LA PROPUESTA
- Bienvenida, señorita Steel - sonrió el oficial, su mirada transmitía una mezcla de cortesía y algo más que no supe descifrar.
- ¿A qué se debe su llamado? - pregunté. Él soltó una breve risa, como si mi confusión fuera un chiste interno.
- La detective Miriam Ferrer ha renunciado al caso Shadow. He decidido que usted es la persona indicada para continuarlo - anunció, y mis cejas se elevaron involuntariamente.
- No sé si esté a la altura - respondí, sintiendo un peso repentino en los hombros.
- Por supuesto que lo está, confío plenamente en sus capacidades - replicó con una seguridad que no compartía.
- Me lo pensaré - dije, la duda palpable en cada sílaba. - No es un caso fácil, lo sabe.
El oficial se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una intensidad calculadora.
- ¿Cuánto quiere? - la pregunta me descolocó.
- ¿Qué?
- Dinero, señorita Steel. ¿Cuánto dinero quiere para aceptar el caso?
- Yo... no... - balbuceé, sintiendo el desconcierto apoderarse de mí.
- 60 mil dólares. Suficiente para comprar una casa, para darse un respiro. No va a rechazar una oferta así, ¿verdad?
Mordí mi labio inferior, sopesando la propuesta.
- Me lo pensaré - repetí, aunque la tentación ya comenzaba a hacer mella.
- Por supuesto, tómese su tiempo. Pero sepa que esta es una oportunidad única para demostrar su valía y obtener lo que siempre ha deseado.
Salí de la oficina del oficial con la cabeza dando vueltas. Dylan Shadow... Un nombre que resonaba con la oscuridad y la tragedia que asolaban Cataluña desde hacía más de una década. Desaparecido a los doce años, su caso se había convertido en una leyenda negra. Los crímenes se habían intensificado tras su desaparición, y los incontables detectives que habían intentado resolver el misterio habían terminado muertos, heridos o simplemente derrotados.
Al llegar a casa, encontré a mi hermano Mike en la cocina, preparando el almuerzo. Su rostro, normalmente alegre, estaba sombrío.
- Por fin llegaste - dijo, dejando los platos sobre la mesa con un golpe seco. - Necesito contarte algo importante.
- Dime - respondí, llevándome un bocado a la boca sin prestar demasiada atención.
- Van a vender la casa - soltó, y sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies.
- ¿Qué? ¿Cómo que van a venderla?
- Hoy vinieron los dueños. Nos dieron diez días para desalojar.
- Eso... eso es imposible. ¿A dónde se supone que vamos a ir? - Mike se pasó una mano por el pelo, visiblemente angustiado.
- No lo sé, Tessa. Sabes que apenas puedo pagar el alquiler de esta casa. No tengo ahorros para mudarnos a otro lado.
La desesperación comenzó a atenazarme el pecho. Diez días... ¿Cómo íbamos a encontrar un nuevo hogar en tan poco tiempo?
- Buscaré una solución - dije, intentando transmitir una seguridad que no sentía. Pero en mi interior, una idea comenzaba a germinar. 60 mil dólares... Tal vez, solo tal vez, el caso Shadow podría ser nuestra salvación.
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Editado: 05.12.2025