Cuando llegamos, estaciona afuera y se dispone a bajar, pero lo detengo para que me mire. Necesito que hablemos un poco. Sé que está muy molesto con Conor por lo que hizo, aunque no quiso levantar ninguna demanda en su contra. Necesito saber algunas cosas y dejarle algo muy claro. Se ve serio, no puede ocultar la ira que siente, aunque lo intenta; sus ojos no mienten.
– Veo muchas cosas en tus ojos, Deiben. ¿Qué sientes?
– Estoy feliz de encontrarte.
– ¿Nada más? – cuestiono incrédula. Asiente. – Tus ojos dicen otra cosa. Te sientes molesto, pero más allá de eso veo culpa. ¿De qué te sientes culpable?
– No fui capaz de protegerte, Místic. Ese desgraciado te secuestró, te alejó de mí por dos semanas, las más largas de mi vida, y todo fue mi culpa. Si ese día hubiera venido por ti en lugar de citarte en otro sitio… – Tomo su rostro entre mis manos y le aparto los mechones de cabello azul que le cubren la cara.
– No ha sido tu culpa, mi amor. Además, no me hizo daño, incluso en su locura. El tiempo lejos de ti me pareció eterno, te extrañé más de lo que te puedes imaginar, pero la distancia y el tiempo solo fortalecieron nuestro amor, Deiben. No sigas culpándote, no puedes culparte de las acciones de otros, y tampoco sirve de nada.
– No puedo evitarlo. Te he dicho que eres lo más importante para mí y me he jurado protegerte de todos y de todo. No dejaré que vuelva a tener la oportunidad de hacerte daño.
– ¿Me abrazas? – pregunto intentando relajar el ambiente. Él sonríe y me abraza. – Te amo mucho, Deiben, eres el novio perfecto.
– Tú eres la novia perfecta – musita, liberándome de su abrazo para mirarme a los ojos. – Te prometo que nunca más nadie nos separará. Te cuidaré y protegeré con mi vida si es necesario. Yo mismo me encargaré de Conor.
– Quiero ir contigo, debo enfrentarlo.
– No, eso ni de broma te lo permitiré. Te quiero lo más lejos posible de él.
– Voy contigo o no vas. Si vas sin mí, me enfadaré mucho contigo.
– No, Místic, por favor, entiende.
– Iré y lo enfrentaré aunque no me acompañes. Es tu decisión si me dejas sola o no.
– Tú ganas, nunca te dejaré sola otra vez – responde resignado. Le doy un rápido beso en los labios, pero antes de que me aleje, me besa de nuevo en un beso más largo. – Extrañé tanto besarte.
– Yo a ti. ¿Cuándo iremos?
– Mañana en la universidad, y si no se presenta, iré a su casa. Pero debo advertirte que eso implicará más de lo que puedas imaginar – replica con seriedad. Asiento, y en ese momento veo llegar el automóvil de Hayde.
– Perdóname por no quedarme más tiempo. Hayde llegó y necesito hablar con ella.
– Hazlo, de verdad te necesita.
– Tiene que ver con el profesor, ¿cierto? – cuestiono con amargura. Él asiente. – Bien, debo saber qué sucede. ¿Te llamo más tarde?
– Sabes que espero escuchar tu voz a cada momento. Te amo.
– Te amo más – sonríe. Abro la puerta del auto, bajo y me dirijo a la entrada. Ingreso y desde la ventana veo cómo Deiben se marcha.
Debo hablar con Hayde, así que subo las escaleras con prisa y espero fuera de su habitación hasta que ella suba para que hablemos. La extrañé mucho, aunque solo han sido dos semanas lejos de ella. Es difícil cuando hemos estado siempre tan unidas; han sido muy pocas las ocasiones en las que nos hemos separado. La veo subir las escaleras; ahora que la veo mejor, me resulta evidente que está triste. Mi hermana es muy fuerte, por eso la admiro mucho; nunca hace que nadie se preocupe, pero a mí nunca podrá engañarme.
– ¿Qué ocurre, Místic? – cuestiona al verme fuera de su habitación.
– Quiero hablar contigo. Sé que no estás bien y te dije que siempre estaría contigo cuando me necesitaras.
– ¿Qué te dijo Deiben? – inquiere entrecerrando los ojos.
– Solo que me necesitabas. Le pregunté la razón, pero se limitó a responder que sería mejor que tú me lo dijeras.
