El juego del Destino

Capítulo 12

Esto está realmente mal, no puedo reaccionar. Solo veo cómo se golpean. Alrededor, un grupo de alumnos comienza a reunirse formando un círculo. De pronto, aparecen Kyler y Urised, quienes los detienen. Kyler sujeta a Deiben mientras Urised detiene a Conor. Se miran iracundos.

–¿Qué les ocurre?– inquiere Kyler con tono fuerte. Veo a Deiben relajarse; parece tenerle respeto. –Urised, lleva a Conor a la enfermería.

Urised obedece. No puedo creer lo mal que quedó Conor, pobre. Deiben es realmente bueno, incluso peleando, aunque recibió algunos golpes, los más notables en el rostro: un golpe en la mejilla y en el labio, que sangra. Pero no es nada comparado con el estado de Conor. Todos los curiosos se han marchado. Odio cuando, en lugar de preocuparse, se acercan a chismear.

–Ya puedes soltarme, Kyler– dice Deiben más tranquilo. Kyler lo libera y yo me acerco.

–¿Deiben, estás bien?– pregunto preocupada.– No debiste pelear con él; no vale la pena y te meterás en problemas.

–Eso no me importa, Místic. No permitiré que se meta conmigo, contigo, Hayde o Florencia. Si se mete con alguno de nosotros, no dudaré en defendernos y nadie podrá detenerme– responde mirando a Kyler.

–Seguramente llamarán a mi padre. Espero que no te metas en algo grave. Estoy seguro de que el culpable ha sido Conor. Haré todo lo posible por ayudarte, amigo. Nos vemos después; no te metas en más líos– dice Kyler, dejándonos solos.

–¿Quieres ir a la enfermería?

–No lo necesito, linda, estoy bien. Ese Conor pega como una niña.

–¡Oye!– exclamo ofendida. Se burla de mi tono, pero su labio lesionado le impide reír. –Dudo que una niña sea capaz de romperte el labio.

–Tengo una prima que, si la conocieras, no pensarías lo mismo. Vamos a clases.

Riendo, avanzamos hacia nuestro salón. Al llegar, cada uno se acomoda en su lugar. Busco en mi mochila unas toallitas húmedas para limpiar el rostro de Deiben. No es lo mejor, pero algo ayudará.

–¿Me dejas limpiar las heridas?– asiente. Lo hago con cuidado, pero obviamente le duele. No se queja, pero lo noto por sus gestos. – Dime si te lastimo.

– ¡Oh no, Deiben! ¿Qué te ha ocurrido?– cuestiona Florencia al acercarse.

–Tuvo un encuentro con Conor– respondo sin dejar de limpiar el rostro de Deiben.

–Es un verdadero idiota. Me enteré de lo que te dijo e hizo ayer– comenta Florencia molesta.

–No te preocupes, Florencia, ya me encargué de él– replica Deiben una vez que termino.

–Creo que fue mutuo; mira cómo te ha dejado.

–Créeme, amiga, Conor está mucho peor; Urised lo ha llevado a la enfermería.

–Bueno, Místic, me voy a mi lugar; el profesor no debe tardar.– Asiento y la veo alejarse.

Las clases comienzan, y no puedo concentrarme por lo ocurrido. Observo el rostro de Deiben; los golpes no son graves, pero seguramente mañana tendrá moretones. No tenía por qué pelear con Conor; todo es mi culpa. Nunca imaginé que Conor reaccionaría así, aunque lo conozco bien.

Al finalizar las clases, veo a Deiben salir rápidamente. "¿Qué le ocurrirá?", me pregunto. Durante el descanso recibió un mensaje inusual; después parecía molesto. Salgo con Florencia hasta la puerta del instituto; ella me deja ahí, y yo voy hacia el estacionamiento. Voy al automóvil de Hayde; tendré que esperarla. Antes de llegar, algo llama mi atención: Deiben, de espaldas, parece discutir con alguien. "¡Oh no! Es el padre de Conor, pero ¿qué hace discutiendo con Deiben? Seguramente es por lo sucedido con Conor; eso es mi responsabilidad; será mejor que haga algo". Me acerco.

–Discúlpeme, señor, pero para mí usted no es nadie, no es más que un desconocido.

–No te voy a permitir que uses ese tono conmigo, Deiben– dice el señor Nollan, quien parece conocer a Deiben. –No vuelvas a pelear con Conor.

–Mientras él no se meta conmigo, no habrá problemas. Ahora déjeme tranquilo y encárguese del comportamiento de su hijo.

–¡No hemos terminado de hablar, jovencito!– exclama molesto el señor Nollan. Considero que ya es suficiente.

–Señor Nollan, disculpe que me involucre, pero no tiene por qué decirle nada a mi amigo. Fue Conor quien provocó todo, lo sé porque yo lo vi todo, y no permitiré que se desquite con alguien que solo se ha defendido.

–Místic, vámonos, ya he hablado con este señor todo lo necesario. Te acompaño mientras esperas a tu hermana– responde Deiben mirándome.

Juntos vamos al automóvil de Hayde. No entiendo qué ha ocurrido. "¿Deiben salió tan aprisa para hablar con el señor Nollan? No lo creo; seguramente lo encontró cuando salía. Se ve molesto; incluso me pareció que miraba al señor Nollan con odio. ¿Por qué lo odiaría? Lo acaba de conocer, aunque el señor Nollan le hablaba con familiaridad". Analizo mientras camino junto a Deiben. Seguramente ha sido mi imaginación; lo que sí es real es el enojo de Deiben; nunca lo había visto tan serio.

–Si sonríes, te doy un beso– expreso para sacarlo de sus pensamientos.

–¿Cómo?– cuestiona confundido.

–Lo siento, perdiste tu oportunidad.

–¿De qué hablas?

–Te regalaría un beso si sonreías– repito. Él sonríe mostrando sus dientes. –Es demasiado tarde, Deiben; ni aunque sonrías quinientas veces, mi oferta regresaría.

–Eso es trampa; no te escuché; exijo justicia.

–Te quiero mucho, Deiben; perdón por meterte en problemas.

–No te preocupes, linda; yo también te quiero.

Llegamos al automóvil de Hayde y esperamos. Después de diez minutos, la vemos aparecer; está seria y pensativa, parece contrariada o angustiada. "¿Qué le sucederá? Además, parece estresada; esto es muy preocupante. ¿Qué será lo que le sucede? ¿Habrá tenido problemas? No lo creo; parece apresurada".

–Vamos, hermana, debemos irnos ya.

–Espera, Hayde, ¿qué te ocurre?

–Tengo algo importante que hacer, pero después de lo que sucedió ayer no puedo dejarte ir sola, así que te llevaré y después volveré.




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