PELIGROS
- No entiendo - murmuré apenas, sintiendo el desconcierto apoderarse de mí.
- Escúchame, Tessa, si no nos vamos de aquí ahora mismo, podría ser demasiado tarde. No hay tiempo para explicaciones.
- Pero... ¿por qué? ¿Qué está pasando? - insistí, la confusión nublaba mi mente.
- Ellos saben demasiado de ti... - el inspector hizo una pausa, su mirada cargada de preocupación - sos una amenaza para ellos, Tessa.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al comprender el significado de sus palabras. Ellos sabían que yo sabía quiénes eran, lo que hacían. Mi vida estaba en peligro.
- Toma tus cosas, no hay tiempo que perder. Ahora - ordenó el inspector con urgencia.
- ¿Y yo qué hago? - preguntó Mike, visiblemente confundido.
- Te vienes con nosotros - respondió el inspector, sin dudarlo - No te quedarás aquí.
- Pero no estoy entendiendo nada - protestó Mike, frustrado.
- En el camino te lo explicaremos. Ahora, muévete.
Con el corazón latiendo a mil por hora, tomé mis pertenencias más importantes y salimos corriendo de la casa. Subimos al auto del inspector, quien encendió el motor y aceleró a toda velocidad. La adrenalina corría por mis venas mientras decidí enviarle un mensaje rápido a John, avisándole lo que estaba sucediendo. Mis dedos temblaban al teclear el mensaje, pero logré enviarlo antes de que perdiéramos la señal.
- No puede ser - dijo Alfred mirando por el espejo retrovisor.
- ¿Qué sucede? - pregunte con el ceño fruncido.
- Una camioneta nos está persiguiendo. Vienen a por nosotros.
- ¿Una camioneta? -Mike se giró en su asiento, escudriñando la carretera detrás nuestro - ¡Es verdad! ¡Acelera, acelera!
El inspector pisó el acelerador a fondo, pero la camioneta también aumentó la velocidad, manteniéndose peligrosamente cerca de nosotros. Decidí dar la vuelta para verla mejor, era una camioneta negra, con vidrios polarizados que impedían ver quiénes iban dentro. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al darme cuenta de que no se detendrían ante nada para alcanzarnos.
- ¡Mierda! - exclamó el inspector, maniobrando bruscamente para tomar una curva cerrada - tenemos que perderlos.
La camioneta se mantuvo pegada a nuestro parachoques, sin darnos respiro.
- ¡Ahora sí me van a explicar qué carajos está sucediendo! - exigió Mike, con la voz temblorosa.
- No es el momento, Mike - respondí, intentando mantener la calma, aunque por dentro estaba aterrada.
- Tessa, no estoy entendiendo absolutamente nada. ¡Mi vida está en peligro y no sé por qué!
Iba a responder, pero de repente un estruendo sacudió el auto. Nos estaban disparando. Las balas impactaban contra la carrocería, el sonido era ensordecedor.
- ¡Tessa, saca el arma, está en el maletero! - gritó el inspector por encima del ruido de los disparos.
Me incliné hacia adelante, abrí el maletero y saqué el arma. Mis manos temblaban mientras la cargaba. Mike tomó la otra pistola que había en el auto y comenzamos a disparar por las ventanas del vehículo.
Finalmente, después de media hora de persecución y disparos, logramos perderlos. El inspector condujo a toda velocidad por caminos rurales hasta que llegamos a una cabaña lejana en medio de la nada.
- Aquí se quedarán - anunció Alfred, apagando el motor y suspirando aliviado
- Estarán seguros aquí.
- Pero esto es... ¿dónde estamos? - pregunté, mirando a mi alrededor. La cabaña era pequeña y rústica, pero parecía sólida.
- Es solo por un día. Mañana conseguiré otro lugar, uno más seguro. Esta cabaña está vigilada por policías, no hay de qué preocuparse. Nadie los encontrará aquí.
- Vale - respondí, aunque no estaba del todo convencida. Algo no encajaba.
