Mi vuelo ha aterrizado. Este es mi nuevo comienzo. Es difícil, pero no imposible. El dolor de la despedida aún persiste en mi pecho, pero me he propuesto no pensar en lo que dejé atrás y no volver a derramar una lágrima más por Deiben. Aunque, la verdad, solo lo consigo durante el día. Las pesadillas hacen que sea difícil no llorar por él, pero lo intento con todas mis fuerzas. Me he prometido a mí misma jamás volver a caer en ese estado deplorable, me duele recordar la lástima en sus hermosos ojos azules.
Tras recoger mi equipaje, me dirijo a la salida para tomar un taxi hacia la universidad, pero antes de poder hacerlo, veo a un joven con un cartel con mi nombre. Sonriendo tímidamente, me acerco. Es alto, de la estatura de Conor. Su cabello castaño forma rizos definidos que caen graciosamente sobre su rostro, enmarcando unos labios finos y rojos que resaltan sobre su piel blanca. Al acercarme, sus ojos verdes, con largas pestañas, me miran con sorpresa. No son como los míos; los suyos son más claros, un verde esmeralda.
– ¡Oh, Dios mío! – exclama, sin poder ocultar su sorpresa. Su voz es agradable. – ¿Tú eres Místic Cotrell?
– Hola, mucho gusto, sí, soy yo – respondo, extendiendo mi mano mientras sonrío.
– Esperaba encontrarme con una ratón de biblioteca: lentes, brackets, un poco rellenita y bajita… una extranjera poco agraciada. ¡Pero en su lugar se me aparece un ángel caído del cielo! Un poco ojerosa, quizás por el viaje.
– ¿Gracias? – pregunto, dudosa.
– Disculpa mi mala educación, mi lady. Soy Jake Hanson, un placer conocerla – hace una reverencia y besa mi mano. – Bienvenida a Inglaterra.
– Ya me parecía extraño no recibir el amable trato de un caballero inglés.
– Te contaré un secreto: a veces no soy tan caballero – bromea, guiñándome un ojo. Me agrada. Me ofrece su brazo y toma mi equipaje. – Vamos, mi lady.
– Claro – respondo, sonriendo. Tomo su brazo y caminamos hacia la salida. Llegamos a un bonito automóvil blanco. Jake abre la puerta, me ayuda a subir, se encarga del equipaje y se sienta al volante.
– Mi hermana, Julia, debía venir por ti. Te pide disculpas, pero como presidenta del comité de alumnos está muy ocupada. Hay un evento la próxima semana por el aniversario de la universidad, y debe encargarse de los preparativos. Te gustará. Ella ofreció su casa, así que serás nuestra invitada durante estos meses. Sabía que estudiabas Lengua y Literatura Inglesa, por eso esperaba a alguien… diferente.
– Sí, entiendo.
– Dirás que hablo demasiado, pero normalmente no soy así. Hoy… no sé qué me pasa. Imagino que te sientes extraña en un país nuevo, con gente desconocida… pero puedes sentirte como en casa. ¡Ya tienes un amigo!
– Muchas gracias, eres muy amable.
– ¿Eso es bueno o malo?
– Es bueno.
– ¡Excelente! Sabes… me gustan tus ojos. Son preciosos, ese color esmeralda te queda muy bien. Cuando mi hermana mencionó tu nombre, no me gustó. ¿Te importaría que te llamara Smerald? Por tus ojos.
– Es un poco extraño, pero no me molesta.
– De acuerdo. Hemos llegado, Smerald. Bienvenida a tu hogar por nueve meses.
Entramos en una mansión grande y bonita, de color café y amarillo con puertas blancas. Jake las abre con un control remoto. Estaciona el coche y, al verme bajar sin esperar, se encarga de mi equipaje.
Esa noche conocí a los padres de Jake y Julia. Son muy amables, al igual que sus dos hijos. Jake habla mucho, tanto que no me deja pensar en nada, lo cual agradezco, porque no he pensado en Deiben. Julia es más seria, pero igualmente amable. Son gemelos, aunque Julia es más baja que Jake. Tienen el mismo cabello castaño, aunque el de ella es liso. Sus ojos, labios y tono de piel son prácticamente idénticos; su parecido es asombroso. Una vez que me dejaron en mi habitación, llamé a mis padres para informarles que había llegado bien. Por el cambio de horario, no tenía mucho sueño. Acomodé mis cosas y me acosté, pero…
De nuevo, una pesadilla me despertó. Creí que se acabarían estando lejos, pero parece que es demasiado pronto. Las lágrimas corren por mis mejillas. Intento que mi llanto sea silencioso, no quiero despertar a nadie. Extraño mucho a Deiben, lo necesito, y él solo siente lástima por mí. Desde que vi esa lástima en sus ojos, no he tenido paz. Sentada en la cama, abrazando mis rodillas, con el rostro oculto… de pronto, la puerta se abre y la luz se enciende. Jake entra, con una expresión de preocupación.
– ¿Qué ocurre, Smerald? – pregunta, sentándose a mi lado.
– Estoy bien, Jake. Solo fue un mal sueño.
– Tranquila, solo fue una pesadilla, no es real. Todo está bien.
– Lo sé – respondo, tratando de calmarme. Me seco las lágrimas y sonrío. Jake me abraza, sorprendiéndome.
– Nada malo te pasará, te lo prometo. Mientras yo esté aquí, me aseguraré de que nada te lastime – me abraza con fuerza y poco a poco me tranquilizo. Por alguna razón, me siento segura con él.
Editado: 21.04.2025