El juego del Destino

Capítulo 16

Han pasado dos meses, los dos mejores meses de mi vida. Cada día que pasa, me convenzo más de que Deiben es perfecto. Él dijo que no lo era, pero para mí, lo es. He conocido a su madre, Romina Crawford; una señora encantadora, dulce y educada. Deiben se parece mucho a ella, tanto física como en su forma de ser. En cuanto a su padre, aún no sé nada, pero Deiben no le gusta hablar del tema.

Hoy es domingo y Deiben me invitó al cine. Todos los domingos salimos a diferentes lugares. Deiben suele pasar por mí, pero hoy tuvo un contratiempo y no pudo venir. De todas maneras, quedamos en vernos en el centro comercial cerca de mi casa.

Avanzaba tranquilamente, escuchando mi música favorita para hacer más ameno el trayecto (unos veinte minutos desde mi casa hasta el centro comercial). Estaba por llegar cuando alguien me sujetó por la espalda y colocó algo sobre mi nariz: parecía un pañuelo, pero desprendía un olor inusual. Intenté zafarme, pero no pude. No sé qué me sucedió, pero después de un minuto, o más, mis párpados se sintieron cada vez más pesados hasta que mis ojos se cerraron por completo.

Abrí los ojos lentamente. La luz intensa de una lámpara me lastimó la vista y me dolía mucho la cabeza; era casi insoportable. "¿Qué ocurre?", me pregunté, desorientada. No entendía nada y tratar de recordar solo aumentaba el dolor. Me incorporé con cuidado de la cama. No estaba en mi habitación. "¿De quién es este lugar? ¿Qué hago aquí? ¿Cómo llegué?", me cuestioné sin poder responder. Intenté ponerme de pie, pero sentí que todo daba vueltas, así que decidí recostarme un rato más.

Lo último que recuerdo es que iba a reunirme con Deiben, pero no recuerdo nada más. Además, el dolor de cabeza era insoportable. Esperé a que pasara el mareo. Una vez que se me pasó, me puse de pie y me dirigí a una puerta blanca de madera. Debía ser la salida. No podía seguir en ese lugar; tenía que irme a casa. Giré la perilla, pero no abrió. Estaba encerrada. "¿Por qué? ¿Quién me tiene aquí?", me pregunté.

—¡Abran esta puerta! —grité mientras golpeaba la puerta una y otra vez.

No quería estar allí. Quería volver a casa. Busqué mi teléfono en mis bolsillos para pedir ayuda, pero no estaba. "Claro que no está, qué tontería pensar que lo tendría. Es ilógico: me raptan, me encierran, pero dejan un teléfono. ¡Qué absurdo! ¿Cómo pude pensar eso? Debía salir de allí", pensé mientras examinaba la habitación minuciosamente. Estaba prácticamente vacía, excepto por la cama, la lámpara y algunos muebles. Había un baño; abrí la llave para ver si había agua y sí la había. Revisé la habitación y encontré una ventana, pero era demasiado pequeña para escapar. Además, parecía que la habitación estaba en un segundo piso. Si saltaba, me lastimaría y me atraparían de nuevo. Tal vez si gritaba, alguien me escucharía. Intenté abrir la ventana, pero no pude. "¡Maldición! ¿Por qué me ocurre esto?", pensé, conteniendo las ganas de llorar.

—¡Sáquenme de aquí! ¡Auxilio! —grité con todas mis fuerzas, aunque sabía que probablemente nadie me escucharía, o si lo hacía, no me dejarían salir. Si me tenían allí encerrada, debía ser por alguna razón, aunque no la entendía.

—Veo que despertó, mi niña hermosa. ¿Necesitas algo, cariño? —escuché una voz a mis espaldas. Era la voz de Conor. Me giré para asegurarme y lo vi cerrar la puerta tras él y recargarse en ella.

—¿Qué hago aquí, psicópata? ¿Por qué me has traído, maldito lunático? ¡Quiero irme ya mismo de aquí! ¡Déjame salir!

—Tranquila, mi amor. Sé que estás confundida, pero todo estará bien. Ahora nadie nos va a separar. ¿Tienes hambre? Ahora mismo te traeré algo de comer —dijo, ignorando mis palabras mientras se acercaba para acariciar mi mejilla.

—¡No me toques, me das asco! ¡Déjame ir de aquí ahora mismo!

—No puedo hacer eso, cariño. Es imposible. Te traeré algo, espera.

—¡No quiero nada de ti!

—Bien, como prefieras. Al parecer, seguirás siendo insoportable. Alguien te traerá comida y todo lo que necesites. Te advierto que es mejor que no intentes escapar. Estaré aquí todos los días después de la universidad; debo tener una vida normal para evitar sospechas. Tú no te preocupes de nada, mi amor. Seremos muy felices.

—¡Has enloquecido totalmente, Conor! ¡Déjame salir ahora mismo! —ordené furiosa.

—Imaginemos que te dejo salir. ¿Qué harás después? Estoy seguro de que correrás a los brazos de ese maldito oportunista, y eso no lo permitiré. Nunca más dejaré que ese idiota se interponga entre nosotros.

—¡Entiende ya! ¡No existe un nosotros, yo no siento nada por ti! Estoy enamorada de Deiben, y solo de él. Saldré de este lugar y volveré con él porque nada puede separarnos.

—¡Basta, Místic! ¡No me hagas enojar o te ataré para que no hagas nada malo y aprendas que eres mía y de nadie más! —expresó molesto. Lo vi salir de la habitación cerrando la puerta tras él. Corrí para detenerlo, pero llegué tarde; la había cerrado con llave.

—¡Eres un estúpido, Conor! ¡En cuanto salga de aquí haré que te arrepientas! —grité mientras golpeaba la puerta.

Debía calmarme y usar mi cerebro para idear un plan de escape. Él había dicho que alguien me traería comida y lo que necesitara mientras él no estuviera. Tendría que esperar y analizar mis posibilidades. No pensaba quedarme allí mucho tiempo. "¡Oh, Conor, si crees que tenerme encerrada será fácil, te equivocas!", pensé.

Pasó un tiempo. Estaba aburrida, recostada en la cama, cuando escuché que alguien abría la puerta. Me senté y vi entrar a una señora de unos cuarenta y cinco años, con cabello largo y castaño recogido en una coleta alta. No parecía mala persona. "Tal vez si le pido ayuda, lo haga", pensé, viéndola como mi oportunidad de salir.

—Le he traído su comida, señorita. Debe tener hambre. ¿Necesita algo más?

—Salir de aquí, eso es lo único que necesito.

—La entiendo, señorita, pero me temo que eso no es posible.

—Por favor, señora, ayúdeme a salir de aquí. ¿Tiene hijas?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.