ENTRE SOMBRAS
- ¿Cómo puedo saber si lo que dice es verdad? - pregunté, mi voz teñida de escepticismo.
- Mi nombre es John Smith, soy detective privado - respondió con calma, extendiéndome una tarjeta de presentación que confirmaba su profesión.
Algo en su mirada, en la firmeza de su voz, en la forma en que sostenía mi mirada sin vacilar, me transmitió una extraña confianza. Era una chispa tenue, pero suficiente para despertar una llama de esperanza en mi interior.
- ¿Le gustaría pasar? - ofrecí, apartándome para permitirle el acceso.
Claro - aceptó, entrando en el departamento. Sus ojos escudriñaron el espacio, deteniéndose brevemente en las estanterías repletas de libros y archivos, en las fotografías colgadas en las paredes, en el escritorio atestado de documentos y recortes de periódico. Era evidente que mi vida giraba en torno a la investigación del caso Shadow.
Mientras preparaba café en la cocina, intenté mantener la calma, controlar el torbellino de emociones que amenazaba con abrumarme.
- Como sabrá, el caso Shadow es el más complicado de Cataluña - comenzó a decir John, su voz grave y pausada - Nadie sabe de mí, he estado trabajando en él durante años, moviéndome en las sombras, recopilando información, siguiendo pistas que otros han ignorado. No hay solo un asesino, hay más de uno, una red intrincada de individuos conectados con un objetivo en común. Conocen todos los movimientos de la policía, están infiltrados en las instituciones, tienen informantes en todas partes, por eso nadie ha podido resolverlo. Las personas que secuestraron a Dylan son las mismas que asesinaron y desaparecieron a otros niños.
- Recibí una carta donde me decían que Dylan seguía vivo - confesé, sintiendo un escalofrío recorrer mi espina dorsal.
- Nadie lo sabe con certeza - respondió John, su rostro sombrío - Dylan Shadow está dado por muerto hace más de dos años, pero es un enigma. Nadie sabe si realmente está muerto o no, si fue víctima de un asesinato brutal o si fue ocultado en algún lugar.
- Entiendo - murmuré, sintiendo la incertidumbre apoderarse de mí. El caso Shadow era un laberinto sin salida, un pozo sin fondo de misterios y contradicciones.
- Necesito que me acompañe a un lugar de suma importancia - propuso, su mirada fija en la mía.
A pesar de la desconfianza, del miedo a lo desconocido, la idea de obtener más información, de acercarme a la verdad, me impulsó a aceptar. Sabía que estaba jugando con fuego, que estaba arriesgando mi vida, pero estaba dispuesta a pagar el precio con tal de resolver el caso Shadow.
Salimos en su auto, tras tres horas de viaje, durante las cuales apenas intercambiamos palabras, llegamos a una calle solitaria en las afueras de la ciudad. La oscuridad era interrumpida solo por la luz tenue de las farolas. Nos detuvimos frente a un departamento antiguo, un edificio abandonado que parecía haber sido olvidado por el tiempo.
Al entrar, me encontré con un caos de periódicos y datos pegados en las paredes. Recortes de noticias, informes policiales, fotografías, mapas. Fotos de varios hombres colgaban por todas partes, entre ellas, una de Dylan Shadow, la misma que había visto en los informes policiales.
- Éstos son los asesinos - afirmó John, señalando cuatro fotos de hombres adultos - Los cabecillas de la red, los que han estado moviendo los hilos desde las sombras - El primero, de cabello negro, tez morena y ojos oscuros; el segundo, con cabello negro y ojos azules; el tercero, rubio con ojos marrones; y el último, el más joven, que parecía de unos veintiocho años, cabello castaño y ojos verdes, me resultaba extrañamente familiar. Un sentimiento inquietante me invadió, como si lo hubiera visto antes, en algún lugar de mi memoria.
- Hay más involucrados - continuó John - peones, cómplices, informantes, pero es difícil identificarlos. Son expertos en el arte del engaño, en borrar sus huellas, en manipular a las personas.
- ¿Por qué no llevamos esto a la policía? - pregunté, sintiendo una punzada de esperanza.
- Porque la policía está vigilada - respondió John con amargura - Están infiltrados en las altas esferas, tienen espías en cada departamento, conocen nuestros movimientos antes de que los hagamos. ¿O por qué cree que todos los detectives que intentaron resolver el caso terminaron muertos?
- ¿Está diciendo que ellos saben de mí? - El miedo comenzó a atenazarme, a paralizarme. La idea de que estuviera siendo observada, de que mi vida estuviera en peligro, me aterraba.
- Exacto, esto es peligroso, Tessa - afirmó John, su voz seria y preocupada. - Estás jugando con fuerzas que no comprendes, enfrentándote a enemigos poderosos y despiadados.
- ¿Cómo sabía de mí? - pregunté, sospechando lo peor. ¿Era John uno de ellos? ¿Me había tendido una trampa?
- Trabajo para el departamento policial de Morella - respondió, disipando mis sospechas, al menos por ahora. - Estamos al tanto de todos los que han trabajado en este caso, de los que han mostrado interés en investigar la verdad.
- ¿Por qué decidió buscarme? - pregunté
- ¿Qué sucedió con los demás detectives?
- Eso es algo que no puedo responderle ahora - su rostro impenetrable - Hay cosas que es mejor que no sepas, al menos por ahora.
Regresamos a Cataluña. Continuamos revisando informes hasta que comenzó a madrugar. John me dio su número y se marchó, dejándome con un torbellino de preguntas y una sensación de inquietud que no podía sacudirme de encima. Mike no se encontraba en casa.
De repente, escuché un ruido en la habitación, un sonido sordo y apagado que me puso en alerta.
- Mike, ¿eres tú? - pregunté, mi voz temblorosa.
Oí algo caer al suelo y decidí abrir la puerta, preparada para lo peor. Una figura encapuchada saltó por la ventana, desapareciendo en la oscuridad de la noche. El miedo me paralizó, impidiéndome reaccionar.
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Editado: 05.12.2025