– Bien, entra – musita abriendo su habitación y me deja pasar. Está totalmente oscura. «¿Qué ocurre?» me pregunto ante tan inusual acto; ella nunca hace eso. Todo está limpio como siempre, pero no entra absolutamente nada de luz; eso me incomoda mucho.
– Abriré las cortinas, Hayde. Sabes que no me gustan los lugares oscuros.
– No, Místic, no quiero luz en mi habitación.
– Lo haré y no hay más discusión – indico llegando hasta las ventanas. Abro todas las cortinas y dejo entrar la luz. Vuelvo con Hayde y me siento sobre su cama frente a ella para que hablemos. –, ¿Así está mucho mejor, no lo crees?
– No, hermana, pero de igual manera tú haces lo que quieres todo el tiempo. Me gustaría ser como tú; aun a pesar de lo que sucedió, no dejas de ser tú misma, eres muy fuerte.
– Si lo soy, es por ti. Eres mi ejemplo a seguir; siempre te he admirado y he hecho lo mejor que puedo para llegar a ser como tú. Dime, ¿qué ocurrió?
– No quiero que sigas mi ejemplo. Soy una tonta, Místic. Me dejé engañar de la manera más absurda que puedas imaginar, aun cuando mi propia intuición me decía que no debía confiar de esa manera; no escuché a mi razón y me dejé llevar por mi corazón.
– Quien sigue a su corazón nunca es tonto. No importa que seguirlo te lleve a equivocarte, porque al final una lección te enseñará. ¿Tiene que ver con lo que no me querías contar?
– No finjas, Místic. Deiben debió contarte lo que sucedió.
– Te equivocas, él no me dijo nada. Deiben es una persona de confianza; si tú confiaste en él, puedes estar segura de que nunca te traicionará.
– No es cuestión de que confiara o no; se trata de que estuvo presente en ese lugar, al igual que Nires, y se enteraron de todo.
– Dime lo que ocurrió sin darle tantas vueltas.
– Fue el mismo día que no llegaste a la cita con Deiben. Yo estaba en ese centro comercial, y Deiben estaba con Nires, que estaba ayudándole; tengo entendido que había planeado algo para ti. Yo iba a reunirme con Hunter, estaba esperándolo, deambulando por el centro comercial, observando todo lo que había. Entonces, en un local que se encarga de imprimir invitaciones diseñadas a gusto del cliente, ahí estaban Hunter y ella, eligiendo las invitaciones para su boda. Me dijo que ya no estaban juntos y yo le creí porque estaba ciega; entonces lo esperé, no sabía que Deiben y Nires estaban ahí. Cuando Hunter llegó hasta mí, lo enfrenté: “¿No que ya no estabas con ella?” Se le cayó todo su teatro, y entonces me sujetó fuertemente del brazo y me dijo: “¿De verdad creíste que la dejaría por una niña como lo eres tú? Solo estaba jugando contigo, pensé que eras más lista, pero veo que me equivoqué.” Me estaba lastimando el brazo, y entonces apareció Deiben; le dio un golpe para que me soltara, y Nires me abrazó porque estaba llorando y llena de miedo por su reacción. Entonces Hunter le dijo a Deiben: “¿Cómo te atreves a tocarme? Esto te costará muy caro.” Deiben le dijo: “¿Qué hará? ¿Reprobarme? Hágalo, pero créame que haré que se arrepienta por meterse con una de sus alumnas; hay testigos aquí, usted, profesor, la estaba maltratando, seguramente le dejará marcas en el brazo, y además, su querida prometida se enterará de todo, y dígale adiós tanto a su plaza en la universidad como a su matrimonio, y no solo eso, me encargaré de arruinar su vida totalmente. Es su decisión, profesor, deje tranquila a la señorita y no se meta conmigo o se atiende a las consecuencias; usted sabe quién soy y sabe que no estoy alardeando nada más, todo lo que acabo de decirle sabe que puedo hacerlo.” Hunter lo miró y le respondió: “¿Entonces si olvido todo esto me dejarán tranquilo?” Deiben lo miró de una manera que te sorprendería, Místic; después le respondió con un tono tan frío: “Eso es lo que acabo de decir.” Entonces Hunter asintió y se marchó. Después nos percatamos de tu desaparición y me enfoqué en buscarte, pero me siento realmente mal; Nires ha estado conmigo todo este tiempo.
Editado: 22.02.2025