El juego del Destino

Capítulo 23

Un nuevo día amaneció. El sonido de mi alarma me despertó. Me levanté y me duché. Lista para ir a la universidad, salí de mi habitación. No tenía apetito, así que decidí desayunar en la cafetería. Hayde estaba a punto de salir, así que nos fuimos juntas en su auto. Ella conducía tranquilamente; creo que contarme sobre Alemania la ha relajado. Sigo triste por nuestra separación, pero así es la vida: a veces los caminos se unen, otras se separan. Cada quien tiene su destino marcado, un destino que puede cambiar la vida de un momento a otro. Ahora mi hermana tendrá que irse lejos y seguir un camino diferente, pero si el destino lo decide, nuestros caminos volverán a unirse y a ir en la misma dirección.

Llegamos al campus. Hayde estacionó el auto y bajamos. Entramos juntas y cada una siguió su rutina. Pensar en eso me entristeció mientras sacaba mis cosas para clase. "¿Quién ocupará el casillero de Hayde? Ya no vendremos juntas, su casillero ya no estará al lado del mío, ya no estaremos juntas en el descanso, ni escucharé su música en su habitación...", pensé, sintiendo una creciente tristeza. Se me cristalizaron los ojos; extrañaré mucho a Hayde.

—Buenos días, mi princesa— escuché a Deiben saludarme por detrás.

—Buenos días—respondí sin voltear. No quería que me viera así; pensaría que soy una llorona.

—Místic— me llamó preocupado, cambiando de lugar para verme. Me tomó el rostro entre sus manos y me obligó a mirarlo. –¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?

Lo abracé y dejé escapar mis lágrimas. Sentí sus brazos rodeándome, intentando calmarme. No podía evitar la tristeza y el dolor de alejarme de mi hermana, mi mejor amiga, mi compañera, mi psicóloga personal. La extrañaré mucho más de lo que ella o cualquiera pueda imaginar. En realidad, no quiero que se vaya, pero no seré egoísta; ella debe seguir su camino. Lo único que debo hacer es apoyarla, aunque me duela.

—Tranquila, Místic, no llores más, me partes el alma. No estarás sola, me tienes a mí, a Florencia, y siempre podrás llamar a Hayde; ella seguirá estando para ti.

—La extrañaré mucho, Deiben.

—Piensa en ella, en lo bueno que será y en todas las oportunidades que representa. Estar lejos la ayudará con lo de Lavoie, aunque Nires la ha ayudado mucho, todavía le afecta—. Asentí mientras me calmaba. Seguí abrazándolo hasta que me tranquilizé por completo y dejé de llorar. Al sentirme tranquila, dejé de abrazarlo y él también me soltó. —Vamos a clase, si llegamos tarde, la profesora Blair no nos dejará entrar.

—Lo sé— respondí cerrando mi casillero. Él puso su brazo sobre mis hombros y caminamos juntos a clase. —Gracias por estar conmigo, Deiben. Estaré bien, solo necesito asimilarlo.

—De igual manera, no dejaré de estar a tu lado; es mi lugar favorito.

—¿Ya te dije que te amo?

—Algunas veces, pero me encanta escucharlo de tus labios. Bien, llegamos a tiempo.

Entramos y tomamos asiento. Tal como Deiben dijo, llegamos a tiempo; la profesora Blair llegó un momento después y comenzó su clase. Intenté concentrarme, pero mi cabeza no estaba para aprender. Si tengo dudas, después le pediré ayuda a Deiben o a Florencia.

Llegó el descanso. Salimos los tres juntos y fuimos a nuestra mesa, donde estaban Nires y Hayde. Cada uno tomó asiento. Sé que le debo una disculpa a Nires por lo sucedido ayer; fui muy grosera e infantil, y arruiné una agradable comida. Nires siempre ha sido muy bueno conmigo, y no debí comportarme así, aunque él fue comprensivo. No puedo dejarlo pasar así.

—Nires— lo llamé, y él me miró. —Considero que te debo una disculpa por mi comportamiento de ayer, de verdad lo siento.

—Tranquila, Místic, lo entiendo.

—No, Nires, deja que se disculpe, eso no sucede siempre— comentó Hayde con tono burlón.

—¡No te metas, Hayde! Es algo entre mi cuñado y yo. De verdad lo siento, Nires, te habíamos invitado a comer, así que puedes ir; yo misma cocinaré.

—Dile que no, Nires, podría envenenarte— bromeó Florencia sobre mis habilidades culinarias.

—¡Flor!— la regañé. —No hagas caso, soy una chef profesional.

—No dejaré que envenenes a mi novio, Místic— respondió Hayde apoyando a Florencia.

—Dejen a mi princesa tranquila, tal vez cocinar no sea su fuerte, pero lo hace de corazón.

—¡Si tan solo eso bastara!— dijo Hayde con tono dramático, y todos reímos.

—Ustedes ganan, soy pésima cocinando, pero puedo comprar pizzas.

—¡Sí!— dijeron todos, excepto Nires, quien solo sonrió.

—No se emocionen tanto, dije Nires.

—¿No me invitarás, cariño?– preguntó Deiben besándome la mejilla.

—Claro que sí, Deiben, tú eres bienvenido.

—Vivo en la misma casa, así que estaré ahí, aunque no quieras, hermanita.

—Yo soy tu mejor amiga, Místic, no puedes dejarme fuera del plan.

—De acuerdo, todos en casa, y yo compraré las pizzas.

Seguimos hablando de nuestra reunión hasta que terminó el descanso. Esa reunión será una gran oportunidad para pasar tiempo con Nires y Hayde. Llegamos al salón; el maestro aún no había llegado. Florencia fue a su lugar, Deiben y yo al nuestro. Me sentía más tranquila; sé que extrañaré a Hayde, pero también sé que se beneficiará mucho con este intercambio.

Llegó el jueves. El tiempo pasa muy rápido; solo faltaba un día para la partida de Hayde. Ella tenía mucho que organizar, por eso no había venido a la universidad. Era la hora del descanso. Florencia, Deiben y yo estábamos en el pasillo que lleva a la cafetería, conversando y riendo, cuando Conor apareció frente a nosotros, impidiendo nuestro paso. Desde el problema en su casa no lo había visto, ni a Kyler; debió afectarles mucho saber que Deiben es su hermano.

—Necesito hablar contigo— dijo rápidamente sin especificar con quién.

—¿Piensas que la dejaré sola contigo?– preguntó Deiben a la defensiva.

—No le hablaba a ella, sino a ti— respondió mirando a Deiben.

—Yo no tengo nada que hablar contigo, si nos disculpas.




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