al campus. Conor no estaba en la entrada. Eran las siete y media. Todos llegaban elegantemente vestidos con sus parejas. De pronto, vi unos hermosos ojos azules y a un atractivo joven con traje negro. Al verme, sonrió y se acercó.
– Estás hermosa, Místic.
– Gracias, Deiben. Tú te ves muy guapo.
– ¿Tú eres Deiben? – preguntó Hayde.
– Deiben, te presento a Hayde, mi hermana.
– Ambas son hermosas y se parecen mucho. Debí imaginarlo.
– ¡Qué chico más encantador! ¡Ahora entiendo! – exclamó Hayde.
– ¡Hayde! – la regañé. Sus insinuaciones me molestaban.
– No entiendo de qué hablan, pero las acompaño. Vengan, denme el honor de acompañarlas – dijo Deiben, colocándose entre nosotras y ofreciendo un brazo a cada una. – Vi a tu amiga con tu novio y otro chico.
– ¿Sabías que seré tu acompañante? – le preguntó Hayde a Deiben.
– ¿De verdad?
– Es un favor que se ha vuelto un placer.
– Gracias. Espero que no te moleste si bailo con la hermosa joven de ojos verdes.
– No hay problema. El verdadero problema es Conor Nollan.
– Al parecer no te agrada.
– Dime, ¿a quién sí? No me digas que te agrada. Es un patán.
– Basta, Hayde.
– Es verdad, Místic.
– Conocerlo no fue agradable, pero algo me dice que no nos llevaremos bien. – Deiben nos llevó hasta donde estaban Florencia con Kyler y Conor.
– Estás hermosa, amor – dijo Conor, besándome en la mejilla y mirando a Deiben. – Tú igual, cuñada.
– Gracias. Les presento a Deiben.
– ¿Eres nuevo? No te había visto antes – dijo Kyler amablemente.
– Sí, esta es mi primera semana en la universidad.
– Soy Kyler Nollan.
– ¿Qué relación tienes con Conor?
– Soy su hermano. Espero que mi hermano no haya sido grosero.
– Un poco, sí.
– Él siempre es así, pero una vez que lo conoces… ¿Has pensado en algún club deportivo?
– Practicaba básquetbol. Es mi primera opción.
– ¡Fantástico! Soy el capitán del equipo. Oficialmente te invito a unirte.
– Mejor únete al de fútbol – interrumpió Conor. – Sería divertido verte morder el polvo.
– No me gusta el fútbol. Además, seguramente le quitaría el lugar al capitán.
– ¿Sabes quién es el capitán? – preguntó Kyler divertido.
– No, pero soy muy bueno en cualquier deporte. Seguramente sería mejor que él.
– Lo dudo – dijo Conor con amargura. – Ni volviendo a nacer serías mejor que yo.
– Eres un engreído, cuñado – bromeó Hayde, provocando risas. La música comenzó a sonar.
– Iré por algo de beber, ¿quieres algo? – preguntó Conor molesto. Negué y se alejó.
– Heriste su orgullo, amigo – comentó Kyler sonriendo. Deiben también sonrió.
– Lo siento por él, Místic. ¿Me permites este baile?
– Si Hayde no se molesta.
– Para nada, Místic. Tengo algo que hacer.
Bailamos. Deiben bailaba muy bien.
– ¿Conor y Kyler son hermanos? – preguntó Deiben. Asentí. – No se parecen en nada.
– Lo sé. Kyler es amable y educado, mientras que Conor es grosero, desconsiderado y engreído. Todos le temen porque es muy agresivo, pero conmigo no es tan malo.
– ¿Lo amas?
– No lo sé. Lo quiero. Tenemos un año juntos y… no está tan mal.
– Entiendo.
Continuamos bailando. Me encantaba su perfume.
– Ya es suficiente. Yo también quiero bailar con él – dijo Hayde. – Además, alguien está furioso.
– Lo siento.
– Ve, no te preocupes.
Me acerqué a Conor, quien estaba solo. Respiré profundamente.
– Sigue bailando, te doy permiso. Al final, te invité para que bailaras con otros.
– No seas grosero conmigo, Conor, porque no te lo voy a permitir y lo sabes.
– No me hagas enojar entonces.
– No pensé que te enojarías porque bailé una canción con alguien.
– No es alguien, Místic, es él. Hay algo en él que no me gusta y mi novia está encantada.
– Basta, Conor. Relájate. Vamos a bailar.
– Sabes que no me gusta.
– Anda, solo una canción.
– ¡Dije que no!
– Bien–replico cruzando los brazos y me coloco aún lado de él. Quien me sujeta por la cintura en una actitud posesiva.
Pasamos el resto de la noche así. Eran cerca de las once. Florencia y Kyler estaban con nosotros, pero nos ignoraron toda la noche.
Editado: 15.01.2025