—¿Es lo que quieres?—preguntó Dalila tiempo después de que nos marchamos.
—Tal vez—no niego ni admito, caminamos hasta llegar al hotel, me despido de Dalila cuando llegamos a su habitación.
Entro a mi habitación dejando mi bolso a un lado en la mesa, froto mi nuca y suelto mi cabello, busco una toalla y voy directo al baño luego de terminar de ducharme me acuesto en la cama con todas las luces apagadas.
...
La zona B del sur de Canadá es un complejo de apartamentos a lo largo de la primera avenida la mayoría rentada por estudiantes universitarios, en cualquier lugar que camines siempre encontrarás un par de estudiante con sus libros en mano esperando el autobús, está fue mi primera opción para revisar y ver si me quedo en este lugar o sigo en mi busqueda de encontrar otro apartamento.
El apartamento del medio de color marrón es la que voy a rentar yo, entro en el edificio con la guía de la dueña, miro las escaleras sin ascensor, habitaciones pequeñas pero sencillas, hay varias habitaciones ocupadas sin embargo el ambiente es un poco ruidoso y se puede escuchar lo que hacen las personas en el piso de abajo o la habitación contigua, después de unos minutos niego con la cabeza.
—No.
—Si en algún momento le interesa es bienvenida señorita—dijo la dueña borrando su sonrisa con hostilidad hacia mi.
La miro fijamente abriendo mi boca—Gracias.
Me retiro ignorando su mirada perpleja, supongo que por el día de hoy aún no encuentro un apartamento rentable, ahora iré a comprar un par de cosas y meter papeles en las empresas que tenga vacante en algún puesto.
Entro a un centro comercial a una tienda de teléfonos y me decido por un teléfono de último modelo, con audífonos incluido, chip nuevo y una tablet sencilla, pago por todo y recibo la compra.
Me siento en una cafetería ingresando el chip al teléfono y descargando todas las aplicaciones que necesito, la tablet lo manejo en el hotel. enciendo el teléfono al mirar el fondo de pantalla sin emoción, recuerdo las palabras de Dalila y busco a mí alrededor parar tomar una foto.
Me levanto con el teléfono en mano, y camino hacia el fondo de la cafetería, levanto el teléfono miro a la cámara sin sonreír y me tomo una foto.
—Imposible—niego de inmediato, no soy el tipo de personas que pongan su cara como fondo de pantalla.
Sin embargo no borro la foto y entro a mi nueva cuenta de instagram y la público como foto de perfil.
Sigo mi camino comprando un par de cosas necesarias, y luego regreso a caminar mirando los enormes edificios de corporaciones, tan grandes y con distinta estructuras muchas más majestuosa que la anterior, en mi camino me tienta la idea de dejar algunos papeles y lo hago aunque sé que por como estoy vestida parezco más una estudiante universitaria que alguien que ya ha terminado su carrera y sacado una licenciatura.
Me detengo en un enorme edificio con ventanales de cristales, los dos árboles que están cerca del edificio que actúa como sombra, se ve majestuoso e imponente.
Camino hacia el, entrando por la puerta que se abre ante el movimiento de uno, el aire helado y artificial es diferente del viento cálido de la naturaleza, en recepción hay una mujer de cabello castaño que sonríe a cada ejecutivo que entra al verme su rostro se deteriora.
—Señorita no aceptamos visitantes puede retirarse.
—Solo eche un vistazo busco un trabajo...
—No necesitamos a nadie por el momento—me corta y sonríe seca, e instó a que me fuera—Podria marcharse su vestimenta no es adecuada para esta empresa.
Bajo los lentes de sol, volviendo a mirarla directamente retrocede dos pasos, y yo avanzo dos—Repite lo que dijiste hace un momento.
—Señorita escucho bien.
—Eso no es lo que pedí hace un momento—murmuro en desaprobación.
Su mirada se enfoco en mi con un tinte de molestia que luego fue reemplazado bajando la cabeza, noto su comportamiento extraño y lo ignoro—¿No planea responder?
—Le di treinta minutos para que se fuera y aún así la vuelva a encontrar—mierda.
Maldigo en mi mente—Eso fue hace dos días, ya me voy.
Giro sobre mis talones sin poder avanzar ningún paso cuando su voz con un tinte de advertencia hace que me detenga—Tampoco le di permiso para irse.
—Su alteza soy una persona ocupada—digo con una sonrisa cortés, levantando la cabeza para verle a diferencia de los otros, sus ojos se encuentran con los míos y contengo la impresión al verlo nuevamente de cerca—Ademas su recepcionista ha dicho que soy una persona que empaña la reputación de su empresa, no soy bienvenida aquí y ya veo el porqué.
—¿Una coincidencia nuevamente?—interroga con voz profunda, afirmo con la cabeza—¿Qué le hace creer que el hecho de no bajar la cabeza frente a mí no amerita un castigo?
Oculto la sorpresa en mis ojos y el pánico había olvidado eso, me salve una vez y dos veces ya sería algún tipo de milagro, El hombre parece haber visto algo y asintió con aprobación—Ven conmigo si quieres vivir.
—Quiero irme a casa—digo mirando la puerta como si fuera mi salvación.
—Le aseguro que cuando cruze por esa puerta no volverá a ver la luz del día—mi temperatura baja y sonrío con frialdad caminando hacia el—Buena decisión señorita.
Lo sigo caminando al ascensor, El hombre le hace una seña a una de las personas que lo sigue y entrego de mala gana mis compras, cuando estamos en el ascensor siento la presión un poco baja tal vez el aire acondicionado o mí miedo mismo de que algo pueda pasar, me reprochó el no haber notado ni investigado antes que esto le pertenecía a el, por el mero hecho de olvidar que lo conocí o tuve algún contacto con el.
Llegamos al último piso, lo sigo detrás con un par de personas que lo protegen y entro a su oficina baio la atenta mirada de la secretaría que parecía ser la única que podía mirar al hombre frente a mí, la puerta se cierra con fuerza cuando entro y el hombre se sienta en su silla empresarial.