Luego de que el inspector se fuera, Mike me miró con una mezcla de incredulidad, enojo y miedo. Sabía que era el momento de confesarle toda la verdad. Suspiré, preparándome para la tormenta que se avecinaba.
***
- ¡Es que no entiendes! ¡Estás loca! ¿Cómo pudiste involucrarnos en esto?
- ¡Tú eres el que no entiende! - respondí, elevando la voz - Sabes que si no tomaba el caso, no íbamos a tener a dónde vivir. Estamos al borde de la calle, Mike.
- ¡Buscaríamos otra solución! ¡Ahora tú corres peligro! ¡Te quieren matar, Tessa! - Mike se acercó a mí, con los ojos llenos de furia y preocupación - ¿No te das cuenta de la gravedad de la situación?
Lo miré, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que tenía razón, pero no podía dar marcha atrás. Había llegado demasiado lejos.
- No se saldrán con la suya - dije con determinación, aunque por dentro me sentía vulnerable y asustada.
- ¿Y cómo estás tan segura? ¿Tienes un plan? ¿Sabes a quién te enfrentas? - Mike me desafió con la mirada.
No respondí. No tenía un plan. No sabía a quién me enfrentaba. Me había metido en un caso que era mucho más grande y peligroso de lo que había imaginado.
- Ves, no lo estás - dijo Mike con frustración, dándose la vuelta y alejándose de mí - No tienes ni idea de lo que estás haciendo.
- Mike... - intenté detenerlo, pero no me dejó terminar. Se encerró en una de las habitaciones, cerrando la puerta con un portazo que resonó en toda la cabaña.
Al día siguiente, mi cabeza daba vueltas, me dolía demasiado. No había dormido en toda la noche, dando vueltas en la cama y pensando en todo lo que estaba sucediendo. Miré mi celular esperando ver un mensaje de John, pero no había nada. El miedo me recorría cada vez más, quizás todo había sido una trampa. Quizás John estaba involucrado en todo esto.
Mike seguía encerrado en su habitación, negándose a hablar conmigo. Lo entendía, yo en su lugar hubiera estado igual. Había puesto su vida en peligro y no tenía derecho a pedirle que me perdonara.
- Mike, te preparé un café - avisé, golpeando suavemente la puerta - Sé que estás enojado, pero por favor, necesito que hablemos.
No recibí respuesta. Mike seguía encerrado en su silencio. Decidí dejar de insistir y me senté en el sofá, esperando noticias del inspector.
Un mensaje del Inspector llegó avisando que hoy vendría a buscarnos. El día se hizo eterno, cada minuto se sentía como una hora. Mike apenas salió para almorzar, su rostro reflejaba la tensión y el enojo que sentía. Apenas probó bocado y volvió a encerrarse en la habitación.
Finalmente, al caer la tarde, sentimos un toque en la puerta. Mi corazón dio un vuelco al pensar que era Alfred, pero al abrir la puerta, mi sangre se heló al ver a un hombre alto y corpulento en la puerta. Llevaba una gorra que ocultaba parte de su rostro, pero sus ojos fríos y penetrantes me hicieron temblar. Miré a su mano; llevaba un cuchillo afilado.
Rápidamente intenté cerrar la puerta, pero el hombre me lo impidió, empujando con fuerza y entrando a la cabaña.
- ¡Ayuda! - intenté gritar, pero el hombre me tapó la boca con una mano grande y callosa. Pataleé con todas mis fuerzas, pero era mucho más fuerte que yo.
Otros hombres entraron a la casa, tomaron a Mike, quien intentó soltarse, pero le dieron patadas en el estómago. Solté el llanto al ver la brutalidad con la que lo trataban. Mike cayó al piso, gimiendo de dolor. Vi cómo se lo llevaban a rastras, mientras yo luchaba por liberarme de las garras de mi captor.
El hombre que me tenía sujeta colocó el cuchillo en mi cuello. El filo frío me hizo temblar de miedo. A las rastras me llevó hacia un auto que esperaba con el motor encendido. Me colocaron un trapo en la boca con un olor fuerte a alcohol, hasta que mi visión se nubló y no vi más nada. La oscuridad me consumió.
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Editado: 05.12.2025