El juego del Rey (realeza imperfecta)

Capitulo 2

—¡Está hecho, iremos está noche!—exclamo emocionada—si tenemos suerte podremos verificar si el Príncipe heredero está allí pero...

—¿Pero?—insisto cuando ella no termina de hablar, se sienta en un sillón con una expresión solemne mientras sus ojos parecen advertirme sobre algo.

—Hace algún tiempo es bien sabido que si el Príncipe heredero se encuentra en algún lugar o institución, hay algunas reglas que se deben seguir al pie de la letra y nadie ha tenido la osadía de romperla.

—¿Y cuales son esas reglas?—pregunto.

Dalila apretó su mano mientras comenzó a enumerar las supuestas reglas—Primero cuando el príncipe heredero se encuentre frente a ti, lo primero que debes hacer es agachar la cabeza y no levantarla por nada del mundo, su segunda regla es que no debes tocarlo, y su tercera y última regla es pase lo que pase jamás le hables.

En pocas palabras, No lo mires, no lo toques y no le hables.

—Eso...—cierro la boca y no digo nada más, Dalila asiente—¿No es exagerado?

Aunque no lo es porque es un príncipe ¿No? Sus reglas aquí son ley es natural que lo obedezcan pero ¿Por qué no mirarlo? ¿Estará enfermo?

Entonces empezó una serie de eventos imaginativos en mi mente que no pararon hasta que Dalila sintió que le agregaba más misterio y seducción al asunto, aunque no se que le haya de fascinante el hecho de no saber quién es.

—¡Bien! Ahora que estás informada de todo, empezaremos a arreglarnos para ir al casino—dijo sacando algo de su bolso—¿Me prestas tu baño?

Asiento con la cabeza, la veo irse seguramente a cambiarse, me quedo en el sofá recopilando cada tanto la información que se me proporciono aunque no se para que sirva sin embargo sin el algo Dalila tiene razón es el hecho de que me llamo mucho la atención y que tuviera ese tipo de reglas solo es como echarle gasolina al fuego para que arda más, es una suerte o un privilegio no ser tan curiosa o impulsiva como las otras chicas.

Minutos después Dalila salió del baño con un una blusa corta de color verde y una falda blanca con zapatillas del mismo color, se mueve de un lado para otro colocándose aretes, me levanto perezosamente del sofá y voy hacia mi habitación para revisar el armario y optó por un vestido color rojo con mangas transparentes, y un par de tacones.

Terminó rápido y me coloco también un par de aretes simples, la pulsera amarro mi cabello en un moño alto frente al espejo que me tomo mucho tiempo por largo que es, por suerte está vez no se arrastró y solo lleva hasta mi tobillos.

Tomo un bolso de cuero negro, mis credenciales y salgo buscando a Dalila que termino de maquillarse, al verme sus ojos y su boca se abren con sorpresa.

—Eres una mujer que podría hacer caer naciones—Dijo sorprendida—¡Por dios Persefóne! ¡eres bellísima!

—Gracias, Te ves muy hermosa—devuelvo el cumplido sin acostumbrarme el hecho de que por cada cosa me diga que soy bella.

No me malentienda, se que soy hermosa pero al ser una persona sin un círculo social no estoy tan acostumbrada a los elogios a pesar de aceptarlos de buena gana.

Dalila toma su bolso, y nos marchamos fuera de la habitación, encontrándonos con un par de chicas que seguramente iran al mismo sitio que nosotras.

Algunas de ellas no dejan de echarme una mirada y susurrar durante todo el camino, lo cual ignoro concentrándome en entablar una corta conversación que pone feliz a Dalila.

Al ver a Dalila caminar con confianza y mostrar su belleza al máximo me hace saber que su nombre le hace mención a su belleza etérea, cabello castaño hasta la cintura que brilla bajo las luces, ojos color miel un par de pecas que la hacen ver cómo una chica tierna incapaz de hacerle daño a alguien y agrega dulzura a su imagen, Dalila había sido dotada de buenos genes y la sonrisa en su rostro podría ser el golpe final para cualquier hombre.

—Escuche que había una cuarta regla, pero no sé cuál es—dijo Dalila de repente mientras esperamos en la fila para entrar.

—¿Existe otra?

—Si, pero muy pocos saben cuál es y por eso no muchos se atreven a dar un paso en falso—murmuro.

—Si el principe heredero está lleno de reglas, ¿porque lo buscan?

—Es justamente por eso, dejar intriga en las mujeres, muchas sueñan con ascender y ser alguien de alta sociedad, algunas vienen por curiosidad como tu y y yo, otras vienen porque quieren casarse con alguien de dinero es así.

Eso es cierto, no es difícil de ignorar notando la forma de vestirse de muchas de ellas que hasta parece exagerado y vulgar cualquier que la viera podría confundirla con una dama de compañía.

Finalmente entramos al enorme casino, el guardia de seguridad nos deja pasar y nos indica por dónde debemos ir, Dalila suelta un chillido emocionada mientras la música resuena a su alrededor, música sugerente y activa, el olor a alcohol, sudor, gritos y risas son suficientes para hacer que una persona solitaria se siente en compañía de un ambiente festivo.

—¡Esto es increíble!—dijo una chica a nuestro lado levantando la mano mientras es arrastrada por una de sus amigas entre risas.

—¡Vamos a la barra y a divertirnos!—Exclamo Dalila, tomando mi mano a lo cual la sigo mientras examinó la sala de baile, los sillones al fondo, más allá puedo vislumbrar máquinas tragaperras.

Llegamos a la barra, uno de los mozos espera nuestra orden, Dalila pide un Mai Tai para ella y yo pido por whisky con limón.

—¿crees que el este por aquí?—pregunto Dalila, otro sorbo su vaso mientras mira a su alrededor.

Me río de inmediato al ver su poca tolerancia al alcohol.

Tal vez el whisky me soltó un poco.

—¿Por qué buscas a alguien que no tienes idea de quién es?

—No se—se río. Bebo un poco más, mirando a los hombre que están dispersos—¿Y si el rubio de la esquina?

Preguntó con la voz ligeramente afectada por el alcohol.

—No creo que el se deje ver tan fácilmente y menos si tiene reglas.



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En el texto hay: drama, amor, juego

Editado: 01.09.2024

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