Han pasado dos meses desde la partida de mi querida hermana. Ellos están muy felices y, según Hayde, cada vez más enamorados, al igual que Deiben y yo. Desafortunadamente, Kyler y Florencia terminaron hace un mes. Kyler volvió con Lucy; mi pobre amiga sufrió mucho, pero luego conoció a Dylan Owens, el nuevo compañero de habitación de Deiben. Es un joven encantador que estudia en la facultad de Artes. Llegó a la universidad poco después de la partida de Nires y, aunque no puede reemplazarlo como el mejor amigo de Deiben, son buenos amigos.
Es un día normal de clases en Princeton. Nos encontramos en el tiempo libre entre la primera y la segunda clase. Deiben ha actuado de manera inusual durante la primera clase, así que debo aprovechar este momento para saber qué le sucede. Por lo general, él no es distraído; al contrario, siempre centra toda su atención en las clases.
–Deiben –digo, llamando su atención–, ¿qué ocurre? Durante la clase estuviste muy distraído.
–No es nada, princesa.
–Estás actuando de manera inusual. Sabes que puedes confiar en mí.
–Es una sensación que no puedo explicar, linda, pero de verdad no tienes de qué preocuparte.
–Bien, pero de verdad no olvides que siempre puedes hablarme con sinceridad. Si algo te molesta, solo dímelo, y si puedo hacer algo para solucionarlo, lo haré sin dudarlo.
–Siempre te hablaré con la verdad, Místic.
–Te amo.
–Yo a ti, cariño.
Faltan unos minutos para que comience la segunda clase, así que dejamos el tema. Sé que Deiben es sincero y que ni él entiende lo que le ocurre. Debe ser una de esas emociones que aparecen de pronto, pero que no sabes cómo explicar. Muchos dicen que son presentimientos. Involuntariamente, me he comenzado a sentir un poco nerviosa; debe ser por la actitud de Deiben. Siempre he confiado en los presentimientos y no puedo estar tranquila, aunque desconozco de qué podría tratarse.
Llega el descanso y nos dirigimos a la cafetería, como siempre. Avanzamos los tres juntos. Deiben se ha tranquilizado, pero ahora parece demasiado feliz. Es un día más, muy normal, pero no puedo relajarme, aunque su sonrisa siempre me calma. Hoy no lo hace; sus hermosos ojos brillan de una manera muy especial, haciéndolo ver más atractivo de lo que ya es. Llegamos a la cafetería y nos dirigimos a nuestra mesa. Al llegar, cada uno toma asiento.
–Te ves muy guapo –comento, llamando la atención de mi apuesto novio. Sonríe y me da un dulce beso.
–Tú estás hermosa como siempre.
–Gracias, te amo mucho.
–Te amo –sonrío y me dedico a observarlo atentamente. Deiben es muy guapo, pero con toda esa alegría, sus ojos brillan y se ve más atractivo de lo normal.
–¡Místic! –exclama Florencia, emocionada, sacándome de mis pensamientos–. Por poco y olvido hablarte de algo.
–¿Qué ocurre, Flor?
–¿Recuerdas que desde hace tiempo no comparto habitación con nadie? –Asiento–. El lunes llegó una chica nueva, vino de intercambio. Tengo entendido que estudia en la facultad de Arte, pero aún no hemos hablado mucho. Debes conocerla, es encantadora.
–Perfecto, Flor, tráela para que la conozcamos. ¿Verdad, amor?
–Claro, Flor.
–De acuerdo, ahora regreso, iré a buscarla.
Observo a Florencia ponerse de pie y alejarse. Siento como Deiben me abraza, pasa su brazo sobre mis hombros y toma mi mano. Recuesto mi cabeza sobre su hombro; me encanta hacer esto, me siento muy bien a su lado, segura y tranquila. Lo amo cada vez más y soy muy feliz con él. Se ha convertido en todo para mí; si no estuviera en mi vida, esta no tendría sentido. Levanto la cabeza para observarlo; él me mira también.
–Eres todo para mí, Deiben, el sentido de mi vida. Créeme que al decir esto no exagero, nunca te alejes de mí –expreso, dejándome llevar por la sensación de decirle lo importante que es para mí. Le doy un corto beso en sus labios.
No dice nada; solo me observa. Unos minutos más tarde aparece Florencia con una joven muy bonita de ojos color miel, cabello castaño, lacio y largo. Debe medir 1,67 m; se ve más baja que Florencia, pero no mucho. Es delgada, realmente bonita y parece muy dulce. En cuanto Deiben la ve, me suelta, se pone de pie y sonríe.
– Qu'est-ce que tu fais ici ? ( ¿Qué haces aquí?)
– Tu me poses cette question au lieu de me prendre dans tes bras ? (¿Me haces esa pregunta en lugar de abrazarme?)
Hablan en francés y eso me basta para saber de quién se trata: es Chloe Girard, su ex novia. “¿Qué hace aquí?” me pregunto con una sensación terrible en mi interior. No puede ser, esto no es algo bueno. Trato de controlar mis pensamientos, que no son nada positivos, pero me resulta complicado.
Florencia los observa llena de curiosidad y sorpresa mientras se mantienen unidos en un abrazo que dura más de lo necesario. Trato de controlar mis emociones, pero me resulta muy difícil. ¿Qué debería hacer? ¿Ponerme de pie y presentarme como la novia de Deiben? No, ese sería un comportamiento infantil.
– Je t'ai beaucoup manqué, prince. (Te he extrañado mucho, príncipe).
– Moi aussi, poupée. Tu n'imagines pas combien. Je suis vraiment très heureux de te voir. (Yo también, muñeca. No imaginas cuánto. Estoy realmente muy feliz de verte).
Florencia no quita la mirada de ellos. No puedo soportar más estar presente aquí, ser una espectadora más de esto. No me gusta lo que se dicen, ni la manera en que se tratan. Me pongo de pie para salir de la cafetería. Chloe y Deiben están muy concentrados en su reencuentro, por lo que Deiben ni siquiera se percata de que me voy.
Salgo de la cafetería controlando las lágrimas que amenazan con salir en cualquier momento. Llego al pasillo y avanzo hacia el salón lo más rápido posible. No quiero perder la compostura frente a los pocos estudiantes que transitan por allí. No soportaría esa bochornosa escena; ciertamente moriría de vergüenza. Una vez ya me miraron con lástima y no quiero que me vuelvan a mirar de esa manera, que aunque ellos no se percaten, es dolorosa.
Editado: 22.02.2025