El juego del Destino

Capítulo 10

El lunes, me preparé para ir a la universidad como de costumbre, madrugué para caminar y aprovechar el tiempo para pensar en cómo terminar con Conor. Ignoré sus llamadas y mensajes durante el fin de semana; esta sería nuestra última conversación. Simplemente, ya no sentíamos lo mismo.

Llegué a la universidad, recogí mis cosas del casillero y me dirigí a clase. Decidí hablar con Conor después de clases para no distraerme. Al llegar a mi sitio, Deiben estaba dibujando, concentrado. Al verme, sonrió.

–¿Qué haces?– pregunté.

–Es un secreto– respondió, guiñándome un ojo. –¿Has hablado con Conor?

–Aún no, lo haré después de clases– respondí. Deiben asintió, y su sonrisa me cautivó. –¿Me dirás qué dibujas?

–Eres muy insistente. Mira–dijo mostrándome su cuaderno.

–¿Soy yo?– pregunté sorprendida por el parecido.

–No, es un ángel... un ángel que llegó a mi vida para cambiarla. Lo llamaré "El destino cambió mi vida"–respondió.

–Es un nombre perfecto. Dibujas hermoso, tienes mucho talento–le dije.

–Es un boceto, aún no lo termino. Tú eres la modelo– dijo, mirándome con sus hermosos ojos, provocando que me sonrojara.

–Gracias– murmuré, sonriendo. El profesor llegó, interrumpiendo nuestra conversación.

Durante el descanso, salí con Florencia y Deiben. No había hablado con Florencia desde el fin de semana, pero parecía feliz. En la cafetería, nos encontramos con Hayde.

–¿Por qué no me esperaste esta mañana, Místic? ¿Estás molesta?– preguntó Hayde.

–No, hermana, madrugué y quise caminar para pensar– expliqué.

–Entiendo. Deiben, es un placer tenerte con nosotras– dijo Hayde.

–El placer es mío– respondió Deiben.

–Saldré a tomar aire– dije, poniéndome de pie.

–Hermana, yo también. ¿Vamos a nuestro lugar favorito?– propuso Hayde.

–Perfecto, ¿vienen?– les pregunté a Deiben y Florencia.

–Sí– respondieron al unísono, riendo. Fuimos a nuestro lugar favorito y nos sentamos en el césped.

–¿Deiben, no tienes amigos?– preguntó Florencia, con una curiosidad inusual que nos hizo reír.

–Si mi presencia les molesta, me voy– bromeó Deiben.

–No, para nada. Solo curiosidad– respondió Florencia, nerviosa.

–Además de ustedes, solo tengo un amigo, mi compañero de habitación, Nires. Llegué hace poco a la ciudad y no soy muy sociable. Está en la facultad de...– empezó a decir Deiben, pero Hayde lo interrumpió.

–¿Dime que no hablas de Nires Wayne?– dijo Hayde.

–Sí, ¿por qué?– preguntó Deiben, confundido.

–Es el ex novio de Hayde y su compañero de facultad. Sé que ella aún lo ama, pero no lo quiere admitir– expliqué. Florencia rió ante la expresión de Hayde.

–¿De verdad?– preguntó Deiben, sorprendido.

–¡Él ya no me interesa, Místic!– exclamó Hayde, fingiendo molestia.

Nires Wayne es hijo de un empresario famoso, guapo, con cabello rubio y rizado, ojos azules, piel blanca, aproximadamente 1.80 m de altura, deportista y practica artes marciales. Es tierno, divertido y educado. Hayde y él fueron novios durante dos años en el colegio, luego la distancia los separó. Hayde asegura haber superado todo, pero yo no estoy tan segura. Seguimos hablando y bromeando.

De repente, Conor apareció.

–Veo que eres muy feliz– dijo Conor. –¿Podemos hablar?

–No, ahora no. Hablamos después de clases– respondí.

–No esperaré más. Hablaremos ahora– dijo, autoritario.

–Te dije que no, estoy ocupada– insistí, poniéndome de pie, seguida por mis amigos.

–¡Me vale un carajo, Místic! ¡Estuve llamándote todo el fin de semana y no respondiste!– gritó Conor.

–¡No te atrevas a hablarle así!– dijo Deiben, molesto, mirándolo fijamente.

–Me das lástima, gato. No te metas– respondió Conor, empujando a Deiben.

–¿Piensas que me asustas? No me provoques– respondió Deiben.

–Basta, Deiben. Hablaré con él– dije, sujetando el brazo de Deiben.

– ¿Escuchaste? Lárgate– dijo Conor.

–Solo por Místic te respeto– respondió Deiben, con desdén.

–Conor Nollan, tú y yo terminamos. No somos nada– dije.

–¡¿Qué?!– exclamó Conor, estupefacto.

–¿Pensaste que después de besarte con Gianna te perdonaría? Eres un idiota. Quise hacerlo en privado, pero me obligaste a hacerlo así–dije.

–No puedes dejarme.

–Claro que puedo. Ya lo hice. ¡Se terminó! No quiero que me molestes más–dije, mirándolo a los ojos. Conor se fue furioso.

–¿Estás bien, hermana?–preguntó Hayde.

–Sí, Hayde. Debemos volver a clases– respondí. Nos dirigimos a clase. No debí terminar con Conor frente a ellos, quería hacerlo en privado, pero él es exasperante. Me siento angustiada.

–¿Estás segura de que estás bien?– preguntó Deiben.

–Sí, Deiben. Es solo un presentimiento. Gracias por estar conmigo– respondí.

–Siempre estaré contigo para protegerte– dijo Deiben.

Me concentré en clases hasta que terminaron. Espero que Hayde ya haya salido. Quiero ir a casa a pensar en todo lo sucedido.




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