El juego del Destino

Capítulo 33

Me encuentro en un taxi que me lleva de vuelta a casa. Ha terminado mi intercambio y, en este tiempo, he cambiado mucho, física y emocionalmente. Dos semanas antes de regresar, me corté el cabello; ahora llega a mis hombros, aunque es más largo en la parte delantera que en la trasera. Mis mechones rojos son ahora verde agua, en honor a Jake, quien eligió el color. Dijo que me quedaba bien, aunque, a decir verdad, no me convence del todo; me veo y me siento diferente. No informé a nadie de mi regreso; quiero sorprender a mis padres.

Hayde vive ahora en un departamento con Nires en Nueva York. No asistí a su graduación, pero ella, como siempre, me comprendió. No sabe que he vuelto a la ciudad, pero estoy segura de que vendrá a verme —y seguramente a regañarme— en cuanto se entere. Ahora que estoy aquí, extraño a Jake y a Julia, pero sobre todo a Jake; es el mejor amigo que he tenido. Conozco sus sentimientos hacia mí, pero él sabe que solo puedo ofrecerle mi amistad y cariño, porque el amor ha desaparecido de mi vida. Eso ahora no es tan importante; estoy de vuelta en mi país y no creo volver a ver a Jake, aunque, claro, seguiremos en contacto. Creo que la distancia le ayudará a superar sus sentimientos.

En una semana comienzan las clases en la universidad. Es la última semana de vacaciones de diciembre; tengo mucho que hacer aquí y lo mejor será concentrarme en ello. El viernes debo llevar algunos documentos a la universidad y pagar la colegiatura. "¿Cuánto habrá cambiado todo aquí?", me pregunto. Pronto lo sabré. El taxi se estaciona en la dirección que le indiqué. ¡Por fin he vuelto a mi hogar! Recojo mi equipaje, agradezco y pago al taxista. Llego a la puerta y toco el timbre. Al ser domingo, deben estar en casa. Después de unos segundos, la puerta se abre y veo a mi madre.

—¡Mi niña hermosa! —exclama emocionada, abrazándome fuertemente—. Vamos, entra, te hemos extrañado tanto.

—Yo a ustedes también, más de lo que se imaginan.

—Debiste avisarnos para ir a recogerte al aeropuerto y cancelar nuestros compromisos. Hoy tenemos una reunión importante. ¿Te gustaría acompañarnos?

—Estoy muy cansada, mamá. Prefiero desempacar y descansar un poco.

—Está bien, princesa. Déjame cancelar, entonces.

—No es necesario. Vayan tranquilos; yo estaré aquí esperándolos. No pienso irme a ningún lado. ¿Dónde está papá?

—En el estudio.

—Iré a saludarlo.

Dejo mi equipaje y me dirijo al estudio de mi padre. Lo escucho hablando por teléfono, siempre con sus negocios. Cuando estaba aquí, se abstenía de trabajar los domingos para concentrarse en la familia. Imagino que, con Hayde y yo lejos, eso perdió importancia, pero me encargaré de que vuelva a liberar los domingos para la familia. Me gusta compartir tiempo de calidad con ellos.

—Sabes que no es posible… —Guarda silencio, escuchando al otro lado. Decido llamar a la puerta—. Debo colgar, después hablamos —responde, y abro la puerta cuando termina la llamada—. Sabes que no me gusta que me interrumpan cuando estoy trabajando.

—No es mi culpa, hoy es domingo; ni siquiera deberías estar trabajando —replico. Al reconocer mi voz, eleva la mirada y su expresión cambia por completo.

—¡Místic! —exclama emocionado, poniéndose de pie para abrazarme—. ¡Qué bueno que estás aquí, mi princesa! ¿Por qué no llamaste para que fuéramos por ti?

—Quería darles una sorpresa.

—Bienvenida, cariño.

Salimos de su oficina y nos dirigimos a la sala, donde hablamos hasta que llega la hora de su compromiso. Me vuelven a invitar, pero vuelvo a declinar. No tengo energía para salir; solo quiero descansar en mi cómoda cama. Además, nunca me han gustado ese tipo de compromisos sociales. No entiendo por qué pensaron que esta vez aceptaría. Llevé mis cosas a mi habitación; las acomodaré mañana. Ahora solo quiero dormir.

Ha llegado el miércoles. Por fin he terminado de arreglar mis cosas; le he hecho algunos cambios a mi habitación; ahora es más seria y va más de acuerdo con mi personalidad. Me recuesto en mi cama y decido llamar a Hayde. No se ha comunicado conmigo, lo que significa que mis padres no le han dicho que estoy aquí. Ellos, como siempre, ocupados en sus asuntos, se olvidan del resto. Marco su número y responde al segundo tono.

—Hola, inglesa, ¿cómo estás? ¿Qué tal todo en Inglaterra? Hacía días que no sabía de ti —responde con su típico humor.

—No lo sé, hermanita, estoy en casa.

—¿Cuándo llegaste?

—El domingo, pero no le digas a nadie, por favor.

—Entiendo. Espero tengas claro que al volver lo encontrarás y deberás enfrentarlo, pero por ahora no diré nada. Tranquila. El sábado le diré a Nires que vayamos a verte. No sabes cuánto te extraño.

—Yo a ti también, Hayde, más de lo que te imaginas.

– Ahora estoy trabajando; te llamo cuando salga, ¿te parece?

—De acuerdo, hasta luego. —Termino la llamada. Espero que los días pasen rápido para volver a ver a mi querida hermana y a Nires. Tenemos mucho de qué hablar.

Es viernes por la mañana. Estoy conduciendo el auto de Hayde, que ahora puedo conservar. Ella no se lo llevó y me permitió usarlo. Al llegar, estaciono y bajo. Debo llevar mis documentos y otras cosas para que el lunes todo esté perfecto. Es inusual volver y caminar por estos pasillos. Una vez que me he encargado de todo y me han indicado mi nuevo casillero, me dirijo a guardar algunas cosas. Cuando termino, lo cierro y avanzo por el pasillo hacia la salida. De pronto, alguien me abraza por la espalda.

—¡Amor de mi vida! —expresa emocionado quien me abraza. Me asusto un poco, pero esa voz me resulta familiar y poco a poco me relajo.

—¿Jake? —musito dudosa. "¿Qué hace él aquí? ¿Cómo y cuándo llegó? ¿Por qué?" me pregunto.

—¿Creíste que podrías deshacerte de mí tan fácilmente, Smerald? —pregunta, liberándome de su abrazo. Me giro para verlo y lo abrazo.

—¿Qué haces aquí?

—Vine por poco tiempo, solo estaré aquí seis meses, o hasta que estés bien en este lugar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.