LA LISTA NEGRA
Tessa Steel
- ¿Muerto? - No podía asimilar lo que oía. Alfred, muerto. La noticia me golpeó como un mazazo, dejándome sin aliento.
- Lo encontraron cerca del bosque donde los tenían retenidos - informó Lili, su voz cargada estaba de pesar.
- Esto no puede estar pasando - murmuré, más para mí misma que para ella, aunque Lili me escuchó perfectamente.
- Te advertí que era arriesgado. A pesar de todo, insististe en seguir con el caso. Te secuestraron, casi te matan... - espetó Lili, con una mezcla de frustración y preocupación.
- Mike... tenemos que encontrar a Mike. Lo secuestraron, pero no sé dónde lo tienen - dije, sintiendo un nudo en el estómago.
- ¡¿Qué?! - Ricardo, otro oficial y buen amigo, exclamó con los ojos muy abiertos. - ¡Tenemos que buscarlo! No podemos quedarnos de brazos cruzados.
- Esto es muy peligroso. Si no actuamos con cautela, podríamos terminar igual que Alfred - susurró Lili, su miedo era palpable.
En ese instante, un nombre cruzó mi mente: John. Había desaparecido desde que Alfred nos visitó en casa. No tenía forma de comunicarlo, mi celular se había perdido en el secuestro. No podía confiar en nadie, la comisaría estaba plagada de infiltrados. Tal vez John era uno de ellos, una pieza más en este oscuro rompecabezas. Pero debía mantener mis sospechas en secreto, por ahora.
- Necesitas calmarte - Lili me tomó del brazo, intentando reconfortarme.
- No puedo. Mike está en peligro, podrían estar torturándolo. ¿Y si ya le hicieron algo? - Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. La impotencia me consumía.
- Tranquila, Tessa. Lo encontraremos. Todo saldrá bien - dijo Lili, aunque su tono no sonaba del todo convencido.
- Tenemos que encontrarlo - repetí, con la voz apenas audible.
- ¡Preparen los vehículos! ¡Carguen las armas! Iremos a lugares peligrosos, necesito que estén firmes - gritó Ricardo, asumiendo el mando.
Los oficiales se movilizaron rápidamente, buscando el equipo necesario. Tomé mi arma y la aseguré en el cinturón.
En camino hacia los lugares donde me habían mantenido cautiva, una inquietante sensación me invadía. Sabía que habían infiltrados entre nosotros, policías corruptos que jugaban para el enemigo. Debía estar alerta, desconfiar de cada movimiento, de cada palabra.
Llegamos al bosque donde había estado perdida. Al descender de los vehículos, la tensión era palpable. Caminamos con cautela entre los árboles, escudriñando cada sombra. La cabaña donde me habían encerrado parecía desierta. Entramos con cautela, con las armas en las mano.
El lugar estaba vacío. Con el arma lista, avancé sigilosamente por las habitaciones. En la misma estancia donde había visto al hombre de cabello oscuro, aquel cuyo rostro al que no había podido ver, encontré una pequeña lista de nombres:
Eros Valenti
Axel Vendrell
Elian Moretti
Enzo Calderic
Doblé el papel cuidadosamente y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón. Algo me decía que esa lista era importante.
Un llamado telefónico interrumpió la búsqueda. Mike estaba a salvo, lo habían encontrado y se encontraba en la comisaría. Regresamos rápidamente, con una mezcla de alivio y urgencia.
- ¡Mike! - grité al verlo, corriendo a abrazarlo con fuerza. Lo examiné de arriba abajo, buscando rastros de tortura o maltrato. Recordé el daño que le habían hecho.
- Tessa, ¿estás bien? - preguntó, con genuina preocupación. Asentí, incapaz de articular palabra. Las lágrimas volvieron a brotar, esta vez de alivio.
- Necesitamos hablar - dijo Mike, con seriedad. Sabía de qué se trataba esa conversación.
***
- Abandona este caso, Tessa. Tuvimos suerte de salir vivos esta vez, pero nos están vigilando.
- Sabes que no puedo...
- ¡Sí puedes! Piensa en nosotros, estamos en peligro. No quiero perderte, eres lo único que tengo - su voz se quebró, y sus ojos comenzaron a humedecerse. Nunca lo había visto tan vulnerable.
- Mike, ya estoy involucrada. Tengo que resolverlo.
- ¿Para qué? ¿Para qué, Tessa? Alfred está muerto, él era quien te había prometido dinero, ¿no es así?
- No quiero que más gente inocente siga desapareciendo - respondí, con determinación.
- ¿Y qué hay de nosotros? ¿Qué hay de mí? ¿No te importo? Por favor, Tessa, ¡reacciona! - Se señaló la cabeza, frustrado.
Guardé silencio, sintiendo el peso de sus palabras.
- ¿Sabes qué? Haz lo que quieras. Yo me voy. Cuando entres en razón, me buscas - Se levantó bruscamente y salió de la oficina.
- ¿A dónde vas? - pregunté, sintiendo un vacío en el pecho.
- Eso no es asunto tuyo - respondió, cerrando la puerta con un golpe que resonó en toda la oficina.
- ¡Rápido! ¡Apúrense! - El grito de un policía rompió el silencio. Salí de la oficina y vi a todos corriendo hacia los vehículos.
- ¿Qué sucede? - pregunté, sintiendo un mal presentimiento.
- Desapareció un niño de diez años. Creen que lo encontraron muerto cerca de su casa.
- ¡¿Qué?! - grité, sintiendo que el mundo se derrumbaba a mi alrededor. - Yo también iré - Me dirigí hacia los vehículos, decidida a participar en la búsqueda.
- Tú no, Tessa - me detuvo Ricardo.
- ¿Por qué no?
- Podrían estar vigilándote. No sabes qué tan peligrosos son, podrían estar esperando el momento para secuestrarte de nuevo. Es mejor que te quedes aquí.
- Soy la detective encargada de este caso - repliqué, con firmeza.
- Hazme caso - subió al auto, dejándome con Lili.
- Tiene razón, Tessa. No es buena idea - dijo Lili, tratando de convencerme.
- Necesito los informes, los datos del niño - dije, ignorando sus advertencias.
Regresé a la comisaría, sintiendo una mezcla de frustración y determinación.
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Editado: 05.12.2025