Una vez en el auto, Deiben conduce. Ignoro nuestro destino, pero no me preocupa; me llevaría al fin del mundo y lo seguiría feliz. Lo amo y confío en él más que en mí misma. Llegamos a un mirador, estaciona, baja, rodea el auto para abrirme la puerta y me extiende la mano. La tomo, bajo y caminamos tomados de la mano; no hay sensación más hermosa. Es más que contacto físico, una unión de corazones.
La vista es realmente hermosa; la luna brilla, las estrellas lucen espléndidas. Es una noche perfecta. Tengo todo, no puedo pedir más. El destino me trajo lo mejor. Me siento agradecida con la vida, el destino, el universo. Abrazados, apreciamos la vista.
— ¿Por qué eres tan perfecto, Deiben?
— No lo soy, ni lo seré. Nadie lo es, Místic. No me veas así; si cometo errores, te decepcionarás, y no soportaría verte decepcionada, dolida… te lo suplico, no me idealices.
— Nada tuyo me decepcionaría, Deiben.
— Eso espero —musita, mirando el cielo—. Se cometen errores; los humanos no podemos evitarlo. Un "lo siento" no siempre basta, menos si idealizas. Quiero que recuerdes que soy humano, con defectos y virtudes. Me equivocaré, pero siempre estará mi amor por ti, y me esforzaré por darte lo mejor.
— Pase lo que pase, confiaré en ti. Tenemos defectos, pero no nos separarán, al contrario. Te amo.
— Te amo, Místic. Hace frío, vámonos.
— Sí —nos dirigimos al auto. Deiben conduce a las residencias para dejarme con Florencia.
En silencio, la música suave llena el trayecto. Lo observo; parece un sueño. Temo despertar y que todo sea una ilusión. Llegamos, estaciona y bajamos. Me acompaña a la habitación de Florencia. No quiero que termine el día, pero nada es eterno, y eso me entristece.
— ¿Qué ocurre, princesa? —pregunta, deteniéndose. Me toma las manos, me mira a los ojos.
— Tengo miedo.
— ¿Miedo? ¿A qué?
— A que todo sea una fantasía, un sueño… a que este día perfecto termine.
— Los días terminan, pero mírame, bajo esta luna llena. Te prometo que me esforzaré para regalarte los mejores momentos. Esto no es un sueño, es nuestra realidad. Todo tiene un final, pero es un nuevo comienzo. No temas, siempre estaré a tu lado.
— Gracias —lo abrazo.
— Debemos entrar —avanzamos a la habitación de Florencia—. Descansa, Místic.
— No quiero que te vayas.
— Debo hacerlo.
— Lo sé. Buenas noches, te amo, gracias por todo.
— Gracias a ti. Eres mi novia, ¡increíble! Entiendo lo del sueño; soñé con esto, ¡es real! —sonríe. La felicidad resplandece en su rostro.
— ¿Un beso?
— Todos mis besos son tuyos, como mi corazón y mis pensamientos. Soy totalmente tuyo —me besa—. Buenas noches.
Lo veo alejarse. Llamo a la puerta de Florencia, quien me abre. Tiene esa mirada curiosa. Ingreso tranquila, como flotando. Al llegar a su cama, suspiro y me dejo caer. La veo sentarse, esperando. Sonrío.
— Es perfecto —musito.
— Hacía tiempo que no te veía tan feliz. Sabía que Deiben era especial, pero esa sonrisa… espero sean muy felices.
—¡Es mi novio! —exclamo emocionada—. Flor, ¡no lo creo!
— Créelo, amiga, es real —responde con una sonrisa. Me pongo de pie; debo desmaquillarme y cambiarme.
Lista para dormir, nos acostamos. Ha sido una noche perfecta. Hablamos de las idealizaciones, pero para mí, Deiben es perfecto. Me falta conocer a sus padres, saber más de él, pero pase lo que pase, él será perfecto para mí.
Editado: 22.02.2025